El Gobierno social-comunista no sólo pasará a la Historia como el que peor ha gestionado la pandemia del coronavirus en Europa. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias también serán recordados como los gobernantes que tuvieron el deshonor de destrozar más rápido la economía nacional. Esta semana, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha sacado a la luz las vergüenzas de España con un varapalo descomunal. Así, ha mejorado todas las previsiones para las principales economías mundiales menos para la española, que ya no es que no muestre síntoma alguno de recuperación, sino que parece haber entrado en barrena.
Con un desplome del 12,8%, el FMI augura que en 2020 España sufrirá la peor recesión de las grandes economías del planeta. Este dato contrasta con el imposible pero ya estremecedor -11,2% que ha pronosticado el Gobierno en su última revisión, pero que ningún organismo serio contempla ya. Desde la OCDE, que apunta a que la debacle llegará al -14,4%, hasta el propio FMI, pasando por las casas de análisis, nadie se cree una sola de las predicciones del Ejecutivo social-comunista.
Cuando Nadia Calviño sigue afirmando sin vergüenza que la recuperación "está en marcha", el FMI va y tritura uno a uno todos sus pronósticos. Por ejemplo, el organismo internacional augura que el hundimiento de la actividad económica y el incremento del gasto público dispararán el déficit hasta el 14,1% del PIB. Sin embargo, el agujero que calcula el Gobierno será de sólo el 11,3%, casualmente el mismo ominoso récord que hasta ahora ostentaba Zapatero, y que a todas luces Sánchez va a pulverizar, aunque no quiera admitirlo. Si el Gobierno ha avanzado que la deuda pública alcanzará un ya desorbitado 118% del PIB, el FMI dice que no, que por lo menos alcanzará el 123%. Demoledor.
La recuperación no ha comenzado; es, de hecho, imposible. El intervencionismo salvaje del Gobierno está llevando el pánico a familias y empresas, que, presas de una desconfianza más que justificada, ni consumen ni invierten. El Gobierno pretende solucionarlo todo en plan chavista/peronista/socialista, recurriendo a subvenciones y pagas... que nunca llegarán: porque las arcas del Estado están vacías y porque los fondos europeos penden de un hilo por la inexistencia de un plan de reformas sólido (y para qué no hablar de la escandalizada alarma que ha despertado en Europa el asalto social-comunista al Poder Judicial, que no facilita precisamente las cosas a la banda de Sánchez e Iglesias).
Sánchez ha mandado a Bruselas su Plan Presupuestario, que es lo más parecido a las cuentas de la lechera. España ha perdido ya más de 100.000 empresas y un millón de empleos durante la pandemia, pero el Gobierno se atreve a prometer una recaudación récord de 493.838 millones de euros en 2021, lo que supone un incremento de 33.447 millones. El sablazo de más de 9.000 millones que pretende asestar Hacienda para los próximos dos años –con la subida del IVA a los refrescos, un impuesto al plástico, el incremento del IRPF y hasta puede que un palo al diésel– no compensará la parálisis de la activad. Es más, contribuirá a su hundimiento. La ruina no hace más que agravarse cada día que pasa Sánchez en la Moncloa.