Unos días antes de que se declarase el Estado de Alarma y después de que la bolsa registrara ya un primer desplome del 6%, la ministra de Economía, Nadia Calviño, considerada por muchos el hipotético último bastión de la ortodoxia fiscal en el Gobierno social-comunista, hizo una valoración del impacto que podría tener el coronavirus en la economía española.
Hay que matizar que estas declaraciones se le solicitaban a la ministra después de que otros países como Francia revisaran a la baja sus previsiones de crecimiento por el impacto del coronavirus. Pues bien, Calviño aquel día consideró que "las estimaciones apuntan a un impacto poco significativo y transitorio" sobre la economía, por lo que consideró que no era necesario modificar el cuadro de previsiones macroeconómicas. Además, añadió que su departamento estaba siguiendo "los canales de transmisión" en sectores como el "turismo y los mercados".
No mostró preocupación porque, decía, el Gobierno seguía muy de cerca la evolución del turismo, "es uno de los sectores que estamos siguiendo con más atención". Y sobre los mercados dijo que "la bolsa española es una de las que está registrando menor volatilidad", frente a otros índices europeos.
Sólo tres días después de esas palabras, el día 12, el Ibex 35 registraba la caída más abultada de toda su historia con un desplome del 14%, acumulando una pérdida del 36% en las últimas semanas. Pese a todo, en la víspera de la declaración del estado de alarma, consideraría que habría impacto, pero que habría una recuperación muy rápida en los siguientes trimestres.
Pero es que, en las dos semanas que siguieron a esas declaraciones públicas, España registraba un desplome de actividad nunca antes conocido y que, según reflejan todas las estadísticas publicadas por el INE, fueron dos semanas en las que se perdió cerca de un millón de puestos de trabajo, se desplomaba la actividad económica en sectores clave como el turismo y la hostelería, y el PIB se daba la vuelta provocando una caída superior al 5%, un impacto muy significativo y, lamentablemente, cada día que pasa, con menos posibilidades de que se convierta en "transitorio".