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José María Rotellar

El lastre de la deuda y la llamada de atención de la AIReF al Gobierno

La AIReF y el Banco de España han pedido que se retorne rápidamente hacia una ortodoxia presupuestaria.

La AIReF y el Banco de España han pedido que se retorne rápidamente hacia una ortodoxia presupuestaria.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez | LD

Sánchez no sabe gobernar -entendido como detentar el poder, no de gestionar, que a la vista está que no gestiona- si no es gastando lo que tiene y lo que no tiene, es decir, en este último caso, incurriendo en déficit y, por tanto, engordando la deuda pública que habremos de pagar en el futuro todos los españoles, legando una losa enorme a las generaciones futuras.

No se trata de que en estos momentos Sánchez haya interrumpido la disciplina presupuestaria debido a la crisis derivada del coronavirus. No, porque Sánchez, desde que llegó, no ha hecho otra cosa que incrementar una y otra vez el déficit sobre el objetivo fijado y aumentar, así, la deuda. De hecho, el déficit de 2019 lo elevó desde el 1,3% al que se había comprometido Rajoy al 2,82% con el que ha cerrado.

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Eso son 18.273 millones de euros más de déficit y deuda que los que habría tenido de haber cumplido con el 1,3% el año pasado. Entonces no había crisis derivada del coronavirus, pero sí que hubo lo que el Gobierno llamó "viernes sociales", que incrementaron el gasto en casi 10.000 millones de euros con carácter previo a las elecciones de abril de 2019. Por tanto, el gusto de Sánchez por endeudar a los españoles es estructural, no coyuntural.

Siempre hemos dicho que aumentar el déficit y la deuda constituía un tremendo error, nocivo para la economía española y una señal muy mala para los mercados, al dar la sensación de que España no puede reducir su desequilibrio presupuestario o, lo que es peor, que el Gobierno no quiere, ya que no hace nada para reducirlo. Es más, si puede, anuncia medidas que lo incrementarán.

Y que era un error porque más déficit implica un mayor endeudamiento cada año, deuda que hemos de pagar entre todos los españoles y que se desliza, inmoralmente, a las generaciones futuras, a las que se deja atadas de pies y manos para que asuman los quebrantos de generaciones anteriores, que por no gestionar convenientemente les legaron una losa de endeudamiento de unas dimensiones preocupantes.

Por desgracia, muchos políticos, de cualquier ideología, tratan con naturalidad el hecho de que, ejercicio tras ejercicio, incurramos en déficit e incrementemos, así, la deuda. En la segunda mitad del siglo XX era común que, al estudiar Macroeconomía, así como Hacienda Pública o Política Fiscal, en la universidad se hablase directamente de déficit presupuestario en lugar de referirse al saldo presupuestario (que puede cerrar en superávit, equilibrio o déficit); tal era la costumbre de vivir con ese desequilibrio negativo. Posteriormente, sólo durante un período breve de tiempo -desde el establecimiento de los objetivos de convergencia para entrar en la moneda única europea hasta la modificación del protocolo de déficit público excesivo en 2005- vimos defender en algunas ocasiones lo contrario. La disciplina europea fue importante para ello y en España, con el profesor Barea a la cabeza, había por primera vez un Gobierno -el del presidente Aznar- que se tomaba como un objetivo la reducción del gasto, la consecución del equilibrio presupuestario y, con ello, la disminución del endeudamiento. Después, -cuando los incumplimientos de Francia y Alemania hicieron relajar equivocadamente, en el citado 2005, las actuaciones cuando se entraba en el protocolo de déficit público excesivo-, volvió el déficit y, lo que es peor, se perdió la disciplina presupuestaria de manera estructural, dando por bueno el que las cuentas públicas cerrasen siempre con saldo negativo.

La deuda aumenta en 340 millones cada día

Y ahora Sánchez sigue igual. Lo vimos con los datos de marzo y ahora que se han publicado los datos de abril sobre la deuda de las administraciones públicas españolas, siguen por el mismo sendero: ha experimentado un fuerte incremento, ni más ni menos que de 10.533 millones de euros en el mes de abril, que hace que desde que Sánchez llegó al Gobierno la deuda se haya incrementado en 77.357 millones de euros.

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Elaboración propia a partir de datos del Banco de España

Así, desde que gobierna Sánchez la deuda se ha incrementado en 110,5 millones de euros al día, hecho que se intensifica en el último mes, con un aumento diario de la deuda en abril de 340 millones de euros.

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La AIReF deja al descubierto a Sánchez

Ante este panorama, la AIReF y el Banco de España ya pidieron hace unas semanas que, tras el esfuerzo fiscal coyuntural en 2020, se retorne rápidamente hacia una ortodoxia presupuestaria que garantice el cumplimiento de los objetivos de estabilidad y la sostenibilidad de la deuda en el medio y largo plazo.

Por eso, ambos criticaron veladamente la actualización del programa de estabilidad enviado por el Gobierno el treinta de abril. Al analizar aquellos datos se veían inconsistencias, como que el gasto, que sube muchísimo, no subiese todavía más, por dos motivos: un mayor número de parados al previsto por el Gobierno, que dejaba la tasa de paro en el 19% en 2020 y en el 17,2% en 2021, y por el efecto de la renta mínima permanente que están introduciendo, cuyo coste estiman en 3.000 millones, pero que podría llegar a los 17.000 millones de euros anuales, según se puede estimar desde la cifra que en junio de 2019 publicó Escrivá cuando presidía dicho organismo.

Paralelamente, no se sostenía que estimasen una caída de ingresos del 5,3% cuando la actividad económica va a retroceder un 9,2%. La caída de recaudación del tributo que proporciona mayor recaudación, que es el IRPF, la cifraban en poco más del 2%. Por mucho que la liquidación de la campaña de renta de 2019 suavice la cifra, es inconsistente con la caída del PIB prevista para 2020.

Así, después la AIReF emitió un informe en el que deja al Gobierno al descubierto en sus inconsistencias, contemplando dos escenarios: uno sin que sea necesario volver a encerrar un mes más a la población por un rebrote duro del virus en otoño (escenario 1) y otro en el que haya que añadir un mes de encierro en septiembre de producirse el mencionado rebrote abrupto.

En la evolución del PIB, la AIReF contempla que en 2020 el PIB caerá entre el 8,9% y el 11,7%, con un crecimiento en 2021 de entre el 4,6% y el 5,8%. Por su parte, el Gobierno estima una caída del 9,2% en 2020 y una subida del 6,8% en 2021. Es decir, la AIReF, en el mejor de los casos, contempla una caída en 2020 similar a la del Gobierno, pero en su escenario más duro contempla una recesión dos puntos y medio superior a la cifra del Ejecutivo. Al mismo tiempo, la AIReF no espera un rebote tan importante, limitando al 5,8% el crecimiento de 2021 en el mejor de los casos, un punto menos que la del Gobierno, que en el escenario 1 de la AIReF llega a ser 2,2 puntos inferior.

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También estimaba la evolución del saldo presupuestario, que incrementan. De esa manera, frente al 10,34% de déficit que calcula el Gobierno para 2020, la AIReF cree que se moverá entre el 10,9% y el 13,8%. Para 2021, la AIReF contempla que seguirá muy elevado, de manera que muestra que gran parte del gasto será estructural y permanecerá, con efecto importante de los estabilizadores automáticos, que implican que no se reducirá tanto el desempleo y que la recuperación no será tan vigorosa (más gasto y menos ingresos, respectivamente). El déficit para el año que viene lo estima entre el 7,5% y el 9,4%. El Gobierno envió su documento sin estimación para 2021.

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Eso revierte en un crecimiento exponencial de la deuda, que en 2020 la AIReF cifra entre el 115% y el 122% frente al 115,5% del Gobierno. Para 2021, la AIReF la sitúa creciendo: entre el 117% y el 124%, que denota que se ancla parte del gasto como estructural, tal y como ya anticipaba en sus estimaciones del déficit. El Gobierno tampoco envió a Bruselas estimaciones de deuda para 2021. Estamos hablando de una deuda que puede ser 72.769 millones de euros mayor que la que prevé el Ejecutivo en 2020. Es más, la AIReF ha dejado caer que podría incrementarse uno o dos puntos más en 2020 sobre su peor estimación.

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Ante este escenario, hace unos días la AIReF insistió en que se requiere un plan para fortalecer la estructura económica española y evitar que la deuda de esta crisis se traslade totalmente a las generaciones futuras. Por eso, ha dicho que ese plan tiene que diseñarse ya y que la incertidumbre no puede ser una excusa que lo aplace.

En definitiva, la AIReF vuelve a dejar al descubierto a Sánchez y sus estimaciones, que son extremadamente optimistas y, en muchos casos, inconsistentes, que nos está llevando a un incremento importante de la deuda pública, que es un elemento perjudicial para la salud de nuestra economía.

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