Tras la caída del Muro de Berlín, Milton Friedman propuso la elaboración de estudios anuales orientados a medir la evolución de la libertad económica en el mundo. La idea del Premio Nobel era obtener datos fiables sobre la evolución de las reformas en los países que iban dejando atrás el comunismo y abrazando la economía de mercado. Al mismo tiempo, Friedman se interesaba por comparar de forma objetiva el grado de apertura al capitalismo vigente en los distintos países de Occidente.
Sus palabras fueron llevadas de la teoría a la práctica por dos instituciones: el Instituto Fraser, de Canadá, y la Fundación Heritage, de Estados Unidos. Ambas entidades elaboran anualmente un Índice de Libertad Económica que cumple el propósito exacto descrito por Milton Friedman. Sin embargo, los críticos con este tipo de trabajos afirman que, si bien ofrecen una medición interesante desde el punto de vista de la economía, también dejan fuera de su ámbito de estudio otras libertades menos relacionadas con las relaciones comerciales pero igualmente importantes para una vida satisfactoria y próspera en sociedad.
Los autores de dichos índices han respondido con acierto a esta crítica a base de comparar los resultados del ranking de libertad económica con diversas publicaciones que jerarquizan a los países en base a otros criterios, como la libertad de prensa, la salud, la educación, la calidad de la democracia o la protección del medio ambiente. El resultado de estas correlaciones es concluyente: hay un vínculo muy fuerte entre una mayor libertad económica y una prosperidad social más generalizada.
Pero el Instituto Cato de Estados Unidos ha querido dar un paso más en esta dirección y, desde hace cinco años, ha compuesto un informe anual que mide las libertad económicas y civiles. El trabajo en cuestión es el Índice de Libertad Humana, un estudio que abarca 162 países a través de 76 variables distintas. Sus autores son Ian Vásquez y Tanja Porcnik.
El estudio considera variables adicionales a la libertad económica, para tomar en consideración cuestiones como la seguridad jurídica, seguridad, protección de la propiedad, movilidad, tolerancia religiosa, la libertad de expresión, etc. La nota media asignada en la última edición del informe es de 6,89 puntos sobre 100, con 70 países que mejoran su nota y 88 que la empeoran.
Las jurisdicciones que ocupan las diez primeras posiciones son Nueva Zelanda, Suiza, Hong Kong, Canadá, Australia, Dinamarca, Luxemburgo, Finlandia, Alemania e Irlanda. Suecia, Holanda, Austria, Reino Unido, Estonia, Estados Unidos, Noruega, Islandia, Taiwán y Malta completan el top veinte. España aparece en la siguiente decena de países, en el puesto 29, a la altura de Bélgica, Japón, Portugal, Corea, Chile, Rumanía, Singapur, Italia, Eslovaquia, Francia, Eslovenia, Chipre o Croacia. La nota de nuestro país es de 8,12 puntos sobre 10, mientras que los neozelandeses lideran la tabla con 8,88 puntos sobre 10.
Aunque el proyecto empezó a publicarse hace cinco años, sus mediciones se remontan a 2008, lo que permite realizar comparativas de largo plazo. Desde entonces hasta hoy, el país que más ha retrocedido en materia de libertad humana es Siria, seguido de Venezuela, Egipto y Turquía. Por el contrario, las mayores subidas se han dado en países africanos como Sri Lanka. El informe vuelve a encontrar un fuerte lazo entre la libertad personal y la libertad económica:
Por regiones, Norteamérica y Europa Occidental son las áreas con una mejor puntuación en el índice, mientras que el África Subsahariana está a la cola, seguido de Asia Central-Cáucaso y América Latina-Caribe:
La correlación entre libertad humana y democracia es especialmente fuerte, como refleja el gráfico siguiente:
La nota de España
Nuestro país está entre los 30 mejor calificados, con una puntuación de 8,12 sobre 10. Desglosando la nota, podemos ver que España recibe 7,55 puntos en libertad económica y 8,69 en libertades personales. Las categorías del estudio se traducen en las siguientes puntuaciones:
- Imperio de la ley: 7/10. Incluye las subcategorías de justicia procesal (8,1), derecho civil (6,6) y derecho penal (6,4).
- Seguridad: 9,4/10. Incluye las subcategorías de homicidio (9,7), desapariciones/conflictos/terrorismo (9,9) y seguridad femenina (8,8).
- Movimiento: 10/10. Incluye las subcategorías referidas a la movilidad interna (10), la entrada y salida de población extranjera (10) y la libertad de circulación de las mujeres (10).
- Religión: 8/10. Incluye las subcategorías de libertad de establecimiento de organizaciones religiosas (10), la ausencia de hostilidades religiosas (7,7) y la inexistencia de trabas legales o regulatorias a las entidades religiosas (6,3).
- Libertad de asociación, reunión y sociedad civil: 9,5/10. Incluye las subcategorías de libertad de asociación (10), libertad de reunión y de manifestación (7,5), operatividad de partidos políticos (10), operatividad de organizaciones profesionales (10) y operatividad de asociaciones educativas, deportivas o culturales.
- Libertad de expresión e información: 9,2/10. Incluye las subcategorías de homicidio de periodistas (10), encarcelamiento de periodistas (10), regulación de los medios de comunicación (8), control o presión política sobre los medios (6,5), acceso a televisión por cable y satélite (10), libertad de acceder a información y prensa extranjera (10) y control estatal del acceso a internet (10).
- Identidad y relaciones: 9/10. Incluye las subcategorías de situación legal del género (7), relaciones entre personas del mismo sexo (10) y posibilidad de divorcio (10).
Se caen, por tanto, los tópicos que acostumbran a cultivar los partidos políticos y los medios de comunicación de extrema izquierda o de acervo separatista. España, lejos de ser una sociedad oscura y cerrada, es una democracia libre y plena, con más libertades civiles que económicas y plenamente homologable a los treinta países más avanzados del mundo en este tipo de indicadores.