Un mes después de anunciar el encierro obligatorio de la población, Italia empieza a recoger los frutos de su apuesta por el confinamiento. Aunque las cifras de mortalidad ya se sitúan en el entorno de los 19.000 fallecidos y los últimos datos siguen apuntando a 500-600 vidas perdidas por día, lo cierto es que la evolución de los indicadores ha sido favorable desde el 28 de marzo.
Fijémonos primero en el número de decesos provocados por la pandemia. El pico de la curva se alcanzó el 22 de marzo, con más de 1.400 fallecidos. En los días siguientes se observó un menor número de muertes... hasta que el 28 de marzo se volvió a observar un nuevo repunte que, no obstante, se quedó ligeramente por debajo de la barrera psicológica de los 1.000 muertos. Desde entonces, el gráfico de fallecidos por coronavirus describe una pendiente decreciente y, con datos para el 9 de abril, refleja, una nueva estabilización en el entorno de los 550-650 fallecidos diarios. La situación es, sin duda, catastrófica, pero al menos refleja una reducción progresiva de los decesos provocados por el COVID-19.
Algo similar sucede si nos fijamos en el número de nuevos positivos diagnosticados por las autoridades transalpinas. De nuevo, el 22 de marzo se convierte en la fecha clave, con cerca de 7.000 nuevos casos diagnosticados. En los últimos días, esta cifra se ha reducido hasta el entorno de los 3.000-4.000 positivos, lo que igualmente plantea un escenario indudablemente preocupante, pero con una menor gravedad de la observada hace dos semanas.
También merece la pena prestar atención a la evolución médica de los contagiados. Ya son más de 30.000 los pacientes que han sido dados de alta tras haber sufrido el contagio del virus originario de China y, si analizamos los 98.000 casos que siguen abiertos, encontramos que el 96% presenta poca gravedad, de modo que el reto que enfrentan ahora las autoridades pasa por lograr el mejor desenlace posible en los casi 3.500 expedientes abiertos que presentan un cuadro médico delicado.
Bergamo vs Lodi: la importancia de actuar a tiempo
Un grupo de demógrafos de la Universidad de Oxford ha comparado la evolución del coronavirus en Bergamo y Lodi. La primera de las dos provincias esperó al 8 de marzo para tomar medidas de aislamiento, mientras que la segunda instauró el confinamiento mucho antes (23 de febrero). Escasos días después, ya se apreciaba una diferencia notable en el número de positivos detectados en ambas provincias: mientras que Bergamo empezó a experimentar una curva de crecimiento exponencial, en Lodi se observó un ritmo mucho más bajo de propagación del contagio.
Si se actualiza la curva que originalmente presentaron los demógrafos de la Universidad de Oxford, podemos ver que la tendencia divergente se ha mantenido.
En consecuencia, cuando analizamos la situación actual, podemos ver que Bergamo ha sufrido 7.300 casos y 2.500 muertes por coronavirus. Frente a estos datos, en Lodi se han constatado 1.800 positivos y la cifra de decesos ha alcanzado los 500.