Pedro Sánchez se ha sacado de la manga nada menos que 200.000 millones de euros con la pretendida intención de hacer frente al desplome económico y empresarial que se cierne sobre el horizonte. Tras el Consejo de Ministros del martes, el presidente del Gobierno alardeaba de haber logrado "la mayor movilización de recursos económicos de la historia reciente de España". Sin vergüenza. Enseguida, los que no quieren hacer el juego a este Gobierno que no gobierna y que es no sólo pavorosamente incompetente sino una auténtica amenaza para la salud, la prosperidad y las libertades de la ciudadanía se preguntaron: y esa cantidad disparatada de dinero, ¿de dónde va a salir?
El capo ¡doctor en Economía! habló como si se tratara de dinero contante y sonante que su heroico Ejecutivo –nunca peor dicho– iba a inyectar sobre la traumatizada economía nacional.
Pero, cómo fiarse de este Gobierno, nada más lejos de la realidad.
La farsa se vino abajo en cuanto el propio Sánchez empezó a dar detalles. Sus referencias a "avales", "aplazamientos" y "prórrogas" dejaban claro el indignante engaño. El plan milagroso consistía más que nada en créditos avalados por el Estado, moratorias en el abono de impuestos y facturas –gas, hipotecas...– y algunas partidas de gasto directas, que empezarán a computar de inmediato en los Presupuestos pero apenas ascienden a 5.000 millones y sólo servirán para lidiar con el tsunami de empresas en situación de ERTE que está a punto de pulverizar al Servicio Estatal de Empleo (SEPE)... durante un mes. Porque esa es otra: el magno plan tiene la irrisoria validez de 30 días.
El Gobierno letalmente incompetente del socialista Pedro Sánchez y el comunista Pablo Iglesias no va a movilizar 200.000 millones para la lucha contra el coronavirus. Sencillamente, no puede. Con su soberbia insensatez habitual, y probablemente marioneteado por el infame Iván Redondo, el fraudulento doctor Sánchez ha disparado una cifra como si fuera una salva; y, como una salva, sólo va a dejar humo.
Lo que necesita el angustiado sector productivo y el aterrado contribuyente es justo lo que no quieren hacer PSOE y Podemos: que se eliminen trabas burocráticas y se bajen impuestos. Por algo son socialistas y comunistas. Si alguien tenía un atisbo de esperanza, volvió a darse de bruces con la realidad tras la publicación del plan sanchista en el BOE. Sólo se elimina la cuota a los autónomos que echen el cierre, así como las cotizaciones a algunas empresas que recurran a un ERTE. Es más, los social-comunistas penalizarán a los trabajadores por cuenta propia cuyos ingresos no hayan caído más del 75%, porque no quedarán exonerados de la cuota mensual ni podrán recibir la prestación por cese de actividad.
La puñalada de Sánchez a este colectivo proverbialmente maltratado por Hacienda abocará a muchos de sus integrantes a suspender su actividad para, al menos, beneficiarse de las migajas que les ofrece el Gobierno, que, cómo sorprenderse, fomenta el parasitismo y penaliza el esfuerzo.
España necesita más que nunca un Gobierno que no mienta ni ponga en formidable peligro sanitario a la ciudadanía. Un Gobierno capaz que deje de lado el sectarismo ideológico y que combata no a los líderes que le están dejando en evidencia –Isabel Díaz Ayuso en primerísimo lugar– sino al coronavirus, durante tanto tiempo imperdonablemente minusvalorado.