Desde que estalló la crisis del coronavirus hemos conocido todo tipo de escándalos que vinculan al régimen comunista chino con todo tipo de malas prácticas, que van desde la censura y persecución a quienes advirtieron del brote hasta el ocultamiento de información vital sobre la pandemia. De hecho, la sombra de la sospecha sobre el manejo de la infección no ha parado de crecer en los últimos días.
Libre Mercado ya ha explicado que existen diversos informes que, a raíz de la sobrecarga funeraria que sufre la provincia de Hubei, han permitido estimar el número de vidas que se han perdido en el epicentro del brote de Covid-19. Con datos de todo tipo, como la compra de ataúdes o la práctica de incineraciones, se puede estimar que la cifra real de fallecidos en Hubei no sería de 2.500, sino de hasta 47.000.
¿Y qué ocurrió verdaderamente en el resto del país? Una aproximación a las dimensiones que podría haber alcanzado la crisis sanitaria es la que recoge un informe que acaba de publicar el American Enterprise Institute (AEI), uno de los think tanks más influyentes de Estados Unidos. El documento en cuestión se apoya en indicadores varios para hacer una estimación del número de personas que podrían haber llegado a estar infectadas con el virus.
El centro de análisis toma como referencia los datos de movilidad que llegó a ofrecer uno de los medios oficiales del Partido Comunista chino a finales de enero. Aunque tales informaciones no han vuelto a ser divulgadas por miedo al tipo de cálculos que ahora salen a la luz, lo cierto es que ya fueron publicadas en su momento, de modo que es posible apoyarse en ellas para analizar cuántas personas pudieron salir de la provincia de Hubei en los momentos de mayor propagación del coronavirus.
Analizando estas cifras, el think tank estadounidense alcanza la conclusión de que alrededor de 1,2 millones de personas habrían dejado Hubei antes del "cerrojazo" de la región, entre los cuales habría miles de ciudadanos que habrían podido actuar como transmisores y propagadores de la enfermedad en las distintas provincias del país.
Si a dicho grupo de población se le imputa una tasa de infección relativamente conservadora (a saber, el 2,3% que se observa en el país que mejor ha controlado el brote, Corea del Sur), encontramos que 27.000 infectados habrían salido de la "zona cero" de la pandemia con anterioridad al confinamiento. No olvidemos, además, que las restricciones y las medidas de aislamiento fueron marcadamente menores fuera de Hubei.
Tomando como referencia todo lo anterior, y observando la tasa de propagación del virus en Italia (donde también se dio un escenario de movilidad similar), el AEI apunta que el número de personas que habrían tenido coronavirus en el resto de China rondaría los 3 millones de personas. Por comparación, el número total de positivos admitido por el régimen ronda los 82.000. Por lo tanto, por cada contagiado reconocido en las cifras oficiales habría casi 40 infectados que no aparecen reflejados en las tablas del régimen comunista.
¿Y qué hay de las cifras de mortalidad? Asumiendo la misma tasa de mortalidad observada en Hubei (4,7%), esto significaría que se habrían producido al menos 136.000 muertes por coronavirus, 133.000 más de las que admite el Partido Comunista. Si tomamos como referencia la tasa de mortalidad asociada a los casos y fallecidos que sí reconoce en sus datos oficiales el Partido Comunista (4%), la cifra sería de 116.000 decesos por COVID-19.
¿Empezó la emergencia sanitaria en noviembre?
Mientras siguen apareciendo informaciones independientes que ponen en tela de juicio las cifras oficiales del régimen chino, empezamos a conocer nuevas informaciones sobre el origen del coronavirus. Una exclusiva de la NBC ha revelado la existencia de un documento elaborado por los servicios de inteligencia estadounidense en el que se habría detectado el estallido de la crisis sanitaria en Wuhan en el mes de noviembre, un mes antes de la fecha que ha terminado reconociendo el gobierno de Xi Jinping en sus polémicas comunicaciones con la Organización Mundial de la Salud...
La información disponible incluía conversaciones interceptadas, imágenes satelitales y datos facilitados por colaboradores con los servicios de espionaje estadounidenses. Desde dichas instancias se habría elaborado un primer documento que habría sido circulado entre las autoridades sanitarias del país norteamericano a modo de alerta temprana. No se trataría de un informe oficial, sino de una especie de documento de trabajo que, en efecto, sirvió como embrión para un briefing oficial que fue elaborado durante el mes de enero.