'No dejar a nadie atrás' es el mantra mentiroso que el Gobierno indecente del país de los más de 22.000 muertos está pretendiendo instilar en una población dramáticamente consciente de que el Gran Confinamiento, como lo llaman ya los economistas, será tan calamitoso o más que la bien reciente Gran Recesión. Y es que todo parece indicar que España va a ser uno de los países más afectados por el colosal frenazo que va a experimentar la economía global.
El FMI, el BCE, el Banco de España, BBVA Research y una larga lista de centros de análisis manejan informes que vaticinan una caída del PIB, unos niveles de deuda y déficit y unas cifras de paro escalofriantes. Pero el Gobierno no quiere oír ni hablar de recesiones, aunque, fiel a su desestabilizadora opacidad liberticida, no muestra datos que abonen su optimismo. Y los que da no hacen sino confirmar su adicción a la manipulación: ahí está Bruselas, dejando de nuevo en evidencia las trampas estadísticas de la banda de Sánchez.
¿Recuerdan los estratosféricos 200.000 millones de euros que se sacó de la manga Sánchez al proclamar el estado de alarma? Pues siguen sin aparecer. El presidente del Gobierno prometía hacer frente con ellos al desplome económico y empresarial a fin de, ya saben, "no dejar a nadie atrás". Pero ha pasado más de un mes desde el anuncio y a la economía real no le ha llegado nada de la milagrosa ayuda social-comunista.
Que buena parte de los afectados por un ERTE lleven sin ingresar un solo euro del paro desde el mes pasado, o que la cuota que se cobró indebidamente a los autónomos con el negocio cerrado todavía no haya sido reintegrada a sus sufridos paganos son ejemplos sangrantes, pero no los únicos. El primer paquete de 40.000 millones de euros en avales del ICO también está completamente atascado y el crédito no fluye a las empresas, a las que sólo les han llegado 13.424 millones para que puedan seguir pagando facturas. El Gobierno tampoco es capaz de concretar los requisitos para acceder a ayudas como los créditos para el alquiler, y a una semana de la próxima mensualidad numerosos inquilinos siguen en una angustiosa incertidumbre. Una vez más, el socorro estatal, que tan empeñado está en cebar el Ejecutivo social-comunista, está dando muestras de una pavorosa ineficiencia y no es capaz de proporcionar a empresas y particulares la liquidez que necesitan.
En lugar de bajar los impuestos, eliminar trámites innecesarios, velar por la eficiencia del gasto público, dejar a las empresas operar con libertad –en vez de confiscarles la producción– y, en definitiva, proporcionar al sector productivo el balón de oxígeno que necesita con urgencia, el Gobierno está volcado en intervenir la economía con ferocidad chavista. Sánchez e Iglesias parecen empeñados en hundir la economía, arruinar a los españoles y hacer descansar su poder en un pseudoasistencialismo inmoral, corrupto y miserabilizador.
El ministro de Seguridad Social, el ignorado José Luis Escrivá, ya ha aportado cifras: el Estado dará prestaciones a 6,3 millones de trabajadores afectados la crisis (parados, en ERTE, autónomos…); a lo que habrá que sumar la caciquil renta mínima y otras migajas que recibirán un millón de hogares.
Si tenemos en cuenta que en España hay casi 9 millones de pensionistas y más de 3 millones de funcionarios, y que el sector productivo se encuentra al borde del colapso, la pregunta es obvia: ¿quién va a financiar el plan chavista-peronista de transformación radical de la economía que pretende perpetrar este Ejecutivo tan peligroso para la salud pública como para la prosperidad de la Nación?
No va a haber clase media demediada ni sector empresarial capaz de costear semejante carga. Pero eso no va a ser un impedimento para la facción comunista del Gobierno, a la que jamás le ha importado el bienestar de los españoles sino la toma del poder. Ya lo ha tomado. Y no tiene la menor intención de abandonarlo.