Desde que estalló la crisis del covid-19, Salvador Illa y Fernando Simón han protagonizado decenas de ruedas de prensa dedicadas a comentar la evolución de la pandemia. Una y otra vez, el responsable del ministerio de Sanidad y el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias han insistido en medir la evolución de la mortalidad a partir de datos oficiales, dejando fuera de las estadísticas a todo aquel que falleciese sin haberse realizado un test.
Sin embargo, el aumento tan acusado de la mortalidad que se ha registrado en los últimos meses ha hecho que tales aseveraciones se conviertan en papel mojado ante la opinión pública. Aunque el gobierno sigue insistiendo en que el número de decesos provocados por el patógeno ronda los 30.000, la mayoría de medios de comunicación han reflejado ya que el aumento de la mortalidad ocurrido durante la pandemia ha sido mucho mayor y ronda los 45.000 decesos.
En el siguiente gráfico, elaborado por el Financial Times con cifras referidas al exceso de mortalidad, se puede comparar la situación española con otros países. El diario británico parte de que el covid-19 nos ha dejado 48.500 decesos, lo que supone un 56% más respecto a la mortalidad esperada para el primer semestre.
Centrando el tiro en los mercados OCDE, podemos ver que el aumento fue mucho mayor en nuestro país que en el resto de economías desarrolladas. Tampoco son buenos los datos de Chile, Reino Unido, Italia o Bélgica, que se mueven en niveles que van del 40% al 46% de aumento de la mortalidad.
Más moderado fue el repunte en Francia, Países Bajos, Suiza, Suecia o Estados Unidos, donde las subidas registradas oscilaron entre el 23% del país norteamericano y el 31% de la república gala. Nuestro vecino Portugal se quedó en un 11%, mientras que Austria se anotó un 8%, Dinamarca registró un 6% y Alemania logró contener el aumento de la mortalidad en un 5%.
El mejor escenario posible, eso sí, es el de Islandia, Israel o Noruega, tres países donde no se observa un aumento de la mortalidad durante la pandemia del covid-19. Esto no significa que el patógeno no dejase fallecidos en dichos países puesto que, de hecho, su propagación se cobró las vidas de 10 islandeses, 560 israelíes y 256 noruegos. No obstante, estos datos suponen un porcentaje muy bajo en relación con la población y, de hecho, coincidieron con una reducción de la mortalidad provocada por otras causas, lo que hizo que el saldo total de fallecidos del primer semestre no registrase crecimiento alguno.
La comparativa con Estados Unidos e Israel es interesante por varios motivos. En el caso del país norteamericano, las críticas a la gestión de la Administración Trump han sido una constante en los medios de comunicación europeos. Sin embargo, los datos muestran que el exceso de mortalidad se ha movido en niveles intermedios, de modo que el cuadro sanitario dista mucho de ser tan nefasto como el observado en España.
En cuanto a Israel, su bagaje ha sido especialmente positivo porque, a pesar de que la pandemia se ha reproducido en dos oleadas, la letalidad asociada a la misma ha sido relativamente baja. En total, el país ha registrado un total de 76.642 positivos, de los cuales 51.329 se han recuperado y 24.411 siguen lidiando con la enfermedad pero presentan una situación delicada. Por el contrario, el número de pacientes graves es de 341 y la cifra oficial de fallecidos es de las más bajas de la OCDE (60 por cada millón de habitantes).
Solo Ecuador y Perú superan a España
Analizando las cifras de exceso de mortalidad en clave global, encontramos que solo Ecuador y Perú arrojan un exceso de mortalidad por habitante mayor que España para el primer semestre del año, tal y como vemos en el siguiente gráfico, elaborado también por el Financial Times con datos referidos al aumento de decesos respecto al promedio histórico.