El pasado jueves 12 de marzo, la situación en la capital de España empezaba a ser muy preocupante. Pese a las advertencias del gobierno regional y municipal, que alertaban del peligro real que entraña la pandemia del coronavirus, el Ejecutivo nacional seguía sin mover ficha. Miles de madrileños se lanzaron a los supermercados y tiendas de la Villa y Corte para afrontar la situación con la despensa llena.
Las imágenes fueron, sin duda, preocupantes. Raro era el comercio en el que se respetaba la distancia de seguridad, lo que pone en evidencia la falta de conciencia de muchos ciudadanos (unos quizá desinformados, otros indudablemente irresponsables). Los estantes vacíos hicieron saltar las alarmas. ¿Enfrentaría Madrid un problema de desabastecimiento?
Las empresas del ramo salieron al paso de estos miedos y aseguraron que sus cadenas de suministro estaban listas para asumir el nuevo escenario. En la misma línea se manifestó el Ayuntamiento de Madrid, que tiene mucho que decir como accionista mayoritario de la principal plataforma española de distribución, comercialización, transformación y logística alimentaria: la sociedad Mercamadrid.
No hay que olvidar que el delegado de Economía del consistorio, Miguel Ángel Redondo, ejerce también como presidente de esta entidad encargada de gestionar los mercados centrales que abastecen a los establecimientos de la capital y otras muchas localidades. Cada día, 15.000 vehículos y 20.000 profesionales pasan por sus instalaciones.
En total, 12 millones de españoles encuentran comida en sus supermercados y comercios gracias al trabajo de coordinación que juega Mercamadrid y que permite despachar pescado, frutas, hortalizas, carnes y tantos otros productos de forma rápida, segura y eficiente. Un auténtico logro de la logística en el que la colaboración público-privada ha dado muy buenos frutos.
El jueves pasado, día 12 de marzo, la llegada de camiones subió de 664 a 814 en términos interanuales. El número de vehículos de proveedores experimentó un leve descenso (14.981 vehículos, frente a los 15.547 del ejercicio precedente), mientras que el volumen de alimentos que entraron en las instalaciones del mercado subió un 31% (hasta llegar a 12.270.883 kg, frente a los 9.348.865 kg del mismo día del curso anterior).
Un día después, el viernes 13 de marzo, la situación seguía siendo parecida pero, pese a la incertidumbre e impotencia derivada de la inacción del gobierno central, Mercamadrid seguía a pleno rendimiento. En términos interanuales, a las 9 de la mañana veíamos que la llegada de camiones subía de 634 a 763 camiones, el acceso de vehículos compradores aumentaba de 13.270 a 13.710 y la entrada de alimentos subía un 14% (de 9.294.628 a 10.608.802 kg).
El buen ritmo se ha mantenido el lunes 16 de marzo. La llegada de camiones repunta un 21% (de 256 a 311) y la entrada de alimentos ha incrementado un 12% (de 5.951.673 a 6.763.265 kg), mientras que el acceso de vehículos de compradores experimenta una cierta caída (de 10.096 a 8.394).
Mercamadrid y el triunfo de la distribución
Conviene hacer tres aclaraciones que ayudan a interpretar mejor estos datos:
- Las cifras ofrecidas corresponden a las 9 de la mañana, hora de corte para este tipo de mediciones, de modo que durante el resto del día dichos números siguieron mejorando.
- Los datos de las tres métricas para los lunes son más bajos porque el primer día de la semana no opera el mercado central de frutas y hortalizas), pero lo importante es comprobar que, en comparativa interanual, siguen una tendencia alcista.
- Las empresas privadas cuentan, además, con otros canales de distribución que complementan el servicio de Mercamadrid, generando así una mayor certidumbre, lo que explica los tajantes comunicados con los que el sector negó que la difícil situación actual suponga un problema.
Todo lo anterior debería hacernos reflexionar sobre la injustificable campaña de acoso y derribo que sufrió el sector de la distribución en los dos primeros meses de 2020. Conforme fueron saliendo a la luz los datos de paro de enero y febrero, la izquierda política y mediática intentó desviar la atención del desempleo generado en la agricultura por la subida del salario mínimo cuestionando los márgenes del sector de la distribución. Sin embargo, la pandemia nos ha recordado la enorme capacidad logística y operativa de las empresas del ramo, capaces de abastecernos de alimento pese a una situación muy delicada desde el punto de vista sanitario y socioeconómico.