Angela Merkel, Emmanuel Macron, el primer ministro italiano Giuseppe Conte y Pedro Sánchez se han reunido a primera hora de este sábado con el primer ministro holandés Mark Rutte en un intento por descongelar la situación antes de que se retome el encuentro a veintisiete, que volvían a encontrarse a las 11.00 horas.
En este primer contacto también han participado el presidente del Consejo europeo, Charles Michel, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen y da comienzo a la segunda jornada de negociaciones tras casi catorce horas de reuniones el viernes en las que apenas se consiguieron avances.
Los líderes de las cuatro grandes economías de la UE han departido con el holandés, que representa la posición más dura en las negociaciones al exigir que las ayudas europeas del plan de recuperación tengan que ser aprobadas por unanimidad, lo que daría a su gobierno el poder de exigir reformas laborales o de pensiones antes de dar luz verde a los desembolsos.
Reunión "avinagrada"
Precisamente la condicionalidad del fondo fue el gran tema de debate durante la jornada de este viernes, que terminó siendo "avinagrada" a última hora de la noche, según la descripción que hizo el propio Rutte en declaraciones a la prensa.
Países Bajos ha abanderado esta exigencia en la que se encuentra aislado, puesto que sus socios más habituales (Dinamarca, Suecia y Austria) consideran que sería suficiente un control de los planes que requiera el visto bueno una mayoría cualificada de los Estados miembros para salir adelante.
España considera que la posición de Países Bajos es "inaceptable" y defiende un sistema más "ágil" y eficiente y que derive estas decisiones a órganos menos politizados. Prefiere también el liderazgo de la Comisión Europea en este mecanismo de control de los planes.
Sin embargo, los países del norte sí que comparten la opinión de que el fondo de 750.000 millones es demasiado grande, por lo que reclaman recortar algunas de sus partidas. Algo a lo que se oponen también España e Italia, que consideran que la cifra que hay sobre la mesa es el mínimo aceptable.