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EDITORIAL

Los nefastos augurios del pésimo agosto

El destrozo será descomunal en una economía que en unos meses ha destruido todo el camino recorrido en 10 años.

Ni recuperación en V ni brotes verdes. Los últimos datos del paro desbaratan el relato que está pergeñando el Gobierno sobre la crisis, de la que no sólo no estamos saliendo sino que cada vez tiene peor cariz. Agosto ha sido catastrófico en términos de empleo, con 737.010 parados más que hace un año, el mayor incremento en ese mes desde el año 2009, cuando, en pleno estallido de la burbuja inmobiliaria, el INEM vio engordar sus listas con más de un millón de personas. En aquel entonces, el ministro de Trabajo del infame José Luis Rodríguez Zapatero, Celestino Corbacho, también afirmaba que veía indicios de recuperación. Los socialistas parecen como incapacitados para decir la verdad a la ciudadanía. Corbacho no se arredró y llegó a negar tajantemente que fuéramos a llegar a los cuatro millones de parados. "De ninguna de las maneras. Nos quedaremos muy por debajo", decía sin vergüenza. Ya en 2010 se superó con creces esa cifra tremebunda.

El número de parados al cierre de agosto ha sido de de 3,8 millones, lo nunca visto desde 2015. Si la debacle económica –y todos los indicadores apuntan en esa dirección–, los espantosos niveles de paro del zapaterato va a ser pulverizados. Mientras tanto, Sánchez y sus ministros no dudan en imitar el modus operandi del presidente que llevó al país a la mayor ruina de los últimos decenios. Los secretarios de Estado de Trabajo y Seguridad Social están teniendo el cuajo de hablar de datos "moderadamente positivos", que "continúan la tendencia de mejoría del empleo" y apuntan a "una vuelta a la normalidad", incluso de "un mes históricamente positivo en una situación históricamente negativa". El mercado laboral ha perdido la friolera de 527.851 afiliados en el último año –la peor cifra desde agosto de 2013–, pero ellos están tan contentos con la irrisoria subida de 6.822 afiliados respecto a julio, lo cual es completamente irrelevante para analizar la realidad a la que nos enfrentamos.

Los correveidiles de Yolanda Díaz y José Luis Escrivá han tenido la desfachatez de ocultar que España sólo ha logrado recuperar el 20% del empleo perdido por el coronavirus. Que 76.999 empresas hayan desaparecido desde febrero tampoco fue digno de mención en su comparecencia. Se trata de datos que no hacen sino confirmar que el destrozo será descomunal en una economía que en unos meses ha destruido todo el camino recorrido en 10 años.

La nefasta gestión del Ejecutivo social-comunista, los rebrotes del coronavirus y la ausencia de turistas extranjeros han truncado cualquier atisbo de optimismo. No es de extrañar, pues, que, tras dos meses al alza, el sector servicios volviera a contraerse en el mes estrella del verano, tal y como ha revelado el prestigioso índice PMI. Este indicador adelantado, junto al Índice de Sentimiento Económico de la UE, que sitúa a España como el único país europeo donde empeora la confianza en agosto, son fiel reflejo de la catástrofe que se nos viene encima y de la que el Gobierno es tremendamente responsable.

En estos momentos, da la desesperante impresión de que la recuperación será incierta, dolorosa y, sobre todo, lenta.

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