Teresa Ribera, vicepresidenta cuarta y ministra para la Transición Ecológica, ha admitido esta semana que su equipo está "trabajando con el ministerio de Hacienda en el debate de la fiscalidad ambiental", con el objetivo de "tutelar su proceso de revisión" y coordinar una nueva "visión de conjunto" de tales gravámenes.
En este sentido, Ribera ha puesto como modelo lo ocurrido en la vecina Francia, donde el gobierno de Emmanuel Macron acaba de imponer una tasa a la aviación "de manera unilateral". En opinión de la dirigente socialista, se trata de una "propuesta interesante" que "puede ser razonable", especialmente porque quien viaje en avión es "quien tiene más recursos" o "es titular de billetes sufragados por empresas". Fuentes sectoriales explican a Libre Mercado que la noción del avión como un medio de transporte digno de "quien tiene más recursos" pudo tener sentido hace medio siglo, pero no en el contexto de la aviación moderna. Los datos que maneja Turespaña lo certifican, puesto que la parte mayoritaria de los viajes que se realizan en avión en nuestro país se desarrollan a través de compañías de bajo coste, cuyos precios están al alcance de la gran mayoría de familias. Dicho segmento del mercado aéreo creció un 7% en 2018, último año con datos cerrados, hasta alcanzar la barrera de 50,2 millones de viajeros transportados. Esta cuota supone el 56,8% de todas las rutas aéreas que tuvieron su origen y/o destino en los aeropuertos de nuestro país. Las aerolíneas tradicionales, por su parte, sumaron 38,2 millones de viajeros, una cifra casi idéntica a la del año anterior que se tradujo en el 43,2% del total.
La competencia entre unas y otras compañías ha beneficiado directamente a los usuarios, puesto que el precio real del transporte aéreo, medido en relación con los ingresos por tonelada transportada y kilómetro recorrido, ha pasado de 2,4 a 1 dólar entre 1970 y 2010.
Estos datos, facilitados por la Organización Internacional de la Aviación Civil, explican el fuerte aumento en el número de conexiones (se triplica desde mediados de los 70) y de viajeros (diez veces mayor que hace cuarenta años). Un proceso de "democratización de los cielos" que, de hecho, ha ido de la mano de un desempeño más y más sostenible, una cuestión que Teresa Ribera no ha considerado en sus declaraciones, a pesar de que las aeronaves más empleadas en la actualidad son entre cuatro y seis veces más eficientes en el uso de combustible que las utilizadas hace medio siglo.
Por otro lado, aunque Ribera plantea la idea de trasladar a las empresas un coste extra por los billetes que contratan para sus trabajadores, lo cierto es que entre el 60% y el 75% de los gravámenes aplicados a las sociedades se trasladan después a los salarios, en forma de remuneraciones más bajas. Por lo tanto, un aumento de las cargas empresariales, con la excusa de la fiscalidad "verde", resultará en un menor aumento de los ingresos de los trabajadores.