La pasada semana, esRadio explicaba a sus oyentes que algunos socios comunitarios ya estaban maniobrando para hacer descarrilar la posible candidatura de Nadia Calviño a la presidencia del Eurogrupo. Unos pocos días después, estas informaciones han sido confirmadas por el Financial Times, que cita fuentes diplomáticas para explicar el recelo que despierta la tecnócrata socialista entre distintos gobiernos del Norte y el Este de Europa.
Calviño tiene una gran baza a su favor: el apoyo de su homólogo en el gobierno alemán, Olaf Scholz. El político socialdemócrata teutón tiene claro que, tras el adiós del socialista portugués Mario Centeno, es importante que los socialistas europeos retengan su esfera de influencia en el foro coordinador de la moneda única.
Sin embargo, el posible nombramiento de Calviño no coge con buen pie a los gobiernos de numerosos países europeos que desconfían del Ejecutivo español por su nefasto manejo del déficit en 2019, año en que, lejos de producirse una reducción del desequilibrio presupuestario, el descuadre entre ingresos y gastos, la brecha fiscal experimentó su primera subida desde 2012.
El frente pro-austeridad no quiere ver a Calviño al frente del Eurogrupo y puede aprovecharse de las dudas de Sánchez a la hora de impulsar su candidatura. A nadie escapa que el gobierno español debió haber movido ficha ya si pretendía lanzar a la ministra de Economía como candidata de referencia. El titubeo de Moncloa se explica, en gran medida, por la complejidad de conjugar la aspiración a la jefatura del Eurogrupo con una política fiscal muy alejada de la ortodoxia esperada por los socios europeos. Y huelga decir que las dudas del PSOE son solo una parte de la ecuación, puesto que su socio de gobierno, Podemos, se posiciona directamente en contra de la doctrina de estabilidad presupuestaria indisociable de la jefatura del Eurogrupo.
Un irlandés y un luxemburgués, favoritos
Dos nombres se disputan la posibilidad de encabezar la candidatura de unidad de los países miembros de la Eurozona que esperan evitar el nombramiento de Calviño. Se trata del luxemburgués Pierre Gramegna, cuya familia política es el PP europeo, y del irlandés Paschal Donohoe, que se enmarca dentro de la alianza de liberal-demócratas que da cobijo a Ciudadanos.
En ambos países, la posición fiscal de referencia es envidiable. El déficit de Luxemburgo cerró 2018 en un histórico 3,1% del PIB, mientras que la deuda es tan limitada que apenas supone el 20% del PIB. En cuanto a Irlanda, su saldo fiscal también fue positivo en 2018 (con un superávit del 0,1% del PIB) y su deuda ronda el 60% del PIB.