La Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) elabora anualmente desde 2014 la Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI) que analiza y muestra la trágica situación de Venezuela. Como todos los años, esta encuesta profundiza en diversos aspectos de la situación de país como demografía, nutrición, pobreza, emigración, trabajo… añadiendo este año un apartado específico sobre el impacto de la covid-19 en el país sudamericano. El estudio encuestó 9.932 hogares de todo el país entre noviembre de 2019 y marzo de 2020. Estas son las conclusiones de la ENCOVI 19-20:
Cambios demográficos: envejecimiento
La emigración forzosa de los últimos años ha trastocado la demografía del país. Actualmente se contabilizan ya más de 5 millones de venezolanos repartidos por el mundo. Esto representa una gran proporción de su población ya que la población estimada según Naciones Unidas es de 28,4 millones de habitantes, es decir, ha emigrado ya casi una quinta parte del país. Además, la población emigrante se compone principalmente de gente joven, de 15 a 39 años, por lo que ha supuesto una aceleración del envejecimiento de la pirámide poblacional.
La crisis económica y la hiperinflación que lleva años padeciendo Venezuela también afecta a la demografía ya que se calcula que la tasa de mortalidad infantil ha aumentado hasta los 26 de cada mil, cifras comparables a los de hace 30 años. Quienes han nacido entre 2015 y 2020 han perdido 3,7 años de esperanza de vida.
El 13% de los hogares venezolanos presentan hacinamiento, es decir, 3 o más miembros por cuarto. Cerca de 500.000 hogares, el 6% del total, están construidos con materiales no resistentes o precarios. Sólo el 25% de los hogares tienen suministro continuo de agua potable, el 59% tienen suministro ciertos días a la semana y el 15% tan solo unos pocos días al mes. En el caso del suministro eléctrico la situación es parecida. Sólo el 10% de los hogares tiene suministro continuo de electricidad. El 64% tiene cortes durante varias horas algunas veces a la semana o incluso diariamente.
Educación
Con la gran emigración que ha sufrido el país la demanda de servicios educativos ha descendido, en concreto 1,7 millones de niños y jóvenes en edad escolar, de 3 a 24 años. Sin embargo, esto no ha significado un aumento de la cobertura educativa ya que prácticamente la asistencia educativa se ha mantenido, un 70% de asistencia escolar.
A pesar de que la asistencia escolar se haya mantenido, esta asistencia es de todo menos regular ya que el 40% de los niños y jóvenes faltan algunas veces debido a la falta del suministro de agua (23%), apagones eléctricos (17%), falta de comida en el hogar (16%), problemas con el transporte (7%) o falta de docentes en los centros educativos (18%). De los niños y adolescentes de 3 a 17 años inscritos en el Programa de Alimentación Escolar (PAE), el 74% hace constar que sólo hace una comida al día en el almuerzo. Este programa de alimentación funciona de manera irregular ya que para el 65% del alumnado inscrito sólo recibe comida algunos días del mes. La trágica situación del sistema educativo venezolano afecta, por supuesto, a los más pobres ya que estos sufren en mayor proporción rezago escolar, es decir, no están aprendiendo lo que deberían según su edad y grado escolar. De los alumnos en el primer quintil, esto es, del 20% más pobre, un 44% de los niños de 7 a 11 años sufre rezago escolar leve o severo y un 43% entre los niños de 12 a 17 años.
Actividad y empleo
La evolución en la participación económica en el último quinquenio muestra una fluctuación a la baja ubicándose en niveles de 2015. Venezuela presenta el nivel más bajo de todos los países de su región, situándose muy próximo a Argentina.
El 44% de la población de 15 años o más es económicamente inactiva. Por el contrario, el 70% de los trabajadores dice trabajar más de 35 horas a la semana y de aquellos que trabajan menos de ese número de horas, el 64% preferiría trabajar más. Cabe decir que un no despreciable 24% admite trabajar más de 46 horas semanales. Los ingresos de los trabajadores constan principalmente del sueldo y de la tarjeta alimentaria, tanto los trabajadores públicos como los privados. Sólo una pequeña proporción recibe otros beneficios por su trabajo como propinas, bono transporte etc.
Emigración
El proceso migratorio sufrido en Venezuela es de los mayores ocurridos en la historia humana teniendo en cuenta que no se ha producido por el efecto de guerras o desastres naturales. El prestigioso medio económico The Economist lo calificó como el mayor éxodo de América Latina ya que superó en cifras la gran migración siria. Los datos de la ENCOVI muestran que el 19% de los hogares reportan que al menos uno de sus integrantes abandonó el país durante el período 2014-2019 siendo el 30% de aquellos en cuyos hogares han emigrado dos o más miembros de la unidad familiar. La mitad de estos emigrantes son jóvenes de 15 a 29 años que han interrumpido su trayectoria educativa o se han graduado y en ambos casos buscan en el extranjero las oportunidades que no se pueden encontrar en Venezuela.
Estos emigrantes principalmente se han ido a otros países sudamericanos, siendo una minoría los que han emigrado a E.E.U.U. o a España. La razón principal de esta emigración forzada ha sido la búsqueda de un empleo ante la falta de oportunidades en su país.
Pobreza
Recordemos que la economía en Venezuela lleva desde 2013 en caída libre. Su PIB ha caído más un 70% hasta 2019 junto con cifras de inflación astronómicas. La inflación interanual en marzo ha sido del 3.365%, por lo que se sitúa como el país más inflacionista del mundo. Pese a las continuas subidas del salario mínimo, casi una cada dos meses desde hace unos años, la inflación no ha hecho más que pulverizar el poder adquisitivo de los venezolanos. Así se entiende que el ingreso promedio venezolano sea de tan solo 0,72 dólares diarios (unos 0,63 euros) lo que produce que el 79,3% de la población no tienen cómo surtirse de los alimentos necesarios para subsistir.
Durante los últimos años, el incremento de la pobreza parece no tener fin. Actualmente, el 96,2% están en situación de pobreza y un 79,3% sufre una pobreza extrema. Este aumento de la pobreza se produce por la combinación de una caída económica sin precedentes y una hiperinflación sin visos de tener fin, causas del desplome de los ingresos de los venezolanos y el empeoramiento de las oportunidades de empleo. De los países de la región, Venezuela es el país más pobre y el segundo más desigual con un índice de Gini de 51,0. Tan extrema es la situación de pobreza que se vive en Venezuela, que se asemeja más a los países más pobres de África como Nigeria, Chad o Zimbabwe que a los países de su región.
Seguridad alimentaria y nutrición
La seguridad alimentaria de Venezuela también se parece más a la africana que a la centro o sudamericana. Durante los últimos 3 meses, un 88% de los hogares tuvieron la preocupación de que se acabasen los alimentos en el hogar, el 57% acabó agotándolos, el 79% dejó de tener una alimentación saludable, en el 47% algún adulto tuvo que dejar de comer alguna vez e incluso un 34% sólo comió una vez o tuvo que dejar de hacerlo durante algún día.
La inseguridad alimentaria también se ceba con los más pobres. Entre los hogares más pobres, 3 de cada 7 presentan una inseguridad alimentaria severa y sólo un 5% no sufre ninguna inseguridad por abastecerse de alimentos.
También existen diferencias en la dieta alimentaria: la dieta de los pobres está basada en carbohidratos y es similar a la del resto de los estratos, la ingesta de proteínas sí muestra diferentes sociales notables. Los pobres tienen una alimentación basada principalmente en carbohidratos y el consumo de proteínas es escaso, sólo el 34,3% del requerido. Esto provoca que, en general, los venezolanos apenas ingieran las calorías mínimas necesarias al día.
Impacto de la covid19
Aunque parecía que la situación humanitaria y económica en Venezuela no podía ser peor, la pandemia producida por el virus SARS-CoV-2 no ha dejado indemne al país. Al principio de la pandemia mundial, las regiones donde se aplicaron las medidas más severas fueron la capital y la región occidental. El gobierno bolivariano supuso que los infectados provenían principalmente de Europa, sin embargo, en las zonas con restricciones más laxas, el retorno de emigrantes, la ausencia de controles sanitarios y la falta de previsión del gobierno, tomó a esas regiones con la guardia baja produciendo la intensificación de la problemática.
La caída del empleo por motivos de las restricciones de movilidad aumentó entre un 6,9% y un 10,2% en las regiones con mayores restricciones de movilidad. Buena parte de las restricciones son resultado de la combinación entre las medidas derivadas de la covid-19 y la crisis de suministro de gasolina. El 43% de los hogares ha reportado imposibilidad de trabajar o pérdida de ingresos y las transferencias gubernamentales no han servido para paliar la caída de ingresos ya que el 52% de los hogares fueron perceptores de estas ayudas cuya cuantía media sólo fueron de $5.