En los últimos años, el movimiento okupa ha protagonizado un sinfín de asaltos y ataques a la propiedad privada de las familias españolas. Lamentablemente, este tipo de protestas también se dan en algunos países de nuestro entorno y, en ciertos casos, el grado de violencia alcanza cotas de enorme gravedad.
Un ejemplo reciente lo tenemos en el Ayuntamiento de Leipzig. Con 1,1 millones de habitantes en su área urbana, se trata de la octava ciudad de Alemania según su número de residentes. De hecho, en tiempos de la antigua Alemania del Este, Leipzig fue la segunda localidad más poblada de la franja comunista.
La pasada semana convergieron en Leipzig distintos grupos antisistema, después de que la Policía desalojara el pasado miércoles a varios okupas. Además, diversos grupos de extrema izquierda se dieron cita en sus calles para protestar contra la "gentrificación" de algunos de los barrios de la ciudad. Dichos colectivos, que también tienen cierta actividad en capitales españolas como Madrid o Barcelona, censuran la entrada de inversión inmobiliaria en distritos antaño empobrecidos que ahora se están revitalizando gracias a la renovación de su parque de vivienda y a la llegada de nuevas empresas, comercios y vecinos.
Según los grupos que se oponen a la "gentrificación", esta mejora esconde una "lucha de clases", en la medida en que los precios del barrio pueden moverse al alza y el día a día del distrito puede quedar marcada por las preferencias de sus nuevos residentes. Sin embargo, este discurso anticapitalista parece desconocer la evidencia disponible, que no solo no desalienta sino que favorece este tipo de evolución urbana, en la medida en que repercute en más empleo (con mejores salarios) y más oferta de vivienda (con el consecuente contrapeso en los precios del arriendo).
Pero los grupos anti-gentrificación han convergido en Leipzig con diversos colectivos del movimiento okupa que, invocando argumentos similares, han procedido a tomar viviendas y edificios de Connewitz, en el marco de una estrategia coordinada que lleva semanas motivando enfrentamientos con los vecinos y los agentes de policía.
Alianza entre grupos antisistema de izquierda radical
Desde hace cuatro noches, la confluencia de ambos grupos de extrema izquierda ha derivado en episodios violentos de todo tipo, hasta el punto de que se ha cortado el paso del tranvía municipal por las calles del barrio y se ha movilizado un helicóptero policial que sobrevuela la zona afectada para facilitar la dispersión de los violentos.
El grupo de activistas está compuesto por unas 500 personas, aunque el núcleo más violento lo componen entre 100 y 150 okupas y antisistema que no han dudado en lanzar adoquines o petardos a los agentes policiales, incendiar contenedores, levantar barricadas improvisadas, destrozar mobiliario urbano, allanar viviendas y locales comerciales, etc.
Aunque la violencia en las calles de la ciudad ha subido de intensidad en los últimos días, las protestas violentas arrancaron el 21 de agosto, tras el desalojo de una casa okupa por parte de la policía. Lejos de aplacar a los activistas antisistema de extrema izquierda que lideran esta ofensiva, la actuación de la Justicia sirvió como pretexto para una nueva escalada en el grado de violencia observado en las calles de Leipzig.