La economía española está siendo fuertemente zarandeada por la crisis económica derivada del coronavirus. La ausencia de medidas tempranas, como el cierre de fronteras con China a finales de enero y con Italia en febrero, junto con otras medidas más leves, se podría haber evitado el recurso a la solución medieval que adoptó el Gobierno -también otros gobiernos, pero el nuestro especialmente-, que ha hundido la economía.
Ni hubo un plan preventivo, ni hubo un plan sanitario, ni lo ha habido ni hay económico. Tanto decir que no iban a dejar a nadie atrás y todos vamos a estar detrás, porque es a la economía española a la que están dejando rezagada. El virus no se iba a ir de un día para otro por decreto, pero también es verdad que aunque el número de contagios ha vuelto a aumentar -puede que por hacer ahora más pruebas, entre otras razones-, de momento está siendo más leve, y con una tasa de mortalidad sobre contagiados que es casi la centésima parte que cuando se produjo el encierro.
Sin embargo, el Gobierno sigue sin hablar claro, y ha delegado todo a las CCAA, a las que ha dejado a su suerte y que están creando normativas distintas, que genera tal confusión que contribuye a incrementar el pánico, el desasosiego y el hundimiento económico, con ocurrencias continuas más basadas en la propaganda que en la eficiencia.
Todo ello, hace que la economía se esté resintiendo mucho, entre las restricciones, el pánico que incrementan las decisiones sin rumbo de las administraciones y la ausencia de un liderazgo en la gestión que diga la verdad, que no es otra que no hay que bajar la guardia, hay que proteger a los grupos de riesgo, pero el resto debe volver a impulsar, con más esfuerzo si cabe, su actividad y, con ello, el empleo.
Con todas las restricciones establecidas, un sector que se resiente mucho es el turismo, que es una de las ramas de actividad económica principales en España. Son tantas las restricciones impuestas que, lógicamente, los clientes cancelan sus reservas, pues para estar a disgusto o ser anotados en listas de dudoso carácter constitucional, simplemente prefieren quedarse en sus casas, unido al pánico que desde las administraciones y desde muchos medios de comunicación se está alimentando.
Luego, las administraciones se sorprenderán de que el PIB caiga casi un 20% o de que el empleo se destruya a borbotones, y clamarán por la precaria situación en la que van a quedar muchas familias, muchos ciudadanos, pero esa situación la habrán creado dichas administraciones, con su incompetencia. Lo único que harán entonces las distintas administraciones es pedir más dinero para gastar más, pero no atajar, verdaderamente el problema. Es lo que han hecho hasta ahora: el Gobierno pedirle dinero a la UE y las CCAA al Gobierno, mientras éste pugna por ver quién se gasta el remanente de los ayuntamientos, si éstos o el Ejecutivo, cuando el dinero es de los ciudadanos, que no tienen ni arte ni parte en todo este desastre.
Con todo este caos de incompetencia creado, el turismo es, como decimos, una de esas ramas de actividad afectadas, terriblemente afectadas. Así, las pernoctaciones sufrieron un descenso del 70,5% en el primer semestre de este año comparado con el mismo semestre del año anterior. Si analizamos junio, en tasa interanual la caída es de un 95,1%.
Si lo segmentamos por residencia, podemos comprobar cómo el descenso interanual de pernoctaciones entre los residentes en España es de un 87%, mientras que las de los no residentes caen un 98,8%.
Eso se traduce en una drástica caída de la ocupación de las plazas ofertadas, con sólo un 18,8% del total y con un 20,4% en fin de semana.
Eso equivale a un descenso interanual en las plazas hoteleras ofertadas de un 71,5% en total y de un 71,9% en fin de semana.
Todo ello, ha originado una caída del precio de los hoteles de un 11,07% interanual, que en el caso de los hoteles de cinco y cuatro estrellas supone una caída del 25,52% y del 9,83% interanual, respectivamente.
Eso hace que la rentabilidad del sector hotelero se haya hundido. De ese modo, su facturación media diaria por habitación ocupada en junio cae un 37,8% interanual, mientras que el ingreso medio diario por habitación disponible desciende un 80,6% interanual.
En definitiva, la mala gestión y la poca claridad de las medidas que se adoptan, que generan confusión y pánico, hacen que los consumidores y las empresas no sepan a qué atenerse y eso provoca el hundimiento de la economía, como el ejemplo que hemos visto en el sector turístico, tan esencial para nuestra economía. O se rectifica de inmediato o las administraciones, con su equivocada política nos van a provocar una larga y dura crisis, con millones de desempleados durante largo tiempo.