Los datos publicados de paro registrado (PR) y de afiliación a la Seguridad Social (ASS) de agosto de este año muestran claramente que el mercado laboral no se recupera, que sigue con su tendencia bajista, que los contratos se hunden, que el empleo es de peor calidad, que se destruye empleo y que aumenta el número de parados.
No podía esperarse otra cosa después de haber llevado a cabo el cierre productivo más duro de todo el mundo. Todos los cierres que se produjeron fueron un error, pero el de la actividad económica en España es el mayor de todos esos errores, por ser el de mayor dureza y más intensas restricciones, que no sólo persisten sino que son cambiantes cada semana, casi cada día, con el desistimiento en sus obligaciones del Gobierno de la nación y el caos normativo regional que ello ha provocado.
Por tanto, al frenazo que supuso el absurdo y contraproducente cierre productivo, que se podría haber evitado adoptando medidas ágiles a finales de enero y, en cualquier caso, optando por otras soluciones más eficientes y menos agresivas con la economía en marzo, se une la incertidumbre e inseguridad jurídica generadas, que ahuyenta inversiones y reduce el consumo, más todavía de la pérdida de inversión y consumo que ya ha supuesto la reducción de prosperidad derivado del cierre productivo decretado en primavera.
Sin embargo, el Gobierno de la nación —y todas las administraciones en general, con honrosas excepciones— no terminan de darse cuenta de la ruina que está provocando el conjunto de decisiones restrictivas sobre la actividad económica que se están llevando a cabo. No son conscientes —y si lo son, es peor— del daño que están causando: cientos de miles de personas que han perdido su empleo, casi otro millón todavía en ERTE, sin saber muy bien qué va a ser de su futuro, y cientos de miles más que han vuelto a su puesto de trabajo pero que no saben, con las cambiantes restricciones y la pésima gestión gubernamental que se está haciendo, si van a poder conservarlo. Mientras, las colas del hambre han vuelto, desgraciadamente, a España, mientras casi en cada manzana de casas de zonas comerciales hay, al menos, entre tres y diez locales en los que cuelgan carteles con la leyenda "se vende", "se alquila", "se liquida" o "se traspasa". Sólo hace falta pasear un rato para darse cuenta de ello. Negocios que han aguantado durante décadas, incluida la anterior crisis, y que este cierre productivo decretado, junto con las posteriores restricciones duras y cambiantes, han hundido.
Todo ello, se refleja en los últimos datos de empleo publicados.
El paro
El paro registrado ha aumentado en 29.780 personas en agosto. Unido al incremento de parados en marzo, abril, mayo, junio, julio, con agosto, el paro ha subido en estos cinco meses en 556.947 personas. El número de parados se sitúa en 3.802.814 personas. El incremento interanual es de 737.010 personas, un 24,04% de incremento. Son seis meses consecutivos de fuertes incrementos porcentuales del paro en tasa interanual:
- Marzo: 9,01%.
- Abril: 21,10%.
- Mayo: 25,27%.
- Junio: 28,09
- Julio: 25,29%
- Agosto: 24,04%
Si no se logra mantener en pie el tejido productivo, la destrucción de empresas provocará que todas las personas afectas por los ERTE engrosen el paro registrado.
Por sectores:
- Hay 2.981 parados más en industria.
- Hay 7.983 parados más en construcción.
- Hay 20.216 parados más en servicios.
Por sexos:
- El paro masculino se incrementa en 9.453 personas.
- El paro femenino se incrementa en 20.327 personas.
Por edades:
- El paro juvenil aumenta en 7.804 personas.
- El paro de los mayores de veinticinco años sube en 21.976 personas.
Bajan los contratos:
- Un 26,40% interanual en el mes (401.259 contratos menos).
- Un 32,23% interanual en los ocho primeros meses del año (4.734.065 contratos menos).
- Los contratos indefinidos caen un 21,90% interanual en el mes.
La Seguridad Social
La afiliación a la Seguridad Social sube en agosto en 6.822 personas. No se contabilizan los ERTE, porque al ser suspensión de empleo siguen dados de alta en la Seguridad Social. Si no se salva al tejido productivo, con mayor liquidez y reabriendo la economía, esos afectados por ERTE verán destruido su empleo.
Pero no es más que un mero espejismo estacional, porque en términos interanuales los afiliados disminuyen en 527.851 personas. Es el peor dato interanual de un mes de agosto desde 2013.
Esto denota que el dato mensual no es representativo, al ser el dato interanual fiel reflejo de la marcha de la economía sin que el momento estacional lo esconda, al compararse el mes de agosto de este año con el mismo período del año pasado, que elimina toda estacionalidad.
El último día del mes se perdieron 211.566 afiliados, el peor registro el último día del mes en todo el año.
Hay 101.814 empresas menos que hace un año, según la Seguridad Social, 76.999 desde el dato de febrero, lo que demuestra que la caída de la economía ya venía de antes, cosa que el Gobierno negaba.
Estos resultados son el fiel reflejo de la catástrofe que muchos políticos, especialmente los del Gobierno de la nación, con su presidente a la cabeza, que es quien debería liderar la gestión, están produciendo. No se trata de ser demagogo y decir que los políticos cobran sueldos altos, porque no es verdad que los sueldos sean elevados, sino más bien escasos para el nivel de responsabilidad que tienen -otra cosa es que ahora mismo haya muchos políticos que no den el nivel suficiente para estar en los puestos que ocupan, que son legión, pero eso es un problema del sistema de partidos que tenemos, empeorado con la llegada del populismo, no de que la retribución sea alta-; lo que sí sucede es que salvo suspensión de pagos de España, que al estar en la zona euro gracias a Dios no parece probable que ocurra, los políticos no ven peligrar sus ingresos, y el entorno laboral en el que viven -la función pública- es un entorno con el puesto de trabajo garantizado, con lo que en su día a día ven estabilidad laboral, en contraste con la realidad económica, que es dramática. Por tanto, salvo por familiares y amigos, no perciben el drama más allá de las estadísticas, hecho que hace que minimicen la importancia de la crisis económica.
O cambian, y con toda la prudencia del mundo hasta que haya vacuna y fármacos, pero también con toda la determinación, coraje y valentía, se protege a los grupos de riesgo, dejando que el resto de ciudadanos retorne a la normalidad sin adjetivos, o el hundimiento económico puede ser tal que estemos largos años en unos niveles de prosperidad muy deteriorados, que, a la larga, serán más graves, en todos los aspectos -también en el sanitario y en el de fallecimientos por todo tipo de enfermedad- que los directamente derivados del coronavirus.