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Más contagios, menos graves: las 5 claves para entender los rebrotes de covid-19 en Madrid

Resulta de especial interés repasar los datos referidos al exceso de mortalidad para medir mejor la gravedad del actual escenario epidemiológico.

Resulta de especial interés repasar los datos referidos al exceso de mortalidad para medir mejor la gravedad del actual escenario epidemiológico.
Un sanitario efectúa una prueba a una posible paciente | EFE

En los peores meses de la primera ola de la pandemia, la falta de fiabilidad de las estadísticas oficiales de fallecidos por covid-19 obligó a los medios de comunicación a buscar fórmulas alternativas para medir el número real de defunciones que realmente estaba provocando el patógeno originario de China.

Fue así como se popularizó el uso del Sistema MoMo, que mide la evolución de la mortalidad y permite estimar hasta qué punto las defunciones observadas en un determinado periodo se corresponden con los patrones habituales o, por el contrario, reflejan un aumento o una reducción estadísticamente significativa.

El Sistema MoMo permitió constatar que España registró en el primer semestre del año los peores datos de mortalidad per cápita de toda la OCDE, con un aumento del 56% respecto al número de decesos estimado para los meses que van de enero a junio. En la práctica, esto significa que las víctimas mortales se situaron cerca de las 48.500, casi duplicando los datos reconocidos por el gobierno. En clave mundial, y ajustando el total de fallecidos al tamaño de la población de cada país, sólo Ecuador y Perú presentan un mayor crecimiento de la mortalidad que el observado en España.

Por este motivo, ahora que los contagios detectados por covid-19 están subiendo con fuerza en regiones como Madrid, resulta de especial interés repasar los datos referidos al exceso de mortalidad, puesto que de esta forma podemos medir mejor la gravedad del actual escenario epidemiológico.

Si hacemos este ejercicio, podemos comprobar que la evolución de la mortalidad ha sido claramente decreciente en los últimos meses. Desde el mes de mayo hasta hoy, y a pesar del aumento en los positivos por covid-19, la mortalidad real está un 6% por debajo de la esperada. En cifras absolutas, esto significa que se han producido 10.903 decesos, frente a los 11.598 que anticipaban los modelos del Sistema MoMo, basados a su vez en los patrones históricos y otros factores.

De hecho, si estudiamos cómo evoluciona la mortalidad desde mayo hasta agosto, vemos que solo en un día (el 1 de agosto) se ha superado el total de fallecidos esperados, pero en dicha fecha solo se produjo un exceso de mortalidad de 4 fallecimientos y, además, los datos que maneja la sanidad madrileña vinculan dichas defunciones a las altas temperaturas de los días previos y no al covid-19. Por otro lado, desde esa fecha hasta finales de mes, la cifra de fallecidos ha evolucionado a la baja, hasta situarse en la actualidad por debajo de la banda baja de estimaciones del Sistema MoMo, tal y como se puede ver en el gráfico adjunto.

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Por otro lado, si analizamos la curva de fallecidos asociada al covid-19 podemos ver que la situación sanitaria a finales de agosto es muy distinta a la de mediados de marzo. Mientras que en los peores momentos de la pandemia llegaron a darse alrededor de 600 muertes diarias, los niveles observados en los últimos días son mucho menores.

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En este sentido, es importante destacar que, mientras que en marzo y abril hubo muchos ingresos hospitalarios que terminaron en el deceso del paciente contagiado de coronavirus, las cifras de verano muestran que el total de altas hospitalarias es relativamente alto en comparación con los nuevos ingresos, siendo ambas magnitudes mucho más bajas que las de la primera ola de contagios.

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La incidencia del covid-19 sigue siendo mucho más grave entre los mayores. Y es que, aunque las hospitalizaciones y los ingresos UCI se producen entre todos los grupos de edad, las defunciones se concentran entre la población de más de 60 asó y, especialmente, entre los mayores de 70 años, que concentran el 80% de las defunciones (siendo el 70% mayores de 80 años). En este sentido, la menor gravedad de los rebrotes de verano se explicaría, entre otros factores, por el hecho de que la población de mayor edad está sufriendo muchos menos contagios que en el primer semestre del año.

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Se confirma, pues, un patrón claro: hay más positivos, en parte porque la capacidad de rastreo ha mejorado notablemente con respecto al primer semestre, pero el cuadro médico de los nuevos contagiados es mucho menos grave que el de los peores momentos de la pandemia, como muestra por ejemplo el hecho de que haya 8.500 casos que simplemente requieren un seguimiento domiciliario, sin requerir ingreso hospitalario. Así, aunque en la última semana ha aumentado en 15.550 el número de positivos, el crecimiento en la cifra de hospitalizados ha sido de 512, cifra que supone un 3,3% del total de contagios detectados. Por otro lado, los ingresos UCI han sido 53, un porcentaje que supone el 0,3% de los positivos y un 10% de las hospitalizaciones.

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