Los pescadores de la Cofradía de Pescadores de Blanes ya no han salido hoy a faenar y han cerrado su lonja. La culpa es del coronavirus. El Patrón Mayor, Javier Domenech, explica que han tomado la decisión "ante la imposibilidad de cumplir con las medidas de seguridad en los barcos y con los compradores". Domenech señala que "muchas embarcaciones ya habían empezado a cesar la actividad por su cuenta" por el bien de sus pescadores. Denuncian que a fecha de hoy "no tenemos claro si vamos a tener ayudas, exenciones fiscales o si podremos hacer ERTE".
En Isla Cristina (Huelva), la única flota que está saliendo es la de cerco, la que se dedica al boquerón; el resto, la que se dedica al arrastre y la artesanal, está pescando sólo el 20% por el cierre de los negocios de restauración. Mariano García, Patrón mayor de la cofradía de pescadores, denuncia que los precios han caído un 80% y no merece la pena salir a trabajar. Dice que hay mucha flota amarrada por culpa del miedo. Es difícil cumplir las medidas de seguridad y parte del personal es de alto riesgo por la edad. Asegura que están al 30% de producción en la lonja más importante de Andalucía por volumen.
Más complicada es la situación de las 15.000 mariscadoras de toda España. Desde Galicia, la Confederación de Cofradías de Pescadores de La Coruña ha pedido al Ministerio de Sanidad el cese total de la actividad de mariscadores y perceberos hasta que se levante el decreto de alarma. Alegan falta de seguridad y de demanda. Así, los profesionales del sector podrían acogerse a la prestación por cese de actividad por fuerza mayor, algo que no pueden hacer en la actualidad.
Pupe Jueguen, mariscadora de Carril (Pontevedra), denuncia que "en sus cuotas mensuales de la Seguridad Social "se incluye un porcentaje, un plus, para blindarnos el cese en caso de fuerza mayor, pero las administraciones no consideran que esta pandemia cumpla los requisitos".
El mismo decreto gubernamental permite a las trabajadoras con problemas de salud o con personas mayores o menores a su cargo que no acudan a mariscar. Jueguen, sin embargo, denuncia la falta de equidad entre las propias mariscadoras. Las que tienen que quedarse en casa, por enfermedad o para cuidar a alguien, siguen pagando la Seguridad Social pero "sin cobrar ni un solo duro" y "viendo cómo las que están mariscando, porque pueden, están explotando un recurso que es de todas". Al mismo tiempo reconoce que muchos de los compañeros que están yendo a las playas lo hacen obligados "con miedo, para no perder el carnet de mariscador".
Esta mariscadora lamenta además que la almeja "bajó de precio porque está cerrada la hostelería, el cliente principal" y teme que las limitaciones se alarguen en el tiempo y "afecten a las comuniones que empiezan en mayo, a las bodas, comidas de empresa…". Ahora sólo quedan clientes particulares y, según Pupe, "la gente que está en casa, sin trabajar, no sabe si va a tener o no ingresos" y "está buscando productos que no sean perecederos y, sobre todo, de bajo coste".
Julián, pescadero del madrileño barrio de Las Ventas, se ha visto obligado a cerrar su negocio por las tardes a pesar de reconocer que, en su caso, está vendiendo más porque "hay más gente en casa, los que no van a trabajar y los niños que comen en los comedores escolares". Lo que sí ha notado es un crecimiento de los pedidos a domicilio porque "los clientes tienen miedo a venir". La crisis también ha llegado a los mayoristas. Cuenta que "en Mercamadrid hay gente que tiene 4 ó 5 puestos y ha tenido que cerrar la mitad". "Los empleados se han ido al paro", dice.