Aplausos. España es señalada en foros y estudios internacionales como el país que peor ha gestionado la pandemia de toda Europa. Aplausos. España logra el doblete y encabeza los ránking de paro, paro juvenil y desplome del PIB en el primer semestre del año de toda Europa. Aplausos. La segunda oleada pilla al presidente del gobierno de vacaciones y vuelve el baile de cifras ante la estupefacción de todo tipo de agentes y observadores internacionales.
¿Aplausos? Nos esperan los peores meses de nuestra historia reciente. Tal y como muchos nos temíamos, 2008 nos va a parecer una anécdota comparado con lo que vamos a comenzar a ver ya en el cuarto trimestre del año.
Mientras la minoría selecta que rodea a nuestro gobierno continúa aplaudiendo y desplegando su performance, la inmensa mayoría observamos la crónica de una crisis anunciada. Los indicios que mostraban los datos adelantados estaban en lo cierto y la caída en desgracia de nuestro país ya es un hecho. Estamos materializando todos los riesgos que acumulábamos a la baja en tan sólo unas semanas, y aún no ha llegado septiembre/octubre y, con ellos, la segunda ola avisada por todos los expertos.
El consenso de analistas ya se ha doblegado al baño de realidad que muestra la realidad: Nuestro país ha sufrido la mayor rebaja de las expectativas de crecimiento de Europa y de la OCDE en el mes de agosto. El mercado descuenta una caída del 11,5% en 2020, sin la campaña de gripe ni los meses de octubre y noviembre (los de mayor riesgo para la pandemia) pasados.
En este punto merece la pena copiar una predicción que hicimos en esta misma columna el pasado 13 de junio: El PIB caerá entre un 12 y un 15% interanual, la tasa de paro estará en torno al 25%, el déficit va a superar el 10% del PIB y la deuda pública se situará en torno al 120% del PIB.
La mantengo, con margen de error (a la baja) en términos de deuda pública. Podemos acercarnos, e incluso superar ligeramente, el 125% del PIB.
Los datos del sector turístico durante los meses de julio y agosto han sido sencillamente aterradores. Un sector que supone casi el 15% del PIB y buena parte del empleo no sólo ha sido abandonado a su suerte desde el punto de vista económico, sino que el desconcierto entre nuestros visitantes y la absoluta dejadez en las medidas de seguridad tomadas tanto en las entradas como en las salidas del país han provocado lo más parecido al caos que vamos a ver en una etapa de paz: Caída acumulada del 70% en el número de visitantes y las agencias de viaje han visto desplomarse su negocio un 95%.
Ningún sector de ningún lugar del mundo puede sobrevivir así. ¿Cuál es la consecuencia?
- Según la AIReF regiones como Baleares, Cataluña (19% del PIB español) y Canarias podrían haber caído un 26,4, 22 y 21%, respectivamente.
- El sector se enfrenta a la destrucción de unos 300.000 puestos de trabajo, según Exceltur, a lo que hay que añadir más de 400.000 trabajadores (incluyendo sectores adyacentes) que aún permanecen en un ERTE y no tienen ninguna perspectiva de vuelta a sus puestos de trabajo.
Mientras el gobierno de España continúa en su representación particular para esconder la realidad (el margen de actuación es nulo porque las arcas públicas están en los huesos) la crisis avanza y nadie es capaz de imponer cordura, orden ni concierto.
Los datos de paro que hemos conocido esta semana son catastróficos. Ya advirtió la ministra Calviño de que el último día de agosto había sido especialmente negativo. Las cifras han dejado esta afirmación corta: se han destruido 216.000 empleos, casi 4 veces más que el año pasado.
La realidad del mercado laboral se impone a los aplausos y al espíritu de triunfo a cualquier precio: España ha recuperado poco más del 20% perdido a raíz de la crisis. El mercado laboral ha perdido todos los avances de los últimos 5 años, y las perspectivas son negativas.
Sin empresas no hay recuperación del empleo posible, ni recaudación pública ni sector público capaz de cumplir con los compromisos asumidos con el ciudadano en nombre del estado de bienestar.
Y la panorámica que ofrece el tejido empresarial español dibuja la misma curva que presentaría un encefalograma plano. Sólo durante el mes de agosto el Banco de España:
- Ha advertido de que el 25% de las empresas está en riesgo de quiebra técnica. Esto, más allá de una situación inminente de quiebra técnica, supone problemas de acceso a crédito y, por lo tanto, de vuelva a la inversión y a la contratación.
- Ha cuantificado en un 63% la reducción del beneficio ordinario en el primer trimestre, con tan sólo 15 días de estado de alarma.
- Ha publicado estadísticas de financiación a sociedades no financieras, que están creciendo a niveles no vistos desde 2008/2009.
Esto, en un país que ha perdido 100.000 empresas en el último año, de las cuales 77.000 durante la pandemia, y en el que 280.000 autónomos están en riesgo de echar el cierre en los próximos meses es poco menos que una catástrofe.
El plan que ha ofrecido el gobierno al tejido empresarial ha sido una alfombra roja de 100.000 millones de euros para financiar operaciones de crédito con las que pagar la cuantiosa factura fiscal que tienen que afrontar. Sin vuelta al crecimiento, los meses de abril y mayo de 2021 pueden ser un nuevo hito histórico en términos de morosidad del sector empresarial.
¿Aplausos? Los que ya estamos comenzando a escuchar en las colas del paro o en centros de ayuda a familias sin recursos convertidos en gritos ahogados por la frustración. La realidad tras los aplausos es que España también lidera el crecimiento de empresas con problemas de insolvencias en 2021 de toda Europa.
España se está convirtiendo en el primo conflictivo de la Unión Europea. Cada 10 años somos un problema para nuestros socios y tenemos que acudir a un rescate sin ofrecer soluciones estructurales para una economía que, es evidente, se ha instalado en el inmovilismo y en el populismo.
Las arcas públicas ya comienzan a vaciarse. España ha acudido a los fondos SURE (21.400 millones) con una estimación basada en certezas: El agujero en la seguridad social durante el primer semestre supera los 22.000 millones.
Italia, Francia, Alemania, y el resto de las grandes potencias europeas están bajando impuestos y llevando a cabo planes de reactivación para tratar de sofocar el tsunami que se nos viene encima. Nosotros aplaudimos y dejamos morir de inanición a nuestras empresas. Y esto no ha hecho más que empezar.