El acuerdo europeo para activar un Plan de Recuperación que apuntala la economía del Viejo Continente tras la crisis derivada de la pandemia de la covid-19 incluirá "rescates" condicionados a la aprobación de determinadas medidas y reformas. En el caso de España, cada vez son más las voces que apuntan a una posible subida del IVA y otros impuestos indirectos.
Tal aumento se apoyaría en una narrativa que el gobierno de PSOE y Podemos lleva ya tiempo cultivando y que, en esencia, sostiene que España no puede "financiar un Estado de Bienestar de primera división con unos ingresos fiscales de tercera división". Es por eso que, de forma recurrente, las dos formaciones que conforman el gobierno aluden a la necesidad de "armonizar" nuestro sistema tributario para igualar nuestros niveles de presión fiscal a los ratios observados en el conjunto de la Unión Europea.
José Félix Sanz y Desiderio Romero, expertos de Funcas especializados en asuntos tributarios, consideran sin embargo que la popularidad del indicador de presión fiscal, consistente en dividir la recaudación entre el PIB, no implica que esta sea una métrica robusta. "El índice de presión fiscal es impreciso, poco informativo y de una utilidad muy limitada para realizar prescripciones de política fiscal", explican en un artículo suscrito al alimón.
Entre las limitaciones que identifican ambos economistas en torno a dicho indicador está el hecho de que la medición de la presión fiscal "no dice nada de la composición del sistema fiscal que genera esa recaudación ni tampoco desglosa cómo se distribuye la carga fiscal entre los contribuyentes. Asimismo, tampoco tiene en cuenta el esfuerzo que requiere la generación de PIB, puesto que una misma presión fiscal puede exigir sacrificios fiscales muy distintos".
Como ejemplo de esto último, Sanz y Romero explican que, si en España se aplicase una presión fiscal homóloga a la de Dinamarca (45,4% del PIB), estaríamos creando un marco recaudatorio idéntico a pesar de que la renta por habitante del país nórdico duplica la nuestra (51.600 vs 24.000 euros). Por tanto, habida cuenta de las diferencias entre países, los dos autores consideran "deficiente" el indicador impositivo de la presión fiscal, "no tanto en sí mismo y en su cómputo, como en el uso obsesivo que se le está dando, convirtiéndolo en el elemento esencial, casi único, sobre el que descansa el debate actual en materia fiscal. Puede ser una medición útil, pero su protagonismo es desproporcionado. Un análisis riguroso de los sistemas fiscales requiere de técnicas estadísticas, econométricas y de modelización matemática mucho más elaboradas".
Calculando el esfuerzo fiscal
En este sentido, los dos expertos de Funcas señalan que, si se pretende usar la presión fiscal como argumento central, entonces debe acompañarse de otro índice agregado que mejora nuestro entendimiento de la situación tributaria. Se trata del cálculo del esfuerzo fiscal, propuesta hace más de medio siglo por economistas como Henry Frank o Richard Bird. Ambos indicadores miden la recaudación sobre el PIB, pero a continuación la complementan con la capacidad económica de los contribuyentes.
Sanz y Romero han calculado el Índice de Esfuerzo Fiscal para las veinte principales economías de la OCDE y han encontrado que España ocupa el cuarto país de la tabla en el Índice de Frank o el quinto escalón del ranking en el Índice de Bird. Aunque somos el décimo quinto país en lo tocante a la presión fiscal, figuramos en el top cinco de las economías desarrolladas con mayor esfuerzo fiscal.