Una semana después del establecimiento del estado de alarma los distribuidores de alimentos comienzan a registrar descensos en la demanda de productos frescos tanto en los mercados nacionales como en los alemanes y franceses, también afectados por la pandemia. Esto, unido a las compras masivas registradas en las últimas semanas y al cierre de la hostelería, mercadillos y comedores escolares ha provocado que la oferta crezca por encima de la demanda.
Los malos datos en las ventas no son excusa para dejar de trabajar. El sector primario está declarado "estratégico" a fin de garantizar el acceso de toda la ciudadanía a alimentos frescos. El descenso en la demanda se está reflejando, en origen, en el campo y en las lonjas. Los agricultores siguen trabajando para garantizar el abastecimiento de productos frescos, al tiempo que prestan sus tractores para desinfectar pueblos enteros. Con su sacrificio tratan de ocultar las dificultades que el estado de alarma les ha acarreado.
El cierre de fronteras, especialmente el decretado el 13 de febrero por Marruecos, ha dificultado la contratación de temporeros para la recogida de la fresa. Este cultivo en particular, como señala el representante de ASAJA Ignacio Fernández de Mesa, está sufriendo de manera particular la crisis del coronavirus por tratarse de "un producto de consumo inmediato". La falta de personal hace que el producto se pudra en la planta. Los protocolos de seguridad han obligado además a reorganizar las cuadrillas. Ya no pueden viajar todos los trabajadores de una plantación en el mismo vehículo como es costumbre. Sanidad prohíbe el traslado de más de 3 peones en furgonetas de 9 plazas, aunque ha autorizado que en los utilitarios puedan ir de dos en dos, siempre y cuando uno de ellos lo haga en la parte trasera.
La pandemia del Covid19 se deja sentir también en las medidas de higiene impuestas a los trabajadores. El Ingeniero Técnico Agrícola Fernando Rico, explica que "las cuadrillas de recolección trabajan con sus equipos de protección individual reglamentarios, mantienen la distancia de seguridad y utilizando guantes nuevos". Una pulcritud que se traslada a las salas de manipulación de los productos o confección de alimentos. Cuenta Fernando que "se les toma la temperatura antes de entrar en las instalaciones y se les proporciona a cada empleados una bata, gorro, guantes y mascarillas".
En los barcos es más difícil cumplir los protocolos. Tras una campaña navideña estropeada por los temporales, el Presidente de la Confederación de Cofradías de Pescadores de La Coruña denuncia que "es imposible cumplir con las normas que exigen un metro de separación en embarcaciones de 14 metros, con seis tripulantes, con 12 metros de puente y los aparejos…". Daniel Formoso señala que incluso es difícil de respetar en las lonjas. Por estas complicaciones, muchos patrones han decidido dejar sus embarcaciones amarradas. Saben que deben abastecer de pescado y marisco los mercados pero no quieren poner en riesgo a sus tripulantes. Reconocen además que con la caída en el consumo les sale más caro salir a faenar que quedarse en los puertos. En algunas lonjas, de hecho, ya han comenzado a tirar kilos de pescado. Formoso trata de buscar solucione planteando varias alternativas que se podrían aplicar mientras dure la crisis: "Que la flota salga a faenar en días alternos, regular la oferta a la demanda y si hace falta "dejar a los mercados sin producto". Desde La Coruña lamenta que los menores de 90 años nunca habían vivido una situación así en el mar. "Sólo los que fueron testigos de las campañas posteriores a la II Guerra Mundial y a la Guerra Civil". Por eso exige al Gobierno que tome cartas en el asunto, empezando por la supresión temporal de las cuotas de la Seguridad Social.