Manuel Castells ha llegado de la mano de la extrema izquierda al poder y es algo que no olvida. El sociólogo y economista está protagonizando declaraciones propias de un intelectual con ansias liberticidas. Y no es una exageración. Lejos de centrarse en el papelón que tienen las universidades con el coronavirus, el manchego de Albacete, declarado catalán hasta la médula, no se ha cortado un pelo últimamente en arremeter contra el Rey y pedirle que evite las visitas a Cataluña "por prudencia". Se ha posicionado del lado del comunista Alberto Garzón, como era de esperar, y ha criticado la sentencia judicial que condena a Torra. Pero ahí no queda la cosa, hay mucho más detrás de su polémica figura.
En declaraciones recientes, el sociólogo y economista presume de tener una extensa bibliografía compuesta por 42 títulos y haber sido reconocido con 23 doctorados honoris causa, un hecho que no le ha impedido comunicar una propuesta cargada de populismo y falsos mitos. El doctor ha dicho que su política se basa en que la financiación de las universidades las sufraguen los gobiernos y las comunidades autónomas, en lugar de las familias y los estudiantes.
"Mi política es que no son las familias ni los estudiantes los que deben financiar la universidad, sino los gobiernos y las comunidades autónomas".
Manuel Castells, ministro de Universidades, habla sobre la bajada de tasas en @carnecrudaradio. pic.twitter.com/tVksOdYynO
— Ministerio de Universidades (@UniversidadGob) September 10, 2020
Y cabe preguntarse, ¿es posible que él, un distinguido profesor en en la Universidad de Cambridge (2012-2014), en la Universidad de Santa Clara (2008-2010), en la Universidad de Oxford (2007-2010) y en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (2004-2009), no sepa que el dinero de los gobiernos y comunidades procede de los contribuyentes? ¿Y quiénes son esos contribuyentes? ¿Familias? ¿Personas físicas, al fin y al cabo? Es lógico preguntarse si lo que pretende el catedrático internacional es engañar a la población española o de verdad cree que el dinero del Estado nace en los árboles. Algo difícil de pensar, según su trayectoria, la de un marxista gourmet, un académico que donde dijo digo, dice Diego.
📰 "Mi modelo para el contexto español es una universidad pública y gratuita", Manuel Castells, ministro de Universidades.
Entrevista del ministro para @eldiarioes: https://t.co/wQFuIKlgcY pic.twitter.com/kbDGt8U7RW
— Ministerio de Universidades (@UniversidadGob) September 20, 2020
Desmontando a Castells
El ministro de Universidades, que llevó al Hemiciclo una de sus camisetas Equal Rights, en apoyo a su amiga Ada Colau, estudió en la Sorbona, entre otras universidades de prestigio en Francia, participó en las protestas de Mayo del 68, junto con los estudiantes de la alta burguesía convertidos a marxistas y, hasta ahora, se ha paseado por medio mundo.
Su línea de estudio se basó en la lucha de los movimientos sociales izquierdistas y, posteriormente, se centró en el rol que desempeñaban las nuevas tecnologías, las redes y el Estado. Fue a predicar sus tesis como asesor de los gobiernos de Chile, en la etapa de Salvador Allende y Ricardo Lagos, Nicaragua, durante el sandinismo, Rusia con Boris Yeltsin, China, México, Brasil, y ya en España, para la Junta de Andalucía y el Principado de Asturias. El catedrático disfrutó de libertades y privilegios impensables para un ciudadano chino o cubano.
Se convirtió en un gurú espiritual de los apasionados de la red en los 90, con su trilogía La era de la información. Azuzaba a ciberactivistas a defender la libertad de la que se gozaba en Internet y animaba a tensionar los gobiernos con los que no se estaba de acuerdo desde las plataformas digitales. Era la época del nacimiento de los hackers y Castells los analizaba. Muchos fueron los que le siguieron.
El profesor reconocía que al poder le ponía muy nervioso la libertad que traían las redes. En una entrevista de la televisión del Kremlin, Russian Today, en 2012, aseguraba que "el poder está en la mente y la mente se organiza a través de redes de comunicación, redes neuronales que están en el cerebro en contacto con redes de comunicación que están en nuestro entorno. Por lo tanto, quien controla la comunicación es capaz de controlar el cerebro y, por tanto, controla el poder". Y aquí viene lo más grave del asunto.
Castells, el mismo que se rasgaba las vestiduras por la libertad de las redes, llegado a ministro manifestó una de las intenciones más liberticidas escuchadas por un político a cargo de la educación universitaria en España. Castells señaló que el Estado debía intervenir las redes sociales para controlarlas.
"O tomamos en serio la intervención de las redes en la democracia o tenemos un problema muy grave", comentó con enfado en una entrevista con otro marxista gourmet, el Gran Wyoming. El ministro se refería a supuestos bots que criticaban al Gobierno durante la pandemia. Los quería eliminar. A lo Stalin. Cabe preguntarse también si Castells acabaría, además, con la creación de miles de bots por parte del Ministerio de Sanidad durante la pandemia para blanquear la figura de Fernando Simón. ¿O es que él estaba detrás de esta artimaña?
Vigilar el pensamiento
No es baladí que diga que se intervenga las redes sociales. De hecho, el sociólogo sabe que quien controla la comunicación controla el cerebro. ¿Quiere Castells vigilar nuestro pensamiento? Por supuesto, él bien sabe la poderosa herramienta de influencia que supone la red digital. En una entrevista en El País, Castells ya venía confirmando que "el poder tiene miedo de Internet". Y en Russian Today (RT) terminó por asegurar que "los políticos y banqueros son los que controlan los medios de comunicación". En esta línea, el ministro de Podemos, para demostrar su ciberactivismo, colaboró en el Partido X, una red de personas conectadas con objetivos afines a los que pregona el izquierdismo.
Es decir, Castells cuestiona ferozmente en 2012 el peligro de los gobiernos y su intervencionismo, para después amenazar con semejante intervencionismo en 2020. Es más, durante la entrevista en RT hace 8 años, concluyó que "defender la libertad en Internet es defender la libertad y punto, es la base. Los poderes establecidos odian Internet y, si pudieran, lo liquidaban". Ahora el poder es él. Castells, como buen comunista de postín que alcanza el poder, está dispuesto a liquidar la libertad digital del adversario. La única verdad posible es la de la izquierda. El ministro es el poder establecido y, por ello, odia a su contrario, tal y como asevera en su entrevista.
A este respecto, posiblemente, Castells esté detrás del Anteproyecto de Ley de Telecomunicaciones que permitirá que el Estado intervenga los servicios que operan en Internet (como WhatsApp, Telegram, Gmail...) en casos de emergencia y con el fin de enviar alertas. O lo que es lo mismo: por tu supuesto bienestar, el que consideran ellos. Bienvenidos a 1984. Ya está aquí.