La ilusión que ha despertado el final del estado de alarma y el regreso a una cierta normalidad parece haber eclipsado la cobertura mediática referida a ciertos indicadores sanitarios que arrojan algunas informaciones internacionales que nos recuerdan la importancia de vigilar con cautela la evolución del covid-19.
La nueva ronda de medidas de confinamiento adoptada en China o el aumento de contagios en ciertas regiones de Alemania son solo algunos ejemplos de la complejidad asociada a la salida del confinamiento y la recuperación de una cierta normalidad marcada por la ausencia de una vacuna o un tratamiento eficaz contra el patógeno.
La experiencia de los últimos meses demuestra que la clave para garantizar la efectividad de las medidas de aislamiento nunca fue "cerrar mucho", sino "cerrar pronto". De igual manera, el gasto sanitario no explica el éxito frente al covid-19, puesto que la clave para contener su propagación no exige grandes desembolsos. Lo que sí ha quedado claro es que la estrategia española de cerrojazo e hibernación no salvó vidas y tampoco evitó el colapso de la economía, puesto que los indicadores sanitarios y las cifras de actividad certifican que estamos a la cabeza en mortalidad y a la cola en reactivación.
Ante semejante panorama, lo lógico sería que las autoridades estén muy preocupadas por la posibilidad de un rebrote. Sin embargo, esta misma semana hemos visto que Pedro Sánchez negaba a la Comunidad de Madrid la adopción de nuevas medidas de control en el aeropuerto Adolfo Suárez de Barajas, a pesar de que la entrada de visitantes foráneos constituye uno de los principales focos de importación de nuevos positivos por covid-19.
En este sentido, también resulta preocupante que el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias haya reconocido que solo se realizan pruebas o instaura medidas de seguimiento a tres personas por cada nuevo positivo.
El Ministerio publica por primera vez el número de contactos estrechos que se rastrean por cada caso: 3. Parece muy pocos. Solo contactando convivientes deberían salirte más; sin contar trabajo, visitas, etc. pic.twitter.com/BDpeW71XsH
— Kiko Llaneras (@kikollan) June 19, 2020
El promedio de contactos diarios observado en otros países de nuestro entorno habla de entre diez y doce personas, de modo que España estaría muy por debajo de los niveles óptimos de rastreo de posibles propagadores y se situaría, de nuevo, a la cola en su capacidad de manejo de la enfermedad.
En la misma línea van algunas declaraciones de Fernando Simón, director de dicho Centro, quien reconoció que la capacidad de detección apenas ha subido del 10% al 25% de los contagiados a lo largo del último trimestre, de modo que tres de cada cuatro casos se le siguen escapando al sistema sanitario, favoreciendo una propagación que solo irá a más conforme se acentúe la desescalada.
Otro problema para facilitar el seguimiento es el fracaso de la respuesta tecnológica, puesto que España no ha desarrollado ninguna app capaz de rastrear y seguir con mayor eficacia el comportamiento del virus, ignorando las lecciones del exitoso modelo surcoreano. Quizá la única excepción en este sentido es la Comunidad de Madrid, puesto que el servicio Coronamadrid.com ha servido para monitorizar la situación de cientos de miles de personas, facilitando un programa de seguimiento que contuvo la presión sobre el sistema hospitalario y permitió frenar el avance de la pandemia a base de un despliegue de atención a domicilio.