La expansión del teletrabajo ha hecho que surja una figura que, aunque poco común por el momento, no deja de crecer. Se trata de los llamados nómadas digitales, que son aquellas personas que pasan todo el año viajando alrededor del mundo y trabajando de forma freelance para una o para varias compañías. Uno de los problemas que encuentran estos trabajadores es la fiscalidad, o más bien dónde tributar, ya que no cumplen con la norma de pasar más de 186 días – la mitad del año – en un mismo territorio, que es el requisito establecido para considerarse residente en un país.
Estonia se convirtió en el abanderado y pionero de crear un nuevo concepto que no estaba sobre la mesa: la visa digital. Ahora, Croacia ha anunciado que seguirá los mismos pasos que el país del este de Europa. Aunque, eso sí, los croatas todavía no han pasado la norma por el parlamento para recibir la aprobación y hacer de la medida algo tangible.
En cuanto a la legalidad, se trata de una figura que en la mayoría de los territorios está en el limbo legal. Se pueden pedir visados turísticos para residir en un lugar sin tener que tributar en él, pero no es la manera más apropiada para estos nómadas digitales, que trabajan para empresas asentadas en un país, pero viven en diferentes lugares.
¿Cómo funciona?
Quienes quieran solicitar una visa digital a Estonia necesitan cumplir con varias condiciones. La primera de ellas es la de trabajar en remoto, la segunda tener un contrato con una empresa extranjera, una compañía propia domiciliada fuera de las fronteras estonias o que la mayoría de los clientes sean de fuera del país. También se pide cobrar más de 3.500 euros brutos al mes, como publica Xataka.
Lo que permite esta visa es residir en Estonia sin tener que pagar impuestos en el país. Aunque, tampoco se ofrecen coberturas como la del seguro médico, que el trabajador tendrá que costear. A nivel fiscal se trata de una medida muy beneficiosa para el trabajador, mientras que para Estonia se convierte en una buena manera de atraer talento y dinero al país, ya que es necesario cobrar más de 42.000 euros al año para disfrutar de este estatus.