Decenas de países han optado por manejar la pandemia del coronavirus decretando el confinamiento forzoso del grueso de su población. Sin embargo, cada vez conocemos más ejemplos de países que enfrentan la emergencia sanitaria con enfoques alternativos. Es el caso de Alemania (donde el aislamiento no ha sido tan drástico), Austria (donde el confinamiento empieza a retirarse a mediados de abril), Corea (que apostó por test masivos y seguimiento de positivos o grupos de riesgo a través de big data) o Taiwán (cuyo enfoque estuvo basado en la transparencia informativa). Incluso Grecia y Portugal han sido tomadas como ejemplo, puesto que sus cifras de fallecidos se han situado por debajo de los niveles que presentan otros países del Sur de Europa como España o Italia.
Otro país donde las autoridades se han desmarcado del discurso imperante y han explorado fórmulas distintas es Japón. Los informes de movilidad humana que elabora Google muestran que, aunque sí se ha producido una caída en los desplazamientos, los descensos han sido relativamente moderados: -26% en los comercios, -7% en supermercados y farmacias, -25% en parques, -41% en nodos de transporte o -9% en oficinas de trabajo. En el caso de España, estos mismos porcentajes han caído, respectivamente, un -94%, -76%, -89%, -88% y -64%.
Hasta la fecha, Japón ha detectado una cifra relativamente baja de positivos por coronavirus. El pasado 7 de abril se habían registrado 4.000 contagios, de los cuales 600 se habían saldado ya con el alta médica y la recuperación de los infectados, mientras que otros 100 expedientes se habían cerrado con el fallecimiento de los contagiados.
No obstante, aunque hicieron falta 65 días para que Japón sumase 1.000 contagios, los siguientes 1.000 se dieron en apenas 11 jornadas. Hay evidencia, pues, de que las cosas pueden cambiar a peor en abril. Como advirtió Abe, en los últimos cinco días se ha duplicado la cantidad de afectados en Tokio, donde ya se alcanzan unos mil casos, pero dijo que si se mantiene la tendencia "en dos semanas habrá diez mil y en un mes 80.000".
¿Medidas insuficientes?
El primer ministro nipón, Shinzo Abe, ha decidido declarar el Estado de Alarma en siete provincias donde el número de afectados es más elevado. Sin embargo, ya ha anunciado que no entra en sus planes imponer el "cerrojazo" forzoso que sí se ha dado en otros países. "Vamos a esforzarnos para prevenir el aumento de los contagios, pero también para mantener en pie la actividad económica", declaró el pasado 6 de abril, antes de reunión con el grupo de expertos que gestiona la emergencia sanitaria.
Durante el último mes, la cotización del Nikkei 225 ha mostrado más aguante que el resto de bolsas de la OCDE. Como se puede ver en el siguiente gráfico, el selectivo nipón está apenas 1.000 puntos por debajo de los niveles que se registraban hace un mes, si bien ha experimentado varios vaivenes coincidiendo con el avance de la pandemia a nivel global.
La respuesta japonesa delega la toma de decisiones en las autoridades locales, que tendrán mando en plaza para promover ciertas medidas de aislamiento social, como por ejemplo el cierre de determinados negocios, la suspensión de las actividades educativas o el aplazamiento de eventos y reuniones.
Por otro lado, el Ejecutivo ha anunciado que proveerá a cada familia con un par de mascarillas reutilizables, una medida que ha generado división entre quienes ven con buenos ojos el mantenimiento de ciertas libertades y quienes temen que la actuación del gobierno esté engendrando un cambio a peor en los indicadores de contagiados.
De momento, el ministro encargado de los asuntos fiscales, Yasutoshi Nishimura, ha comparecido en sede parlamentaria para respaldar a Abe y pedir que, incluso si las autoridades locales toman medidas de aislamiento, procuren mantener la normalidad en todas aquellas actividades económicas que puedan garantizar un riesgo bajo de contagio. Por su parte, ha pedido a los ciudadanos que actúen "como si ya estuviesen infectados y fuesen portadores del virus".