A perro flaco, todo son pulgas, y el sector del automóvil en España cada día está más flaco, tiene más pulgas y no parece encontrar quien quiera facilitarle una loción antiparásitos, no sea que contamine. La noticia de la salida de Nissan de España, con el cierre de su fábrica en la Zona Franca de Barcelona, es muestra de esta cruda realidad.
En el sector están abatidos. Libre Mercado se ha puesto en contacto con las principales asociaciones, desde los fabricantes de automóviles, hasta los concesionarios, pasando por los fabricantes de componentes (tan importantes en España) y la conclusión es unánime: es una pésima noticia para el sector.
La salida de Nissan "pone en mala situación un sector que es clave para la economía española, y más en estos momentos, en que las noticias que deberíamos tener son las contrarias, el sector del automóvil debería ser una palanca para la recuperación económica", se lamenta el director de comunicación de la patronal de concesionarios Faconauto, Raúl Morales.
Para Morales, es "urgente" poner en marcha planes que no sólo permitan al sector sobrevivir, sino también colaborar en la reconstrucción y el impulso de la economía y el empleo. Recordaba, además, que países como Francia o Alemania ya han puesto en marcha planes de ayuda a este sector, mientras que en España no. "Esos planes de ayuda deben tener en cuenta toda la cadena de valor del automóvil, la distribución, la fabricación y los componentes", advertía.
Por otro lado, otras fuentes del sector advierten de que esta decisión puede esconder otra realidad peligrosa para nuestro mercado, ya que la alianza Nissan-Renault-Mitsubishi habla de repartirse las zonas geográficas por marcas, siendo Renault la elegida para Europa, lo que puede significar la desaparición de Nissan en nuestro continente, con el impacto que eso puede tener en una marca tan extendida en España.
Un clima contrario al automóvil
Fuentes de los distintos sectores que participan de la industria del automóvil en España han comentado of the record a Libertad Digital que lamentan que el clima que se ha generado alrededor del automóvil en España no es el más propicio para favorecer el mantenimiento de la producción en España.
Declaraciones como las de la teniente de alcalde de Barcelona, que decía hace unas semanas que había que aprovechar la crisis del coronavirus para acabar con el sector, o una vicepresidenta del Gobierno, como Teresa Ribera, encargada de transición ecológica que anuncia el fin de los coches diésel un día sí y otro también, no son mensajes que favorezcan no ya el mantenimiento de inversiones, que vemos que se pierden, sino la atracción de otras nuevas, tan necesarias para nuestro países en estos momentos. "Hay que propiciar que se queden las inversiones en nuestro país, y que vengan más. Y para eso el clima es importante", dicen estas fuentes y añaden que "la falta de ayudas y el clima contrario al automóvil terminan pesando y no ayudan a evitar noticias como la de Nissan".
Otras fuentes, en el sector de los componentes y de los fabricantes de automóviles coinciden con Faconauto en calificar la noticia de terrible y en considerar que es necesario poner cuanto antes medidas en marcha que favorezcan la inversión en lugar de la huida de capital y trabajo.
Por ejemplo, desde la Asociación Española de Proveedores de Automoción (SERNAUTO) declaran que "lamentamos el cierre de la factoría de Nissan de Barcelona, por el impacto que ello puede tener para el sector en su conjunto y la producción y el empleo de los proveedores de automoción que suministran componentes, piezas y sistemas a esta fábrica". La industria de componentes de automoción tiene una amplia presencia en esta región de España "y se verá fuertemente impactada por la decisión" del fabricante de vehículos nipón.
Este hecho "viene reforzar la importancia de que España cuente, de forma urgente, con un plan-país para el sector de automoción que refuerce nuestro posicionamiento internacional como país amigable y competitivo para los constructores de vehículos, cuyos centros de decisión se encuentran fuera de nuestras fronteras", añaden.
Estas declaraciones no dejan de reflejar el terrible escenario que asoma detrás de la decisión de Nissan y es que un sector estratégico en nuestra economía, que representa el 10% del PIB nacional y emplea al 9% de los trabajadores, muestra signos claros de debilidad en un momento clave para nuestra economía.
Con el sector turístico arrasado, el hostelero mantenido con el gotero de los ERTE y el del ocio en estado comatoso, el automovilístico podría suponer un impulso si la economía española fuese capaz de captar inversiones. Sin embargo, mientras otros países europeos hablan de ayudas al sector, reducciones de la carga fiscal y del coste laboral, así como de mejores condiciones para la fabricación y venta de vehículos, en España se habla de eliminar el diésel, poner impuestos especiales a los motores de combustión, ciudades que restringen el tráfico a vehículos privados y, por supuesto, ni palabra de ayudas al sector.