Italia se ha convertido en el epicentro de la crisis del coronavirus. A finales de marzo, el país transalpino había diagnosticado más de 125.000 positivos y encaraba su cuarta semana de confinamiento generalizado. Libre Mercado ha querido analizar la situación con Alberto Mingardi, ensayista, profesor en la IULM de Milán y director del Instituto Bruno Leoni, uno de los think tanks más influyentes de Italia.
P: ¿Cómo están los ánimos por Italia, querido Alberto?
Italia está lidiando con un parón generalizado desde el 8 de marzo, de modo que el parón va a tener un impacto significativo para nuestra economía. Pero, por encima de eso, es fundamental salvar todas las vidas posibles y preservar la salud de la población. No hay que olvidar que, en el momento en que tenemos esta conversación, son ya 12.500 personas las que han fallecido por coronavirus.
P: Esta semana hemos leído que el cerrojazo empieza a generar algunos disturbios.
No hay que menospreciar el reto que supone el confinamiento a nivel psicológico. Yo mismo vivo en un apartamento pequeño y puede ser duro estar encerrado solo entre cuatro paredes, pero al menos, como vivo solo, tengo más espacio y la sensación es algo más manejable. Hay muchas familias que están en una situación más complicada.
P: La economía italiana lleva tiempo tiritando, pero esta pandemia entraña un golpe durísimo que solo agravará los problemas que se arrastran desde hace años. ¿Qué proyecciones se manejan?
El coste económico va a ser enorme, el escenario que manejamos es una caída de 10 puntos del PIB. No me parece que sea una estimación exagerada, al contrario. Se trata de una crisis sin precedente, superior a cualquier otra, porque aquí no estamos hablando de un shock para las empresas sino para toda la población. De hecho, hay que tener en cuenta que la zona más afectada es Lombardía, la región más productiva de Italia y de la que dependen indirectamente muchos otros territorios.
P: ¿Cree que la crisis tendrá un impacto en el comportamiento económico y los hábitos sociales los ciudadanos?
Antes hablábamos del impacto psicológico que puede tener esta situación. Pues bien, me preocupa que a largo plazo veamos un aumento de las depresiones, del estrés postraumático y de complicaciones similares, sobre todo entre los más jóvenes, que no han conocido una crisis así. Esto puede hacer que, por ejemplo, se reduzca la propensión al riesgo que necesitamos para que el emprendimiento siga renovando nuestro tejido productivo. También la falta de ejercicio o el deterioro de la alimentación pueden ser consecuencias de largo plazo derivadas del confinamiento.
P: ¿Cómo valora la respuesta del gobierno italiano en clave de política económica?
El Movimiento 5 Estrellas quiere usar la crisis para aumentar el gasto clientelar, por ejemplo con propuestas de renta mínima, mientras que el Partido Democrático parece más consciente de que el problema ahora es mantener con vida al tejido productivo que luego será el encargado de sacarnos adelante, de modo que se han favorecido medidas como los avales a la banca para que permita la refinanciación de las empresas que enfrenten problemas de liquidez.
Las intervenciones del Estado en la economía entrañan siempre un riesgo moral y lo que temo es que estas medidas anunciadas contra el coronavirus terminen empleándose para promover todo tipo de medidas socialistas. Por ejemplo, en cuanto estalla la crisis, los políticos han aprovechado para nacionalizar Alitalia, que ya ha recibido millones y millones en diversos "rescates" que no han evitado su situación precaria.
Creo que la clave ahora mismo es asegurar que las empresas tienen un salvavidas de liquidez, pero eso no significa que las sociedades deban funcionar con respiración asistida. Ahí puede venir otra trampa: pueden ofrecerse ayudas que hoy son necesarias pero, en el medio plazo, deben desaparecer de forma progresiva pero continuada.
P: La situación fiscal también es delicada.
El gran desequilibrio macroeconómico que tiene Italia es su deuda pública, que ya estaba en el 135% del PIB y que puede elevarse enormemente tras esta crisis. Me preocupa que eso genere un efecto expulsión y que deje a las empresas sin financiación ahora que tanto la necesitan. Eso es fundamental. Por otro lado, es crucial aprobar un ajuste rápido del gasto que permita contener los desembolsos públicos. Es hora de darnos cuenta de que los Estados grandes no son mas efectivos. Un buen ejemplo lo tenemos comparando Corea con Italia. El país asiático tiene casi al mitad de gasto público pero ha enfrentado esta crisis mucho mejor que nosotros.