La Tax Foundation de Estados Unidos y el Instituto de Estudios Económicos acaban de publicar el Índice de Competitividad Fiscal 2020, una publicación anual que evalúa el diseño de las normas tributarias en los distintos países de la OCDE. Un año más, la clasificación viene coronada por Estonia, mientras que Italia figura en el último lugar de la tabla.
Para componer el Índice se toman en consideración más de cuarenta variables de política tributaria, que agrupa a su vez en cinco grandes pilares: fiscalidad empresarial (Impuesto sobre Sociedades), fiscalidad sobre los ingresos personales (Impuesto sobre la Renta), fiscalidad sobre el consumo (Impuesto sobre el Valor Añadido), fiscalidad sobre la propiedad y la riqueza (pilar que abarca distintos tributos, como el IBI, el Impuesto sobre el Patrimonio o el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones) y, por último, una evaluación del tratamiento fiscal de las rentas obtenidas en el extranjero.
El liderazgo de Estonia se asienta en diversos pilares: aplica un Impuesto de Sociedades del 20%, pero solamente sobre los beneficios distribuidos; mantiene una tarifa plana del 20% como tramo único del IRPF, por encima de un determinado mínimo exento; el IBI se calcula sobre el valor del suelo y no sobre una estimación catastral del precio de cada inmueble… El modelo del pequeño país báltico ha sido replicado parcialmente por Letonia.
Entre los países mejor clasificados aparecen también Nueva Zelanda, Suiza o Luxemburgo, además de Suecia, que ha pasado de ser un referente en materia de impuestos altos a mantener un sistema tributario razonablemente competitivo, sin impuestos sobre las herencias o la riqueza y con una fiscalidad empresarial inferior al promedio de la OCDE.
España, mal clasificada
La Tax Foundation y el IEE explican que "España aparece justo por detrás de Japón y vuelve a figurar entre las diez economías con menos competitividad fiscal de la OCDE. Ocupamos el puesto 27, con un resultado de apenas 5,8 puntos sobre 10. Tal calificación implica que la competitividad fiscal de nuestro sistema tributario está un 41,5% por debajo del país mejor calificado del Índice. Por debajo de España, y cerrando la clasificación de 2020, aparecen Dinamarca, Grecia, Islandia, México, Francia, Portugal, Polonia, Chile e Italia".
Del sistema tributario español destaca para mal la calificación recabada en la categoría referida a la fiscalidad de la propiedad y la riqueza, donde solo obtenemos 3,8 puntos y ocupamos el penúltimo puesto del Índice. Igualmente, la fiscalidad empresarial española aparece en el puesto 28 de la lista, otro batacazo que confirma la necesidad de mejorar y reformar nuestros tributos.
Las perspectivas para 2021 son adversas. Se han introducido nuevos impuestos a las transacciones financieras y los servicios digitales, anticipo de otros aumentos tributarios que podrían llegar con la aprobación de los nuevos Presupuestos Generales del Estado. Todo esto choca con el problema de eficiencia en el gasto que tiene España y que, según el informe, nos sitúa un 14% por debajo del promedio de la OCDE a la hora de manejará los recursos públicos.