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Sin terraza, sin turistas y en el centro: el coronavirus sentencia de muerte a la taberna

A que el turismo haya desaparecido hay que sumarle que los madrileños prefieren quedarse a tomar algo en sus barrios. Solo funcionan las terrazas.

A que el turismo haya desaparecido hay que sumarle que los madrileños prefieren quedarse a tomar algo en sus barrios. Solo funcionan las terrazas.
Algunos de los hosteleros afectados | LD

A Francisco se le cae "el alma a los pies" de ver el ambiente que hay en la Cava Baja de Madrid. En la calle de los bares más famosa del barrio de la Latina los locales están vacíos. Aunque estos negocios ya pueden tener un aforo del 75% en su interior, no acaban de conseguir que la clientela entre —y consuma—. "Había más gente cualquier noche, a las 3 de la mañana, con todos los locales ya cerrados, que ahora", lamenta el dueño de Taberna La Concha.

El coronavirus ha puesto todo en contra de locales como el de Francisco: no tienen terraza, son pequeños y están ubicados en el centro de la capital. A que el turismo haya desaparecido de la ciudad hay que sumarle que los propios madrileños prefieren quedarse a tomar algo en sus respectivos barrios. Y así, se ahorran tener que coger el transporte público. Los que van al centro, o viven allí, consumen preferiblemente en las terrazas. Se palpa el temor a entrar en el interior de las tabernas.

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Francisco, en la barra de su bar

Francisco lleva poco más de una semana abierto y ya lo ha notado. Los primeros días tuvo movimiento gracias a los amigos que acudieron para apoyar el negocio de este hostelero, que lleva más de 20 años en la Latina. Pero la euforia duró poco. "No se llena ni al 75%. Se junta todo: que no tenemos terraza, que el cliente extranjero no llega, que el nacional está mal económicamente y el miedo al coronavirus… Hemos intentado que nos aprueben una terraza, pero en la Cava Baja no nos dejan", cuenta.

La distancia social y el aforo amenazan severamente al modelo de negocio de tabernas como la de Francisco. "Nosotros vivimos de tener el local con mucha gente, de los apretones, ¿cómo lo vamos a hacer ahora?", se pregunta el dueño de un bar que siempre ha estado repleto de público.

El hostelero ha acudido a todas las herramientas que ha tenido en su mano para intentar aguantar el temporal. "He aplazado impuestos, he pedido créditos ICO y hasta he pedido ayuda a familiares", asegura. Francisco está poniendo "todo" de su parte para no cerrar. Se niega a dejar a sus 5 empleados —que ya han vuelto del ERTE— en la calle. Como el vermut casero de su taberna tiene tan buena fama, se ha puesto a embotellarlo para intentar comercializarlo. Reinventarse o morir. "Como haya rebrote después del verano, estamos perdidos", avisa.

"Los bares de cañas se van a ir a la mierda"

A Quique no le salen las cuentas para abrir la taberna que tiene muy cerca de la Plaza Mayor. "Es imposible, pierdo dinero. Aquí no hay nadie, los turistas no están y hay bastante miedo en el cliente", explica este hostelero que tiene todavía el cierre echado. "Si tuviera terraza, sería diferente, a la gente le da más confianza. He pedido que nos dejen ponerla de algún modo, como haciendo la calle peatonal, porque por aquí pasan apenas dos taxis al día. Si nos dejaran, se salvarían, al menos, 3 negocios, pero estoy a la espera de respuesta…", relata. La Taberna Almabrava está situada en la calle de la Lechuga.

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Quique, cuando tenía su local abierto

De momento, este hostelero está intentado sacar adelante los otros dos locales que regenta en Navacerrada y Majadahonda. Ambos tienen terraza y ya puede ocupar sus mesas al 100%. "Al cliente le cuesta entrar dentro", apunta. Quique es contundente con el perfil de local como el que tiene en el centro. "Todos los bares de cañas se van a ir a la mierda. Esos negocios funcionaban con la barra del bar llena y la gente apretada", vaticina. "En el centro de Madrid además, los locales son pequeños y los alquileres son carísimos. No van a aguantar", añade. Es por esto que el empresario da gracias a que el local de Almabrava es de su propiedad, aunque la situación es tan delicada que se va a ver obligado a venderlo. "Necesito liquidez y lo voy a vender para quedarme como inquilino y sobrevivir. No quiero dejar a gente honrada en la calle", cuenta. Tres de sus empleados están actualmente en ERTE.

Quique considera que "ningún político, de ningún partido" ha estado a la altura de las necesidades de las pymes en esta crisis económica. Aunque se ha acogido a los aplazamientos de impuestos de Hacienda, asegura que "no me sirven de nada. Ahora se me han acumulado los impuestos y tengo que pagarlos igual", asegura, También se ha acogido a los créditos ICO y es paradójico que tenga que usar parte de ese préstamo para saldar su deuda con el fisco.

"La nueva normalidad es terrorífica"

Diego tiene la suerte de tener terraza en su restaurante. Si no fuera así, ahora, "no podría estar abierto. Dentro de Taberna Santa Caña sólo entran los clientes conocidos, los que son de confianza", explica. A pesar de contar con el salvavidas de poder poner mesas en la calle, la ausencia de turistas en este local de la Plaza de Santa Ana está causando estragos en su negocio. "La nueva normalidad es terrorífica. La zona parece Belgrado después de la guerra de los Balcanes. Está desierta", asegura el empresario.

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Diego, en el interior de su negocio

"Si no vienen los turistas al barrio de las letras, esto se va a desplomar. Está en riesgo el empleo de todos los hosteleros de la zona", avisa. El hombre, que lleva 7 años al frente de un local que emplea a 18 personas, asegura que lleva sufriendo "la desconexión de los políticos de la hostelería" desde que abrió. "¿Cómo puede ser que el anterior ayuntamiento (el de Carmena) tardara tres años en concederme la licencia de terraza?", se pregunta.

La desesperanza invade a Diego, que está trabajando a pérdidas su local y ha tenido que rehipotecar su casa para conseguir la liquidez que necesita para aguantar el chaparrón. "El agujero se me hace cada vez más grande y no sé ni siquiera si va a ser suficiente", reconoce. A la lucha por levantar su negocio se le une "la inseguridad jurídica" con algunas de las medidas anunciadas por el Gobierno, como los ERTE. "Estamos todo el día hablando con las gestorías porque hay muchas incongruencias y están desquiciadas. Además, todavía 4 de mis empleados no han cobrado el ERTE", denuncia. El hostelero cree que medidas como "blindar los despidos" de los empleados en ERTE pueden ser la ruina del sector. Tampoco da crédito a la posible subida del IVA que podría llevar a cabo el Ejecutivo. "Es disuasorio para que la gente consuma, totalmente desanimante. Acabaría de estrangularnos", sentencia.

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