Japón ha sido uno de los países que ha presentado una dura batalla al diésel desde finales del siglo XX. Tal fue la regulación y la persecución a estos vehículos, que en el año 2005 solo el 0,4% de los coches particulares utilizaban diésel como combustible, una reducción drástica ya que en 1990 representaban el 20%. Ahora, el país nipón quiere disparar las compras para que su parque móvil de diésel se sitúe entre el 5 y el 10% antes de 2030. De hecho, para conseguirlo ha aprobado un programa de ayudas de 1.000 euros de descuento en cada vehículo con motor diésel.
La razón principal que argumentan desde el país asiático es que los coches de última generación diésel son menos contaminantes que muchos de gasolina y suponen una buena apuesta para reducir las emisiones. Según los fabricantes, estos vehículos consumen un 25% menos que los de gasolina y emiten un 15% menos de CO2. Además, consideran que los propulsores diésel han conseguido reducir en un 84% sus emisiones y en un 91% las emisiones de partículas finas con respecto a los niveles de hace 15 años.
Por otro lado, el gasóleo que se vende en Japón desde 2005 contiene tan solo 10 partes por millón de azufre, cuando en 2001 era de 500 ppm. Es decir, es similar al gasóleo que se vende en Europa desde 2005 para vehículos de carretera, tal y como señalan en Xataka.
Así, las autoridades niponas están comenzando a considerar a este tipo de vehículos como una buena apuesta de reducir las emisiones, ya que son menos contaminantes que los coches de gasolina. Para ello, además de financiar 1.000 euros del precio final, han quitado varios impuestos sobre la compra de estos vehículos y han reducido en un 75% la tasa de circulación. Medidas encaminadas para que la población deje de ver a estos vehículos como altamente contaminantes.
En la actualidad solo el 2% del parque móvil japonés está conformado por vehículos diésel, pero la aspiración del país es triplicar o cuadriplicar las ventas en la próxima década con el fin de reducir las emisiones de gases nocivos. Unas medidas muy distintas a las que se están adoptando en Europa, donde las autoridades quieren poner fin a este tipo de vehículos.