El grupo constructor OHL, que en 2018 cerró un duro ejercicio a causa de proyectos fallidos y la venta de su negocio de concesiones, logró recortar el año pasado en un 92 % las pérdidas acumuladas entonces, para acabar así con unos números rojos de 127,8 millones de euros en 2019.
Según ha detallado este jueves la compañía española a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), durante 2019 –un año de "consolidación de márgenes, reducción y contención de gastos de estructura y control en la gestión de caja"– OHL logró aumentar su facturación un 1,8% hasta los 2.959,9 millones.
El 72,1% de ese volumen de negocio, que cumple con las previsiones del grupo, provino del exterior: el 41% de Europa y el 33,9% de EEUU.
Además, su resultado bruto de explotación (ebitda) cerró en positivo, con 64,8 millones frente a pérdidas previas de 496 millones), y también el neto (ebit), que quedó en 2,9 millones, frente a los 496 millones perdidos un año antes.
OHL también logró en 2019 cumplir sus previsiones de cartera, que asciende a 5.458 millones, con una contratación de 2.668 millones al año. El 43,8% corresponde a Europa, el 33,8% a EEUU y el 21,8% a Latinoamérica.
OHL atribuye esta "recuperación" a medidas de control de caja, rentabilidad de proyectos y reducción de gastos de estructura, que han quedado en 145,2 millones, un 26% menos que en 2018 y casi un 40% menos que en 2017.
En cualquier caso, en las cuentas sigue lastrando el deterioro en 47,6 millones de su participación en el edificio londinense Old War Offe, comprado por OHL e Hinduja Group en 2014 para su rehabilitación y posterior gestión hotelera. El grupo advierte de que el valor del proyecto se podría ver afectado por el Brexit.
Entre los hitos de 2019, OHL destaca que su nueva filial de concesiones, Senda Infraestructuras, ha obtenido su primera adjudicación: la construcción y posterior gestión y mantenimiento de 465 viviendas públicas en Irlanda por 130 millones.
Además, OHL ha sumado nuevos contratos como la ingeniería, construcción y puesta en marcha de la planta de procesos de sulfuros de cobre de la concentradora de Mantos Blancos, en Antofagasta (Chile) por unos 150 millones.