Mes a mes, el ministerio de Economía publica un cuadro resumen de indicadores adelantados que permiten tomar el pulso de la producción y anticipar tendencias que, con el paso del tiempo, van reflejándose en el crecimiento, el empleo y otros factores. Se trata, pues, de señales de alerta que nos indican por dónde irán los tiros en los próximos meses.
Este tipo de ejercicio es especialmente útil en momentos como el actual, cuando se está propagando un creciente miedo a una desaceleración económica capaz de frenar el proceso de recuperación que viene experimentando España desde hace más de cinco años. Los datos de paro, teñidos de rojo desde el pasado verano, no han ayudado a frenar dicho miedo, sino todo lo contrario. Ahora, tras el acuerdo de PSOE y Podemos, estas señales no harán otra cosa que empeorar.
Por tanto, vale la pena sumergirse en los indicadores adelantados y estudiar qué está pasando con las distintas variables que analiza el Ministerio y que cubren aspectos cruciales para desentrañar el comportamiento general de la economía. La primera de ellas es el PIB, medido en términos de Contabilidad Nacional trimestral. Este indicador crecía a una tasa anual del 2,9% en 2017, pero se desaceleró al 2,4% en 2018 y, en lo que va de 2019, se ha moderado hasta crecer por debajo del 2%.
Malos indicadores adelantados
La contribución de la demanda nacional al crecimiento (solo avanza un 1,6% desde enero y cayó al 0,2% en el tercer trimestre del año en curso) se reduce respecto a 2017 (3%) o 2018 (2,6%), pero al menos esquiva los paupérrimos números que se ven en la contribución de la demanda externa al crecimiento (0,5% en lo que va de 2019).
Las ventas de las grandes empresas han descrito también una tendencia a menos. Tras subidas del 3,7% en 2017 y del 3% en 2018, este año se están moviendo en un 2%. Los datos trimestrales y mensuales muestran una evolución a la baja, desde el 2,6% de comienzos de año al 1,5% de octubre.
La confianza económica tampoco pasa sus mejores momentos. El índice asigna 100 puntos a un escenario neutral y cualquier valor por encima del mismo supone que la confianza es positiva. Este indicador subía a 108 puntos en 2017 y 2018, pero en el mes de noviembre se quedó por debajo de los 102.
Con el consumo de energía eléctrica vemos situaciones aún peores: aumento del 1,8% en 2017, moderación al 0,3% en 2018 y desplome del 2,9% en lo que va de 2019. El dato del tercer trimestre es aún peor, puesto que refleja un descenso del 5% en este indicador, confirmando la caída de la actividad en ámbitos más intensivos en el consumo eléctrico como, por ejemplo, la industria, cuyo indicador de confianza sectorial bajó un 5,1% en noviembre y un 4% en lo que va de año.
Tampoco hay buenas noticias en la industria de la construcción. La caída del 1,4% en su índice de producción para 2017 se vio revertida en 2018 con una mejora hasta el 2,3%. Sin embargo, en 2019 vuelven los números rojos, con una caída del 10,2% en septiembre y del 0,3% en octubre.
En las aduanas también hay muestras de una desaceleración. El crecimiento de las exportaciones de bienes medidas por el valor de los bienes experimenta un retroceso del 8,9% de 2017 o el 2,9% de 2018 al 1,6% de lo que va de 2019. Si se mide el volumen de las ventas al extranjero, también nos topamos con una tendencia similar: de subir un 8,2% en 2017 a caer un 0,1% en 2018 y crecer apenas un 0,9% en lo que va de curso 2019. Por su parte, las importaciones de bienes experimentan un enfriamiento parecido: medidas por valor, pasan del 10,5% hace dos años al 5,6% del curso pasado o el 2% de 2019, mientras que el cálculo por volumen refleja datos del 5,5%, 1,1% y 1,9%, respectivamente.
Y, no lo olvidemos, el empleo está dando señales de alarma en los últimos meses. La evolución del paro registrado apuntaba descensos anuales del 9,3% en 2017 o del 6,5% en 2018, pero en lo que va de año se ha producido una moderación hasta el mísero 1,7% de reducción que se registró el pasado mes de noviembre.