El doctor Martin Kulldorff es profesor de medicina en la Universidad de Harvard y trabaja asimismo como epidemiólogo en uno de los mayores hospitales de Boston. Una de sus especializaciones es la detección, monitorización y control de brotes de enfermedades infecciosas. Su laureada carrera profesional y académica le ha convertido, pues, en una voz autorizada para hablar sobre la pandemia del covid-19.
Libre Mercado se ha entrevistado con él para comentar las estrategias de salud pública que se han aplicado durante el último semestre y para explorar posibles alternativas.
Frente a la insistencia generalizada en aplicar medidas restrictivas o incluso de confinamiento, Vd. aboga por gestionar la covid-19 con una estrategia diferenciada por edades.
Un rasgo crucial de la covid-19 es que hay una enorme diferencia en el riesgo que supone esta enfermedad para los mayores. Los jóvenes tienen 1.000 veces menos riesgo de fallecimiento que los mayores. Con casi todas las enfermedades suele haber una cierta brecha por edad, evidentemente, pero en este caso es muy, muy acusada. Entonces, cuando un virus se propaga tan rápido y con tal facilidad, la clave está en proteger a los grupos de riesgo. Sabemos que los niños pueden ir al colegio con normalidad y que los adultos pueden seguir haciendo muchas de sus actividades, aunque sea con restricciones. Por lo tanto, debemos alentarlo. Y sabemos que los mayores son un grupo de riesgo, de manera que tenemos que buscar fórmulas que permitan reducir su exposición al virus. Pero en la mayoría de países vemos que la respuesta es cerrarlo todo.
El gobierno de España, por ejemplo, viene de anunciar nuevas restricciones en la Comunidad de Madrid.
Las limitaciones y los confinamientos tienen consecuencias muy duras. Una cosa es cerrar dos semanas, incluso un mes, para evitar el colapso sanitario, cosa que muchos países se vieron obligados a hacer. Otra cosa muy distinta es prolongar esos cerrojazos durante meses y meses. E insistir de nuevo en ello solo agrava el problema.
La inmunidad de rebaño es un término del que Vd. habla con naturalidad, pero que genera polémica.
A mí, como profesional especializado en estos temas, me resulta muy extraño que se hable de que apostar por la inmunidad de grupo es una estrategia. La inmunidad de grupo es un hecho científico probado. La pregunta, por lo tanto, no es saber si iremos a una cierta inmunidad de grupo, sino si lo haremos conscientemente y protegiendo a los grupos vulnerables o lo haremos de manera descoordinada, descontrolada y hasta involuntaria. Yo no abogo por el caos. Quiero proteger a los grupos de riesgo. Hay que apostar por eso. Pero eso puede hacerse sin grandes confinamientos o restricciones que tienen costes enormes. Dejemos que los jóvenes se sigan formando, que los adultos trabajen… y centrémonos en que los mayores salgan adelante y no estén expuestos al virus.
Madrid vuelve a estar en boca de todos.
En grandes capitales, como Madrid, es lógico que haya mayor incidencia de la covid-19. La densidad de población, la movilidad… son factores clave, que generan muchas más interacciones sociales que la vida en zonas rurales. Por lo tanto, es normal que el coronavirus se propague más en las grandes capitales que en los pueblos. La clave está en gestionarlo bien.
El gobierno de España está obsesionado con la foto epidemiológica: cuántos contagios hay, cuál es la incidencia acumulada… Sin embargo, el gobierno de Madrid replica que lo importante es favorecer la adaptación y centrar el análisis en la capacidad asistencial: camas de hospital y UCI, aumento de la capacidad de diagnóstico…
Contar el número de casos no siempre es tan útil. Si haces más test, tienes más incidencia, pero eso es precisamente lo que demuestra que esta enfermedad se propaga muy por encima de la capacidad de diagnóstico de cualquier gobierno. Por eso vemos, precisamente, que los estudios de seroprevalencia revelan que las cifras reales de contagiados son mucho mayores que las que se desprenden del número de test realizados. Por tanto, yo creo que es más importante monitorizar el número de hospitalizaciones, de fallecimientos… porque eso te dice de manera mucho más certera cuál es la situación sanitaria y qué tal estás protegiendo a los grupos de riesgo.
En esta segunda ola se da la paradoja de que Madrid tiene la mortalidad por habitante más baja de todas las comunidades autónomas. De hecho, en vez de exceso de mortalidad, la segunda ola se está desarrollando con un saldo total de fallecidos cercano al promedio de muertes en un año normal, lejos del repunte observado en la primera ola.
Hay muchos países en los que solo se habla de los fallecimientos por coronavirus, pero un principio básico en la gestión de la salud pública es el del análisis integral de la situación sanitaria de una población. No pueden importarte solo las muertes por covid-19, hay que vigilar todas las muertes del sistema. En Estados Unidos, por ejemplo, sabemos que se han interrumpido campañas de vacunación, consultas de diagnóstico o seguimiento de enfermedades como el cáncer… y eso va a tener una influencia muy mala en la mortalidad. Puede que no lo veamos a corto plazo, pero sí en los próximos años. Por lo tanto, el enfoque tiene que ser integral, hay que mirar todas las muertes. Si Madrid tiene la menor mortalidad por habitante de todas las regiones, pues eso tiene un valor. No puede ser que solo se hable de fallecimientos por coronavirus.
La capacidad de hacer test ha aumentado drásticamente con los test de antígenos de Abbott. ¿Es la panacea?
Los test son muy necesarios, pero no hay que obsesionarse con hacer exámenes masivos, lo que hay que hacer es asegurarnos de que le hacemos la prueba a aquellas personas que acuden al sistema sanitario con síntomas de covid-19 y, por supuesto, a los grupos vulnerables y su entorno más estrecho. Si alguien tiene síntomas, hay que hacerle las pruebas, eso es fácil de entender. Y en un centro de mayores, por ejemplo, tenemos que hacer pruebas de forma recurrente, no solo a los residentes sino también a los trabajadores o a los familias que quieren visitar a sus padres o abuelos. Esos son los test que hacen falta.
Vd. puso en valor la importancia del estudio de seroprevalencia que realizó España, pero no se ha vuelto a hacer este tipo de análisis.
El estudio de seroprevalencia que hizo España a comienzos de verano fue muy bueno, diría que de los mejores. Sin embargo, no se han hecho más. Es importante insistir en este tipo de análisis, porque te permite saber cuánta gente está realmente infectada. Suecia ha tomado ese enfoque y hace un análisis de este tipo con carácter mensual, lo que ayuda a dimensionar mejor la incidencia de la enfermedad.
El rastreo, ¿es la panacea… o se está mitificando? ¿Hasta qué punto sirve en una enfermedad que se ha propagado tanto y que se transmite tan fácilmente y de manera masiva?
Disparar el rastreo es fundamental en muchas enfermedades. Por ejemplo, con la crisis del ébola era vital conocer lo antes posible cuánta gente podía haber estado en contacto con los contagiados. Sin embargo, este tipo de estrategia ya no funciona con una enfermedad tan dispersa y propagada en la sociedad. No hablamos, al fin y al cabo, de brotes que se puedan llegar a abarcar de manera fehaciente. De hecho, como decíamos antes, los estudios de seroprevalencia demuestran que, en realidad, hay muchos más contagiados de lo que nos dicen los diagnósticos oficiales. Muchos más. No es una enfermedad que podamos suprimir y eliminar, hay que adaptarse y evitar sus consecuencias más letales. Por eso, no hay que insistir tanto en el rastreo, sino en proteger y evitar muertes entre los grupos de riesgo.
Vd. es sueco. La apuesta del gobierno de su país, ¿ha sido un éxito o un fracaso?
Esta primavera participé intensamente en el debate público que generó la estrategia y me manifesté a favor del enfoque sueco. No debemos cerrar escuelas y parar la sociedad para una enfermedad que no se puede disipar hasta que no haya una vacuna Cuando miras las cifras de fallecidos, encuentras que la gran mayoría de quienes murieron en Suecia eran mayores que vivían en residencias de mayores de Estocolmo. Esto revela que hubo un problema importante en ese frente. Pero, por lo demás, la estrategia empleada ha funcionado de manera satisfactoria. La experiencia de mantener las aulas abiertas fue exitosa: cero muertes con casi dos millones de alumnos en colegios, institutos y universidades que nunca cerraron sus puertas.
Aunque es sueco, vive en Estados Unidos, ¿qué territorios lo hacen mejor y cuáles lo hacen peor?
Aquí las soluciones son descentralizadas. Los gobernadores de los cincuenta Estados toman las decisiones que ven oportunas y la Casa Blanca podrá aportar fondos para respaldarles o criticar lo que hagan pero no intervenir.
Al contrario de lo que está pasando en España con Madrid...
Es que el hecho de que haya estrategias diferenciadas es interesante para comparar resultados. La gestión de Nueva York, por ejemplo, ha sido desastrosa. Sin embargo, en Dakota del Sur evitaron el confinamiento y todo funcionó bien. Ahora vemos que Florida apuesta por la adaptación y por adoptar estudios de seroprevalencia como enfoque, lo que me parece un gran acierto.