¿Cuándo podremos salir de casa? Esa es la pregunta que se hacen a diario millones de españoles, preocupados por la acumulación de fallecidos y contagiados por coronavirus, pero angustiados también por la carga psicológica y económica de un confinamiento que empezó oficialmente a mediados de marzo y que puede alargarse durante semanas o meses, dependiendo de la evolución de la pandemia.
Para responder a esta pregunta, podemos repasar los modelos epidemiológicos de la Universidad Politécnica de Valencia, que estiman la evolución del número total de infectados, hospitalizados, pacientes UCI y fallecidos por esta enfermedad importada desde China que ya se ha cobrado más de 10.000 muertos en nuestro país.
Según el modelo de la UPV, "el pico de infectados ya ha pasado", en línea con lo que había adelantado Libre Mercado. En consecuencia, la curva de contagiados habría empezado a recorrer una pendiente descendente. La falta de test complica las estimaciones, pero los cálculos realizados por los expertos de la UPV permiten estimar que España ha llegado a tener 550.000 contagiados por coronavirus, una cifra que estaría ya poniendo rumbo hacia los 400.000 conforme se afianzan las medidas de aislamiento y una gran mayoría de los enfermos supera el contagio sin grandes complicaciones. Durante el mes de abril, esta cifra debería bajar hasta situarse en el entorno de los 100.000 contagiados. A comienzos de julio, el escenario debería haberse normalizado.
En cuanto a la situación sanitaria, el modelo de la UPV muestra que estos son los días más complicados para los hospitales y los centros de atención, puesto que vamos a un escenario con casi 25.000 personas contagiadas de COVID-19 recibiendo cuidados de forma directa. La flexibilidad exhibida por comunidades autónomas como Madrid, con su hospital de campaña en IFEMA, o Murcia, que ha triplicado la capacidad potencial de sus hospitales, ha permitido absorber la emergencia de forma razonablemente eficiente, si bien la falta de previsión del gobierno nacional ha complicado enormemente dichas tareas, puesto que el Ministerio de Sanidad desoyó las alertas de la OMS y la UE y no compró material sanitario en los meses de enero y febrero, dando pie a las carencias que ahora están sufriendo doctores, enfermeras y pacientes.
En cuanto a los pacientes UCI, la situación no va mejorar hasta finales de la presente semana. El pico, pues, no está lejos, pero aún no se ha alcanzado. Salvar esas vidas es crucial, puesto que el esfuerzo de los próximos días será mayor que el esperado en la segunda mitad de abril, cuando la pendiente ya se sitúe en el entorno de los 4.000 pacientes UCI.
Dependiendo de tales casos, las cifras de mortalidad serán más o menos elevadas, pero en cualquier caso estamos ante una situación dramática. En la última simulación, el modelo de la UPV (línea negra) tenía una pendiente menos acusada que el número real de fallecidos (puntos rojos), de modo que la predicción de llegar al entorno de los 14.000 muertos en la primera quincena de abril no solo parece tristemente factible, sino que se antoja incluso demasiado conservadora.
¿Cuándo podremos salir de casa?
Partiendo de esta base, ¿cuándo podemos anticipar una salida del confinamiento? El modelo de la UPV plantea un levantamiento progresivo y escalonado del aislamiento. Así, el 1 de mayo, el confinamiento concluye para 1 de cada 4 ciudadanos recluidos, mientras que el 8 de mayo se amplía la medida al 50% de los ciudadanos que no pueden salir de casa. El 15 de mayo se daría un nuevo paso, con el levantamiento del confinamiento para 3 de cada 4 personas, mientras que el 22 de mayo se produciría una normalización, pero no absoluta sino relativa, puesto que es de asumir que se seguirán imponiendo ciertas restricciones y limitaciones orientadas a mantener ciertos niveles de aislamiento social.
Partiendo de esa base, hay dos escenarios posibles. En el primero, el buen tiempo no logra reducir la propagación de la enfermedad y la población no asume la necesidad de mantener cierto distanciamiento. En el segundo, la subida de las temperaturas y el mantenimiento de un grado determinado de aislamiento favorece una caída en la capacidad de contagio del 30%.
En el primer caso, el levantamiento de la cuarentena se topa con factores climatológicos y sociales de corte desfavorable, de modo que el número de contagios vuelve a subir durante el verano y, aunque describe una pendiente de crecimiento más lenta, llega a los meses de invierno con una situación similar a la de mediados de marzo.
En el segundo caso, la tendencia hacia una menor incidencia del coronavirus se va apuntalando, con una caída progresiva de los contagiados. Esto permitiría llegar a los meses de invierno con un número muy reducido de contagiados.
Ante esta situación, una lectura responsable de las conclusiones que arroja el modelo de la UPV aconsejaría que el confinamiento se levantará de forma escalonada (diferenciando por ocupación profesional, por región o localidad de residencia, por grupo de edad, etc.) y a que dicho levantamiento se planteará durante la segunda mitad de abril, con ánimo de ser implementado entre mayo y junio.
La decisión del gobierno estará influenciada por el equilibrio entre la urgencia sanitaria y el hundimiento económico. Primar la recuperación de la producción será un reto vital una vez se levante el confinamiento, pero actuar con excesiva rapidez puede llevarnos a una falsa salida de la emergencia sanitaria.