Primero fue el gobierno de Ángela Merkel, con un paquete de medidas que incluía la rebaja del IVA del 19% al 16% así como otras medidas de alivio fiscal. Después llegó el Ejecutivo de Antonio Conte, que confirmó que su plan de reconstrucción no contempla subidas impositivas e incluso reserva 10.000 millones para un recorte de los tipos aplicados en el IVA para ciertos sectores.
Pues bien, con estos dos precedentes encima de la mesa, ahora es la Administración de Boris Johnson la que anuncia una agresiva reducción del IVA aplicado al turismo, el ocio y la hostelería, que va a pasar del 20% al 5% en el marco de una rebaja fiscal orientada a combatir la recesión provocada por el covid-19.
Los planes de Johnson se enmarcan dentro de un paquete de medidas que también incluye una devolución fiscal para las empresas que mantengan el empleo y una bonificación de los contratos para jóvenes de menos de 24 años. Además, el líder tory también ha anunciado que reducirá el impuesto aplicado a la compra de vivienda en las primeras 500.000 libras de su valor (alrededor de 555.000 euros).
Los anuncios de Alemania, Italia y Reino Unido llegan precisamente en la semana en que el Instituto de Estudios Económicos ha publicado el Índice de Libertad Económica y el Índice de Libertad de Empresa. En ambas publicaciones, el think tank asociado a la CEOE alerta sobre la escasa competitividad fiscal de nuestro país.
Sin embargo, esta brecha puede ir a más si el gobierno de Pedro Sánchez cumple su amenaza de "armonizar" la presión fiscal para propiciar un aumento de la recaudación valorado en 72.000 millones de euros. Y es que, mientras el resto de Europa combate la covid-19 bajando impuestos, el gabinete conformado por PSOE y Podemos explora la fórmula contraria.
El aumento del IVA ha sido sugerido por el Banco de España o Fedea. También otros informes internacionales, firmados por la Comisión Europea o el Fondo Monetario Internacional, sugieren que esa debería ser una de las fórmulas recaudatorias activadas por el gobierno. Sin embargo, el contexto actual revela que una apuesta de este tipo chocaría con la tendencia fiscal observada en una Europa que procura bajar impuestos para dejar atrás la recesión.
No hay que olvidar, además, que España viene de batir su récord de recaudación tributaria en 2017, 2018 y 2019, de modo que los problemas fiscales no pueden achacarse a una insuficiencia de recursos, sino a un exceso de gasto. Por otra parte, huelga recordar que los niveles de recaudación obtenidos en los últimos años se daban con el segundo mayor nivel de paro de la Unión Europea, de modo que el esfuerzo fiscal sufrido por los contribuyentes es mucho mayor.
En el caso de España, la recaudación por IVA se ve reducida en un 30% por la aplicación de tipos reducidos y exenciones que alivian a diversos sectores para evitar que paguen el tramo general del 21%. En 2019, prescindir de estas rebajas fiscales habría aumentado la recaudación del impuesto entre 40.000 y 50.000 millones de euros, aunque esta estimación es solamente un cálculo estático que no considera la posible caída del consumo motivada por dicho escenario de mayor presión fiscal en el IVA.