Le propongo al lector una adivinanza. Le propongo unas frases y usted adivina quién las dijo. Todas fueron dichas por la misma persona, hablando de las consecuencias en Europa de la crisis del coronavirus:
"(…) ahora el Estado es el empleador de última instancia, el consumidor de última instancia, el propietario porque habrá inevitablemente que capitalizar empresas con nacionalizaciones (…) Aumentará la presencia del Estado. Será de forma permanente (…)"
"(…) Se volverán a poner sobre la mesa debates sobre el impuesto sobre el capital, sobre las grandes fortunas, la fiscalidad como instrumento de construir respuestas sociales, permanentes, consolidadas, que no dependan de la generosidad de un momento de crisis. Vamos a hablar mucho de fiscalidad. Espero."
"(…) la respuesta actual es el endeudamiento masivo (…)."
¿Quién puede ser el político -una pista- que promueva el "endeudamiento masivo", el aumento del gasto público y nacionalizaciones "inevitables"? ¿Será Pablo Iglesias? ¿Alberto Garzón? ¿Íñigo Errejón?
Lamentablemente, no. Si alguno de esos tres políticos, autodeclarados comunistas, dijeran algo así, entraría dentro de lo esperable y no habría lugar a la sorpresa. El asombro surge porque son palabras de Josep Borrell, uno de los socialistas más razonables que, además, ahora es nada menos que el Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores.
No estamos ya discutiendo la magnitud de una subida de impuestos, típica demanda de la socialdemocracia, como supuesto remedio a un problema de desigualdad. No. Las palabras de Borrell, en una entrevista de ayer martes en El Mundo, suponen un cambio cualitativo fundamental: aboga lisa y llanamente por el avance del estado en la economía en todos los frentes: impuestos, gasto, deuda e, incluso, en la propiedad de los medios de producción, clásica demanda marxista para poner fin a la imaginada explotación burguesa.
Ya sabemos que la crisis del coronavirus supondrá una crisis económica, social y sanitaria de una profundidad que aún no somos capaces de cuantificar. La sorpresa que nos brinda Borrell es que los socialistas de todos los partidos la aprovecharán para cambiar "de forma permanente" nuestro sistema económico y social. No solo en España, sino en Europa.
Su receta kirchnerista y bolivariana
Lejos de espantarse por el recorte de libertades fundamentales (asistimos a un ensayo de lo que es vivir en un país totalitario, donde el gobierno dice quién puede trabajar y quién no, qué se puede hacer y qué no, para qué puedes salir de tu casa y para qué no), lejos de añorar un pronto regreso a la libertad plena, los socialistas de todos los partidos parecen querer más. Le han encontrado el gusto al hiperintervencionismo y a la hiperregulación, y quieren más: nacionalizaciones y "endeudamiento masivo". En la misma entrevista, Borrell no descarta recurrir a la "expansión monetaria" como forma de financiar el gasto público, típica receta kirchnerista y bolivariana, con los resultados a la vista.
Como es evidente, este ataque a las libertades civiles se hará en nombre de la "solidaridad" y de la "equidad", para "no dejar a nadie atrás". Cuando menos lo esperábamos (y cuando menos lo necesitamos), nuestro sistema de libertades está siendo atacado desde las máximas instancias de la Unión Europea.
Tenemos, sin embargo, motivos para la esperanza: los gobiernos de Alemania, Holanda, Austria, Finlandia y Dinamarca, que la propaganda socialista acusará de "insolidarios", tienen la fuerza suficiente para parar este intento de imponer entre nosotros el "Socialismo del Siglo XXI" que Hugo Chávez instaló en Venezuela.
Una razón más para que se entienda, de una buena vez, que fuera de la Unión Europea quedaríamos en manos de los delirios liberticidas de una dirigencia socialista desatada y retrógrada.
Diego Barceló Larran es director de Barceló & asociados (@diebarcelo)