La publicación de indicadores económicos por parte del Instituto Nacional de Estadística permite hacer un seguimiento continuo del ritmo de crecimiento de la economía española. Esta información sirve para adelantar tendencias y anticipar problemas. Y, lamentablemente, los primeros boletines de 2020 no son para tirar cohetes.
La primera mala noticia llegó el 7 de enero. El Instituto Nacional de Estadística publicó entonces el Índice de Precios de Exportación, que registró el pasado noviembre una caída del 0,7%, dos décimas por encima del descenso observado en octubre. No le fue mucho mejor a los precios de las importaciones, que aceleraron su descenso al 2,3%, tres décimas más que un mes antes.
Unos días después, el 10 de enero, llegaba el turno del Índice de Producción Industrial. Su aumento en noviembre de 2019 fue de apenas un 1%, mientras que su evolución anual se situó en terreno negativo, con una corrección del 0,5% que, al menos, se convierte en un aumento del 2,1% en la serie corregida de efectos estacionales y de calendario.
En la misma línea fueron los Indicadores de Confianza Empresarial publicados el 16 de enero y correspondientes al arranque de 2020. Tal medición experimentó un retroceso del 0,4% respecto al cuarto trimestre de 2019, en el que ya se había registrado un descenso del 2,9%. No solo eso: el porcentaje de empresarios que se muestra pesimista sobre el rumbo de la economía en el primer trimestre del año alcanzó el 21,1%, frente a un 63,7% que se posicionó como neutral y un 15,2% que dijo ser optimista.
La tónica se mantuvo ese mismo día, cuando salió a la luz la Estadística de Sociedades Mercantiles del mes de noviembre de 2019. El total de empresas creadas durante dicho periodo fue de 7.331, lo que supone un 8% menos que en 2018. Este indicador se sitúa también en terreno negativo cuando se analizan los once primeros meses del año, periodo en el que se produjo una caída acumulada del 1,7%.
Por el mismo camino fue la Estadística de Transmisiones de Derechos de la Propiedad que salió a la luz el 20 de enero, con datos para noviembre de 2019. La inscripción de tales operaciones fue un 11,8% menor que en el décimo primer mes de 2018. Además, la compra-venta de viviendas inscritas experimentó un descenso del 9,3% respecto al año anterior.
La tónica se mantuvo en las siguientes publicaciones. Por ejemplo, el 20 de enero salió también a la luz el Índice de Garantía de la Competitividad, según el cual se produjo una caída del 1,8% en el mes de noviembre del año pasado. Un día después salieron a la luz las Entradas de Pedidos en la Industria, que experimentaron una caída del 20,2% en los once primeros meses del año, ajustando los datos para descontar los efectos estacionales y de calendario. Y, también el 21 de enero, la variación mensual de la cifra de negocios del sector servicios para noviembre de 2019 se quedó en un magro 0,2%.
En resumen, la publicación rutinaria de indicadores adelantados ha terminado convirtiéndose en un aluvión de malas noticias referidas a algunos aspectos centrales para el crecimiento económico. Una nueva muestra de que cualquier intento de negar la desaceleración se topa continuamente con la cruda realidad de un ritmo de expansión menguante.