Mientras prosigue la investigación orientada a encontrar una vacuna o un tratamiento efectivo contra el covid-19, en Israel se anuncian nuevos y prometedores avances en el campo del diagnóstico. Frente a los test rápidos y las pruebas estándar conocidas hasta ahora, el Centro de Medicina de Sheba ha anunciado importantes avances en un proyecto de test súper rápido realizado con saliva.
Los avances logrados hasta ahora son especialmente prometedores porque los resultados que arroja este examen están disponibles en cuestión de segundos. Ya no sería necesaria la espera de entre 15 y 20 minutos que hoy requieren los llamados test rápidos, sino que el diagnóstico sería casi instantáneo.
La posibilidad de conocer con rapidez si el interesado está contagiado o no de covid-19 haría mucho más sencilla la reapertura de sectores económicos que hoy se ven sujetos a graves restricciones. Bastaría con hacer el examen a las puertas de un restaurante o de un evento de masas para actuar inmediatamente si hay algún contagiado y permitir que el resto de los asistentes siga sus planes con normalidad.
Según informa Reuters, los primeros ensayos, realizados con cientos de contagiados de covid-19, muestran que este test súper rápido presenta un altísimo grado de fiabilidad, ya que sería capaz de detectar positivos con un 95% de confianza. Se aleja, pues, otro de los fantasmas que ha perjudicado la detección del patógeno: el del fraude y los fallos en los exámenes de diagnóstico.
En términos económicos, el proyecto de test súper rápido del Centro de Medicina de Sheba también se antoja prometedor, puesto que la empresa que está preparando su despliegue comercial, Newsight Imaging, calcula que el precio de la máquina examinadora será de apenas 200 dólares, mientras que cada test tendrá un coste de 25 céntimos.
Puesto que el desarrollo de una vacuna o un tratamiento efectivo requerirá muchos meses de espera, este tipo de avances se antojan vitales para facilitar la adaptación al covid-19. El tiempo dirá si los investigadores israelíes son finalmente capaces de sacarlo al mercado, pero todo apunta a que, si lo logran, se trataría de una tecnología transformadora que facilitaría la reapertura casi total de la economía con un coste casi inexistente y un altísimo grado de seguridad sanitaria.