El apoyo financiero a los trabajadores por cuenta propia es otra de las mentiras que conforman la vasta operación de propaganda desplegada por el socialista Pedro Sánchez y el comunista Pablo Iglesias para tratar de tapar su catastrófica gestión de la pandemia del coronavirus.
Sánchez ha anunciado repetidamente en sus mítines televisados un amplio programa de ayudas a los autónomos, como muestra de las intenciones de su Gobierno de no dejar a nadie atrás en esta crisis pavorosa. Sin embargo, como ocurre con todas las promesas social-comunista, la realidad es muy distinta.
El tan cacareado apoyo a los autónomos se ha traducido finalmente en una convocatoria de ayudas para una prestación extraordinaria por cese de actividad, con unas exigencias tan leoninas que solo beneficiará a tres de cada diez trabajadores incluidos en dicho régimen laboral. Así lo ha denunciado la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA), principal representante del sector, después de comprobar con casos concretos quiénes van a poder acogerse finalmente a esos subsidios creados ad hoc.
En lugar de suprimir temporalmente las cotizaciones sociales, principal coste sociolaboral que soportan como una losa los autónomos, sea cual sea su nivel de actividad, Sánchez prefiere seguir esquilmando a estos pequeños empresarios a cambio de repartirles unas indignas migajas. Así pues, el Gobierno confisca por un lado a todos los emprendedores sus cuotas mensuales a la Seguridad Social, pese a impedirles trabajar, mientras por el otro hace publicidad de unas ayudas irrisorias que, además, van a tener un número irrisorio de beneficiarios.
El trato a los autónomos es el ejemplo perfecto de cómo está gestionando el socialista Sánchez esta crisis de la que es tan terriblemente responsable. Su respuesta consiste en la adopción de medidas gravosas, ineficaces y discriminatorias, muy en línea con todo lo que hace desde que sus aliados comunistas, proetarras y golpistas lo empotraron en la Moncloa.