Mientras gobiernos como el español reprimen la libertad de mercado y castigan a las empresas del sector de la salud con medidas confiscatorias que solo contribuyen a generar desabastecimiento en plena crisis del coronavirus, en otros países ocurre todo lo contrario y las autoridades se apoyan todo lo posible en el tejido productivo del sector sanitario, vital para producir materiales y equipamiento, para complementar la atención que prestan los hospitales públicos y para desarrollar terapias y vacunas contra la pandemia.
La investigación farmacéutica que desarrollan las empresas del ramo es el mejor ejemplo de lo importante que es la iniciativa privada en todo este proceso. En apenas unos meses han surgido más de 70 proyectos orientados a generar una cura definitiva contra el patógeno. De hecho, tres de estos desarrollos (uno con origen en Hong Kong y dos nacidos en EEUU) se están ensayando ya en seres humanos.
El problema, como es lógico, son los plazos. El virus se propaga con enorme rapidez y una letalidad muy superior a la observada en otras pandemias recientes. Sin embargo, la aprobación de una vacuna tiene sus propios plazos y está sujeta a todo tipo de controles de calidad. Además, una vez la investigación ha llegado a buen puerto, los requisitos regulatorios y la supervisión gubernamental dilatan más aún los plazos de tramitación y aprobación de los fármacos. Aunque los tiempos de espera tradicionales llegan a extenderse por 10-15 años, existe la esperanza de que el calendario pase a ser de 1-2 años en el caso del Covid-19, habida cuenta de la gravedad de la situación.
Pero, mientras la vacuna no está disponible y la pandemia sigue avanzando y dejando miles de muertes a su paso, es vital seguir explorando soluciones en materia de prevención, cuidado y tratamiento de los contagiados y, en ese frente, un desarrollo israelí está empezando a despertar cierto entusiasmo entre los profesionales de la salud. Uno de los ensayos más publicitados hasta la fecha han sido los tratamientos con hidroxicloroquina, que han ofrecido algunos resultados favorables pero despiertan preocupación por los efectos secundarios que se asocian a este fármaco.
Tratamiento de enfermos y vacuna general
Ahora, la empresa israelí Pluristem ha abierto otra puerta a la esperanza con un programa de tratamiento farmacológico que, a partir de las células PLX, aspira a revertir la sobreactivación inmunológica que produce el patógeno de origen chino y que conduce a episodios críticos de neumonía y otras complicaciones pulmonares que explican la fuerte incidencia mortal de la pandemia. En una primera fase, el empleo de estas células ofreció buenos resultados en el ensayo con animales, de modo que las autoridades dieron luz verde a la segunda fase, en la que seis pacientes críticos fueron tratados con esta terapia celular basada en placenta. Todos los enfermos han salido adelante y han experimentado una prometedora recuperación, de modo que la innovación de Pluristem ya ha dado el salto a Estados Unidos, donde se ha empezado a aplicar este tratamiento a un paciente, dentro de las normas excepcionales que permiten aplicar soluciones experimentales o en vías de desarrollo.
En paralelo, Israel también está avanzando mucho en la carrera por lograr una vacuna. El MIGAL, un organismo de I+D, maneja plazos ambiciosos y el 1 de junio quiere empezar a probar los resultados de sus investigaciones en seres humanos. Como la institución lleva cuatro años trabajando en un modelo de vacuna flexible, que se puede adaptar a distintos virus mediante diseños y procesos relativamente rápidos, los tiempos de espera para salir al mercado se acortarían hasta los tres meses, puesto que ya existe una vacuna previa (diseñada contra la bronquitis infecciosa) que sirve como palanca para esta posible solución contra el Covid-19.