Ada Colau ha sido una de las grandes abanderadas que han alzado la voz contra el turismo en nuestro país, especialmente en Barcelona. Y no solo ha mostrado siempre una opinión contraria, sino que ha aplicado medidas en este sentido. A principios de enero de 2018, legisló contra los cruceros, a finales de 2019, decidió subir el impuesto municipal que pagan los turistas por pernoctar en la Ciudad Condal. También en 2018, hizo un intento por municipalizar el turismo, sin olvidar que, desde 2016, ha cerrado más de 4.900 pisos turísticos en Barcelona.
Sin embargo, tras la cancelación del Mobile World Congress, la alcaldesa ve ahora en el turismo un aliado para tratar de paliar las pérdidas que supone la cancelación del evento. Las estimaciones de la empresa organizadora, GSMA, apuntaban a que en 2020 el impacto económico del MWC sería de unos 497 millones de euros y que crearía de manera directa e indirecta 14.000 puestos de trabajo temporales. El primer teniente de alcalde, Jaume Collboni, ha sido el encargado de anunciar la creación de la Barcelona Opportunity Week, una semana de ofertas y descuentos en hoteles, restaurantes y ocio para poder compensar la cancelación de este congreso tecnológico.
De esta manera, el consistorio barcelonés ve en el turismo de masas una tabla de salvación, en lugar de un enemigo a batir y un producto del neoliberalismo que nos invade. En este mismo sentido, el Ayuntamiento también impulsará la Barcelona Tech City para fomentar que los emprendedores de la ciudad se reúnan con los fondos de inversión internacionales. Es así como tanto la Barcelona Tech City, como la Barcelona Opportunity Week se desarrollarán en las fechas que estaban reservadas para el MWC.
Colau contra el turismo
La primera batalla importante que Ada Colau inició contra el turismo comenzó nada más llegar al poder, con una moratoria para construir nuevos hoteles, que supuso un duro golpe para el sector en 2015. Ya en 2016, arremetió contra los pisos turísticos creando una normativa que obligaba a las plataformas como Airbnb a publicar anuncios con un número de Registro de Turismo de Cataluña (RTC). Aquellos pisos que no contaran con este requisito no podrían anunciarse y, si lo hacían, se enfrentaban a diversas sanciones. Desde hace cuatro años, el Ayuntamiento de Barcelona ha puesto 6.453 sanciones y ha cerrado 4.900 pisos turísticos.
Después llegó la batalla contra los cruceros, que desde hace unos meses están limitados. En 2018, la alcaldesa llegó a un acuerdo con el Puerto del Barcelona para frenar la llegada de estos barcos. Miembros de su Gobierno, como la concejala del distrito de Ciutat Vella, Gala Pin, ha llegado a calificar a los cruceristas como "plaga de langostas". Anteriormente, Barcelona podía recibir nueve cruceros por día, mientras que ahora solo reciben siete. También trató de limitar la llegada de turistas a través del aeropuerto de la Ciudad Condal, pero esto finalmente no ha podido conseguirlo.
Ada Colau, además, ha disparado el coste del Impuesto de Estancias en Establecimientos Turísticos. Hasta este año la tasa iba desde los 0,9 euros hasta los 2,25, mientras que a partir de enero de 2020 se ha aumentado el máximo hasta los 4 euros por noche. Un impuesto que deben abonar todos aquellos turistas que duerman en establecimientos turísticos de Barcelona y que, con el nuevo recargo recaudarían hasta 20 millones de euros más al año.