Estudios sobre el coronavirus hay muchos. De hecho, casi se podría decir que tenemos exceso de datos, de informes, de novedades diarias… Al final no sabe uno con qué quedarse.
Eso sí, no todos son iguales. Este miércoles, por ejemplo, se publicaba en Alemania una de las investigaciones más importantes de los realizados hasta el momento. Por quién lo hace, por el método empleado y por las conclusiones. Desgraciadamente, es relevante, pero no demasiado optimista.
Cuatro de las más importantes instituciones científicas del país germano se pusieron de acuerdo para realizar un informe sobre la covid-19: cada uno hacía el suyo y luego ponían en común los resultados. Se trata del Fraunhofer Institut, el Helmholtz Institut, el Leibnitz Gesellschaft y Max Planck Gesellschaft. Como, además, coincidían en la mayoría de las conclusiones, lo han publicado de forma conjunta. Y, claro, que cuatro institutos de esta magnitud hayan planteado modelos matemáticos y enfoques "independientes entre sí", para al final llegar a un planteamiento similar refuerza la validez de sus hallazgos (aquí el informe completo en alemán y aquí la traducción que Luis I. Gómez, un bioquímico español que vive y trabaja desde hace años en Leizpig ha publicado en su web Desde el exilio).
Como apuntábamos, el resumen del documento deja poco margen para el optimismo. Los investigadores creen que las dos estrategias más comentadas como una posible solución (erradicación total o infección completa de la población para alcanzar la inmunidad de grupo) no son realistas hoy en día. Por eso, apuestan por mantener durante más tiempo la estrategia que están siguiendo todos los países "la contención constante" de la covid-19. ¿El problema? Como estamos viendo cada día, esto necesita medidas muy costosas desde el punto de vista económico, complicadas de aplicar socialmente, duraderas en el tiempo y que requerirán continuos ajustes (fases de confinamiento y apertura que se van sucediendo en el tiempo). ¿Hay alguna solución? En tres palabras: test, test y test. Sólo cuando seamos capaces de detectar y rastrear de forma efectiva los nuevos casos será posible recuperar algo parecido a la normalidad pre-coronavirus.
La inmunidad de grupo
El primer jarro de agua fría del informe llega al hablar de la ya famosa inmunidad de grupo: esa situación en la que un elevado porcentaje de la población ha pasado la enfermedad y, por lo tanto, hace de barrera de protección ante los demás. Podríamos decir que el virus no se propaga porque no encuentra con quién hacerlo.
Aquí hay dos opciones: infección rápida de la población (podríamos decir que inmunidad de grupo a lo bestia, en unas pocas semanas y sin hacer nada para evitarlo) o infección controlada. Sobre la primera alternativa, los autores de este informe creen que no es posible; o, mejor dicho, que se lograría a costa de la "sobrecarga masiva" del sistema de salud (y no hay que olvidar que el alemán es uno de los sistemas mejor preparados de Europa) y con "número elevado de muertes evitables".
La segunda posibilidad es "una infección controlada de la población": es decir, alcanzar la inmunidad de grupo sin sobrecargar las UCI y limitando al máximo el número de fallecidos por falta de recursos sanitarios. Esto sí sería viable, pero traería aparejado enormes costes: "las medidas que restringen los contactos sociales tendrían que mantenerse durante mucho tiempo". Es más, incluso en ese caso, estos expertos advierten de que sus modelos coinciden en que, "incluso con estimaciones optimistas del número de casos no reportados, esto llevaría años y provocaría muchas muertes". La clave está en el famoso R (número reproductivo efectivo): la "infección controlada" debe ser lo suficientemente controlada como para no colapsar los hospitales. Para eso, hay que mantener R por debajo de 1 (por aquello de las tasas de crecimiento exponencial). Y lograr que un porcentaje significativo de la población se contagie a ese ritmo llevaría mucho tiempo ("años", como nos dicen estos expertos).
Y no sólo eso. Además, este informe alerta de un punto importante: "Los efectos a largo plazo en la salud de la covid-19 aún se desconocen. Hay indicios de que no solo los pulmones, sino muchos órganos (p. ej., corazón, riñón, tracto gastrointestinal, cerebro) pueden verse afectados en el contexto de trastornos de microcirculación". Por eso, ante estas dudas, creen que no es aconsejable una infección masiva de la población, ni siquiera de forma controlada.
La solución
En este punto, lo único que cabe hacer es… lo que ya estamos haciendo: "Una estrategia de contención adaptativa". Y esto que quiere decir: pues intentar controlar al máximo el número de personas que se contagian de covid-19 a base de limitar nuestros contactos sociales.
Si esto fuera gratis, en términos económicos, médicos y sociales, no habría más que hablar. El problema es que sabemos que no sólo no es gratis, sino que es tremendamente costoso. Por eso, los investigadores admiten que hay que relajar las medidas de distanciamiento social todo lo que se pueda, pero siempre con un objetivo clave: mantener R por debajo de 1 para controlar la propagación de la pandemia y que no vuelva a haber una explosión del número de afectados.
Para lograrlo piden que se implementen los tres tipos de medidas que ya conocemos:
- Medidas higiénicas, p. ej. mascarillas en tiendas y lugares públicos o estaciones de desinfección para reducir las infecciones por parte de usuarios no detectados.
- Capacidades de test y rastreo para identificar fuentes locales de infección de forma temprana, aislar casos, hacer un seguimiento de los contactos cercanos de personas infectadas, poner en cuarentena como precaución y así romper la cadena de infección.
- Control adaptativo de las medidas de restricción de contacto coadyuvantes para prevenir un renovado aumento de nuevas infecciones.
Aquí se añade una nueva dificultad: la tasa de contagio no es algo que se conozca de un día para otro. Los autores del informe recuerdan que "el valor de R en un determinado momento solo puede estimarse con un grado razonable de certeza después de un retraso de 2 a 3 semanas" debido al "tiempo de incubación, el tiempo de prueba (test), la evaluación y la publicación del resultado de la prueba, así como el tiempo requerido para recopilar evidencia de los datos observados". Esto nos deja muy expuestos al virus: en el momento en el que nos damos cuenta de que R está otra vez por encima de 1, puede que sea muy tarde para reaccionar.
Por eso, al final, casi todo se reduce al control. Y ese control se consigue de dos formas: encerrando en su casa a la población (distanciamiento social) o con test que detecten los nuevos casos tan rápido como sea posible. Lo primero es muy caro. Lo segundo, lo de hacer pruebas a los nuevos contagiados y a sus contactos, muy complicado. Pero debe ser el objetivo. Los autores del informe son muy claros al respecto:
- Un número suficientemente pequeño de nuevas infecciones puede facilitar las medidas de relajación [de distanciamiento social y confinamiento]. Si el número de nuevas infecciones es tan pequeño que los casos pueden controlarse mediante test y rastreo, las medidas que restringen los contactos se podrían aliviar de manera sostenida.
- Expansión de las capacidades de test y rastreo. El objetivo es poder controlar tantas nuevas infecciones como sea posible. (…) [Medidas como] la introducción de aplicaciones voluntarias para el seguimiento de contactos y la cuarentena preventiva de personas próximas a personas infectadas. El seguimiento efectivo de los contactos afecta el número de reproducción R.
- Establecimiento de una infraestructura de alerta temprana basada en test transversales específicos. Para controlar el número de infecciones ocultas fuera de las cadenas de infección rastreadas e identificar las fuentes locales de infección, se podrían realizar test transversales, especialmente en áreas con un mayor riesgo de infección. Si esto se va a hacer a gran escala, las capacidades de testado deben expandirse.
Como explicábamos antes, "test, test, test… y luego, más test". Todos los posibles (y fiables, por supuesto). Sólo así, sabiendo quién está realmente contagiado y, todavía más importante, controlando los nuevos casos y a sus contactos, se podría retomar una vida normal. Precisamente, sobre test ha girado la polémica de la semana en nuestro país. La sensación es que en España estamos muy lejos de ese nivel de fiabilidad en las pruebas y de alcance al conjunto de la población. Y así, nos dicen, no podremos terminar con el confinamiento. O volveremos al mismo apenas unos días después de que comience la "desescalada", como se le ha llamado.
La realidad que pinta el informe no es nada halagüeña: se intuye un continuo ir y venir entre relajación y confinamiento hasta que haya una cura o una vacuna. En muy pocos países (Corea, Singapur) ha funcionado. Requiere de mucha concienciación por parte de la población y también de una enorme eficacia en la gestión política. La esperanza, pues, está en la investigación médica. Crucemos los dedos porque llegue a corto plazo porque, si no, con un escenario como éste, que dure meses y en un país con una estructura productiva como la española, el daño puede ser terrible.