Daniel Lacalle es economista y escritor. Además de su trabajo como Economista Jefe de Tressis, asesora al Partido Popular y se prodiga por los platós de televisión como divulgador económico. Considerado uno de los economistas más influyentes de nuestro país, Lacalle presenta nuevo libro, Libertad o igualdad (Deusto, 2020) y se entrevista con Libre Mercado para analizar este lanzamiento y toda la actualidad económica.
La pulsión igualitaria ha llegado al ámbito del endeudamiento público. "No puede ser que unos países salgan de esta crisis con mucha más deuda que otros", declaró Nadia Calviño recientemente. ¿Es esto justo o injusto?
Claramente sería injusto. Si una nación ha tomado medidas serias, ha sido diligente con sus finanzas y además ha ahorrado en tiempos de bonanza, no se puede penalizar ese comportamiento responsable. Hay mecanismos de solidaridad y de apoyo mutuo en la Unión Europea para los países más afectados por la covid-19, pero no se puede usar el coronavirus como excusa para trasladar los errores de gestión de unos países a aquellos que lo han hecho bien. Ese sería el principio del fin de la Unión Europea.
¿Qué mecanismos respetarían el equilibrio en materia de justicia?
Bueno, ya estamos viendo que Italia y España tienen unas primas de riesgo bajísimas en comparación con el riesgo real de ambos países. Esa ya es una ayuda enorme. En segundo lugar está el fondo de rescate de la UE, que va a financiar el exceso de gasto. Y luego están los préstamos a empresas y otras fórmulas. Pero, ¿convertir la UE en un mecanismo de donaciones y transferencias? Es insostenible e inviable.
La desigualdad en España ha llegado al nivel más bajo de la última década. ¿Era un asunto preocupante? ¿Por qué se produjo la reducción?
El principal factor de desigualdad de renta en España es el desempleo. Si nos preocupa la desigualdad deberíamos tener como objetivo central la creación de empleo. Ese es el pilar básico para generar igualdad en libertad. Las políticas igualitaristas no quieren ese progreso, quieren igualar a la baja, empobreciendo a los ricos en vez de enriqueciendo a los pobres. ¿Debe preocuparnos la desigualdad? Es un factor que hay que analizar, pero nunca con sesgo político. La desigualdad se dispara con la explosión del paro bajo gobierno de Rodríguez Zapatero. Cuando arranca la recuperación, ya con la izquierda fuera del poder, la izquierda se niega a reconocer los avances socioeconómicos y se enroca en decir que la desigualdad ha aumentado. A nivel mundial pasa lo mismo, porque en las últimas décadas la pobreza se ha desplomado, los indicadores de desarrollado han mejorado… pero a la izquierda solo le preocupa la desigualdad. Y con ese argumento que no muere lo que se pretende es atacar al sistema.
¿Qué impacto puede tener la covid-19 en la desigualdad? Si se plantea una explosión de paro, ¿no estamos ante una situación similar, solo que más profunda y acelerada?
Las políticas extremadamente estatistas que están tomando los gobiernos ante la pandemia, con todo tipo de grandes planes de estímulo monetario y fiscal, nos conducen a un aumento de la desigualdad. Solo saldrán beneficiados los sectores cercanos al poder, pero el conjunto de la sociedad quedará penalizada con menos empleo y, en consecuencia, menos igualdad. Lo que nos vamos a encontrar es que todos los planes de recuperación nos conducen, realmente, a menos empleo y más desigualdad.
Cada año se publican las listas de millonarios que tanto indignan a la izquierda. ¿Es malo que haya más ricos? ¿O deberíamos celebrarlo?
Tenemos que defender que pueda haber ricos. Ni hay que demonizarlo ni hay que ensalzarlo: simplemente hay que reconocer que una economía competitiva puede dar pie al enriquecimiento, basado siempre en el mérito, el esfuerzo, la innovación y el servicio a los demás. Es un grave error pensar que destruyendo a los ricos podemos mejorar la situación de los pobres. Por lo tanto, hay que tener mucho cuidado con esta retórica. En España se da una situación muy curiosa, porque el hombre más rico del país es Amancio Ortega, que muestra a la perfección el camino meritocrático que han seguido tantos millonarios a los que ahora se dirige toda la ira de la extrema izquierda política y mediática. Deberíamos plantearnos qué está pasando para que terminemos viendo semejantes campañas de acoso y derribo. Y, además, deberíamos subir el umbral de lo que consideramos "ricos", porque estamos llegando a niveles absurdos. Cuando empecé a trabajar, a comienzos de los 90, un "rico" era aquel que tenía un salario muy importante, un patrimonio muy acaudalado… Pero ahora, en 2020, ya se puede considerar "rico" a quien gana 60.000 euros brutos o a quien tiene poco más que una casa.
Los países nórdicos son el ejemplo favorito de la izquierda española, pero resulta que ni son socialistas, ni tienen tanta igualdad.
La razón por la que se habla continuamente de los países nórdicos como modelo alternativo es que el ciudadano medio cree que, en efecto, dichos gobiernos mantienen hoy los sistemas de los años 60 o 70. La izquierda se ha quedado sin modelos de éxito y por eso intenta salvar el mito escandinavo. Pero los sistemas que imperan allí son muy distintos de lo que nos cuentan. Hablamos de países líderes en libertad económica, de estados del bienestar que se basan en la competencia entre proveedores públicos y privados de servicios públicos… Y, no lo olvidemos, su desigualdad de riqueza es muy alto, en parte porque la movilidad social es más baja.
¿Necesita un apellido el capitalismo? ¿No estamos comprando el discurso de la izquierda si lo acompañados de la etiqueta "social"?
Si hablo de "capitalismo social" es precisamente para recordarle al público que está en defensa del mercado que la palabra "social" no es patrimonio de la izquierda, que de hecho es responsable de las políticas más anti-sociales de la izquierda. No nos pueden quitar esas palabras, no pueden pretender que "lo social" sea "lo socialista", porque "lo social" es "lo capitalista".
Si el empleo es la mejor política social, ¿fue la reforma laboral del PP la mejor política social?
Desde luego. Ha sido una de las mejores políticas sociales que hemos tenido en España. Es muy fácil decir a toro pasado que no nos gustan algunas cuestiones que presentaba el mercado de trabajo a comienzos de 2020, pero no hay que olvidar que en 2012 estábamos hundidos, con un paro que iba camino del 30%.
El déficit proyectado es imposible de financiar. Cuando haya que hacer ajustes, nos dirán que ya sufrimos una "austeridad salvaje". Su libro afirma lo contrario.
(Lacalle abre una página del libro para leer directamente un pasaje que toca esta cuestión) Entre 2004 y 2009, España aumentó el gasto público casi un 49 por ciento, la mayor subida de entre todos los países de la UE. Ese crecimiento del gasto se realizó acompasado a unos ingresos extraordinarios por la burbuja inmobiliaria —que suponían unos 40.000 millones de euros anuales, según el propio Ministerio de Economía y Competitividad—, y se acomodaron los gastos crecientes vinculados a ese evento puntual y perecedero. Con el pinchazo de la burbuja, llegaron supuestamente los "recortes". Sin embargo, esa palabra es incorrecta porque lo único que se ha dado en España es una moderación en el ritmo aumento del gasto, que a cierre de 2018 se encontraba por encima del nivel del cénit de la burbuja inmobiliaria. Entre 2007 y 2016, años denominados "de austeridad", el gasto público aumentó un 11,9 por ciento. En sanidad, una subida del 13,5 por ciento. En educación, un aumento del 9,3 por ciento. En protección social, un crecimiento del 37,2 por ciento. Todos estos datos, según la Contabilidad Nacional. Si consideramos el período 2007-2017, se produjo un aumento del gasto total de más del 13 por ciento. ¿Austeridad?, ¿qué austeridad?. El déficit acumulado desde el pinchazo de la burbuja supera los 759.114 millones de euros".
Lleva ya muchos años en el candelero. ¿Ha merecido la pena?
Tiene aspectos positivos y negativos. Yo he tomado libremente la decisión de publicar libros, de transmitir mis ideas, de ser un activista para mejorar mi país y dar la batalla de las ideas. Mi discurso conecta con el de muchos ciudadanos medios y la inmensa mayoría de las vivencias que he tenido en los últimos años han sido positivas, porque hay mucha gente que valora que en España estemos logrando que se hable de libertad económica, de austeridad, de competencia, de flexibilidad…
¿Qué hay de su vinculación con el PP? ¿En qué punto se encuentra?
Decidí dar ese paso porque Pablo Casado me ha permitido siempre la oportunidad de aportar ideas y propuestas desde una posición libre. Lo que intento es que el debate político sea más rico y huya de la mediocridad.
Hablando de política, ¿qué recetas económicas no están encima de la mesa pero deberían estarlo?
Una muy evidente es la necesidad de ajustar el gasto. Todas las empresas y familias saben que en una situación así hay que reducir desembolsos prescindibles o ineficientes, pero el gobierno finge que puede seguir con el gobierno más caro de la historia, con unas estructuras presupuestarias infladas y con unos niveles de desembolsos que son insostenibles y que nos llevan necesariamente a una futura ronda de recortes y austeridad, puesto que gastar hoy lo que no tenemos implica apretarse mañana el cinturón.
Le dejo la última palabra para recordarle al lector por qué tiene que salir corriendo a la librería a por Libertad o igualdad.
Creo, humildemente, que es un trabajo útil para desmontar los mantras que escuchamos todos los días para justificar todo tipo de ataques y restricciones de nuestra libertad y nuestra prosperidad. El paraíso estatal terminará en el infierno estatista.