El equipo de comunicación del gobierno español es consciente de que el acuerdo logrado a nivel europeo encierra retos importantes que comprometen directamente algunos de los objetivos centrales de la legislatura. Ello explica, por ejemplo, los aplausos coreografiados que le han dedicado ministros y parlamentarios de PSOE y Podemos al presidente Pedro Sánchez, primero en Moncloa y después en las Cortes. El empeño es claro: trasladar la idea de que España se va a beneficiar notablemente del pacto alcanzado a nivel comunitario.
En el otro extremo están quienes creen que, detrás de esa fachada, lo que hay realmente es una honda preocupación, puesto que las medidas acordadas con el resto de socios europeos obligan a Pedro Sánchez a seguir una línea de política económica ortodoxa, alejada del radicalismo que caracterizó el acuerdo de gobierno suscrito hace un semestre por socialistas y comunistas. Siguiendo esta línea de argumentación, Sánchez está ahora bajo tutela y se verá obligado a cumplir a rajatabla con todo aquello que le dicten desde Bruselas.
Sin embargo, hay razones de peso para pensar que, en la práctica, el desarrollo del rescate puede terminar arrojando un resultado mucho menos favorable de lo que esperan muchas de las voces que han interpretado el pacto europeo como una forma efectiva de someter al gobierno español a una línea de política económica más moderada. A continuación se enumeran tres de esas razones.
1. Subidas de impuestos
Entre las recomendaciones habituales de los técnicos de la Comisión Europea que ahora van a servir como base para desbloquear las ayudas y los préstamos correspondientes a nuestro país se incluyen frecuentes llamados a subir los impuestos para reducir el déficit. Bruselas opina que el IVA y otros impuestos al consumo, caso de los especiales, deben aumentar para acabar con la brecha fiscal que arrastra España desde hace doce años. De modo que es probable que veamos nuevos aumentos de los impuestos a raíz de lo pactado.
2. Vía libre para la "transición ecológica" y la "digitalización".
La Comisión Europea insiste a menudo en acelerar la "transición ecológica" o de promover la "digitalización" de la economía. Se trata, también, de dos puntos prioritarios para el PSOE y Podemos, de manera que el acuerdo puede exacerbar este tipo de medidas, que incluye por ejemplo la asfixia regulatoria de la industria de la automoción, para la que se plantean objetivos muy duros y costosos de reducción de emisiones a pesar de todo el progreso alcanzado en las últimas décadas, amén de otras reglas perjudiciales como las de limitar la movilidad en las capitales de provincia. También la noción de la digitalización levanta suspicacias y dudas razonables, puesto que tal logro se pretende alcanzar a partir de grandes planes de gasto público y de un sinfín de subvenciones cuya eficacia está más que cuestionada.
3. La tutela no tiene por qué ser efectiva
Los "rescates" aprobados tras la pasada crisis financiera y económica son una buena demostración de que este tipo de acuerdos generan grandes tensiones geopolíticas. De hecho, durante el curso de las negociaciones celebradas en los últimos días han vuelto a aflorar las diferencias entre los gobiernos del Norte y del Sur de Europa. Durante la década pasada, la tragedia griega puso de manifiesto que estas discrepancias entre unos y otros no se resuelven necesariamente de forma cooperativa y constructiva. Así, el país heleno retrasó durante años la adopción de las medidas acordadas y terminó bordeando el colapso financiero y económico, con un corralito y un default técnico de los que solo salió cumpliendo, esta vez sí, un draconiano programa de ajustes. Esta vez, el "freno de emergencia" acordado por los líderes europeos puede obligar a España a acelerar las reformas más incómodas, pero solo el tiempo dirá si este mecanismo es capaz de superar los múltiples fracasos del pasado. De hecho, no hay que olvidar que, al cierre de 2019, nuestro país triplicó el objetivo de déficit acordado solo un año antes con Bruselas, algo que la Comisión no fue capaz de anticipar (y mucho menos evitar). Por tanto, aunque acordar que todo el paquete esté sujeto a condicionalidad es importante, lo verdaderamente relevante es asegurar que se cumplen tales condiciones.