El gobierno de Estados Unidos ha puesto en marcha su estrategia de desconfinamiento. Lejos de adoptar un mismo criterio para todo el país, Donald Trump ha planteado un relajamiento progresivo y descentralizado de las medidas restrictivas tomadas para combatir el coronavirus, de modo que ha esbozado una propuesta que puede aplicarse de manera segmentada, a nivel estatal, diferenciando por condados o incluso ajustando las medidas por ciudades o barrios.
El cuadro sanitario ha mejorado en los últimos días, lo que ha invitado al Ejecutivo a mover ficha con rapidez. El pico de fallecidos diarios se habría alcanzado a mediados de abril, mientras que la congestión observada en los hospitales habría caído de forma paulatina desde las mismas fechas.
El nuevo escenario epidemiológico que baraja el IHME y que ha asumido la Casa Blanca plantea un acumulado de entre 50.000 y 60.000 fallecidos entre marzo y julio. Esto supondría perder al 0,02% de la población, una cifra comparativamente baja, pese al evidente drama que supone la pandemia.
El plan de salida
La Casa Blanca ha planteado una serie de criterios básicos que deberían cumplirse para iniciar la desescalada. Por un lado, el número de casos activos y de nuevos diagnósticos de Covid-19 debería sumar al menos dos semanas de tendencia a la baja. Por otro lado, no puede haber un cuadro de saturación en las UCI. Si un Estado, un condado o una ciudad presenta esta situación, podría empezar a activar la salida del aislamiento generalizado.
Para aislar nuevos brotes de coronavirus, Trump quiere que las empresas y los ciudadanos asuman su responsabilidad y tomen medidas preventivas. A los empresarios se les pide que garanticen distanciamiento social, que ofrezcan el necesario material sanitario para minimizar el riesgo de contagio, que aseguren un aumento de la limpieza y la desinfección y que minimicen la asistencia presencial o los viajes de trabajo siempre que sea posible. A los individuos se les recuerda que deben lavar sus manos frecuentemente, evitar tocarse el rostro, toser o estornudar de manera controlada y vestir mascarillas o guantes en las salidas al exterior.
La Casa Blanca esboza una salida del confinamiento que seguiría tres pasos:
- En una primera fase, el gobierno quiere permitir la reapertura de restaurantes, gimnasios, cines, estadios deportivos o espacios religiosos siempre que se pueda mantener la debida distancia entre los asistentes. Se recomienda que no haya reuniones sociales o profesionales de más de diez personas.
- En la segunda fase se plantea la reapertura de las escuelas y centros de formación o de los bares y cafeterías, mientras que las reuniones sociales o profesionales pueden aumentar su tamaño hasta llegar a las cincuenta personas.
- Por último, en la tercera fase se reabren las visitas a los centros de mayores y se plantea una autorización progresiva de reuniones sociales o profesionales con más de cincuenta asistentes.
El plan podría ser algo diferente para ciudadanos que entren en grupos de riesgo, una categoría donde entran los ciudadanos de mayor edad (más de 60 años) y los individuos que presenten ciertas condiciones en su historial médico (alta presión sanguínea, enfermedades pulmonares crónicas, diabetes, obesidad, asma o personas que estén siguiendo un tratamiento contra el cáncer).
Varios Estados mueven ficha
Esta misma semana, los gobernadores de diversos Estados han tomado la decisión de seguir las indicaciones del gobierno federal. En Georgia está previsto que la normalización se tome de forma relativamente acelerada, con la relajación del confinamiento entre los días 24 y 27 de abril. También Carolina del Sur y Tennessee han movido ficha para levantar las restricciones durante la próxima semana.
Otros territorios norteamericanos que presentan un número reducido de fallecidos por Covid-19 podrían sumarse pronto a esta lista. En clave política, algunos gobernadores demócratas se han mostrado en contra de la estrategia de Trump, pero otros como Andrew Cuomo, de Nueva York, ya han anunciado que trabajarán para coordinar el desconfinamiento de la mano de otros territorios cercanos.
Previsiones macroeconómicas
La agencia de calificación S&P estima que el PIB estadounidense caerá un 5% en 2020, mientras que Fitch plantea una corrección del 3%. Goldman Sachs, que anticipa una corrección del 4% durante el conjunto del año, considera que el desplome será notable en el segundo trimestre del presente curso, pero espera una recuperación gradual en el segundo semestre.
En cuanto al paro, las cifras del pasado mes de marzo apuntan un salto espectacular del desempleo asociado a las medidas de contención que han tomado las empresas para gestionar la crisis. Es evidente, pues, que el panorama a corto plazo es preocupante, si bien lo que más importa es saber lo que sucederá en el segundo semestre del año, cuando ya se hayan levantado las restricciones y se alcance una cierta normalización económica y laboral.
Entonces, ¿qué ocurrirá en el medio y largo plazo? Goldman Sachs anticipa un descenso paulatino del paro, que después de tocar techo en el 12% pasaría a estabilizarse en torno al 6% durante el año 2021. Esta tasa se sitúa por encima del 3,5% que venía anotándose el país norteamericano en los últimos años, aunque también supone alcanzar niveles razonablemente manejables, a tenor de las circunstancias.