Como es bien sabido, esta semana María Jesús Montero ha intervenido las cuentas andaluzas. Castigar a Andalucía por el descalabro que generó ella misma como consejera de la nefasta Susana Díaz es una felonía especialmente grave y rastrera. Con el PSOE gobernando la región, Andalucía terminó 2018 con un déficit de 813 millones de euros, el 0,5%, cuando el objetivo comprometido por las CCAA para ese año era del 0,4%. Las cuentas de 2018 eran las últimas que ejecutaría una Junta socialista, por lo que ese desfase no sería más que otra prueba de la pésima gestión del partido de la megacorrupción y el atrasismo. No estaríamos ante nada nuevo… hasta que llegó la carta de la vergüenza.
Por sorpresa, Hacienda informó al Gobierno de Juan Manuel Moreno Bonilla de que las cuentas de la Junta quedaban intervenidas por no haber cumplido "el objetivo de estabilidad presupuestaria, deuda pública y regla de gasto del ejercicio 2018". Sin vergüenza, Montero castigaba a quien se había visto obligado a asumir su tóxica herencia.
Montero no ha dudado en cambiar radicalmente de discurso ahora que es, sin ningún merecimiento, ministra de Hacienda. Cuando afligía a los andaluces desde la Consejería de Hacienda, la chabacana socialista presumía de ser el azote del entonces ministro del ramo, Cristóbal Montoro, y no dudaba en arremeter contra las normas de gasto y disciplina presupuestaria que ahora exige a la Junta. Y eso que Montoro, con su nefasta política fiscal, incentivaba que las regiones siguieran incumpliendo y cargaba sobre el bolsillo de los ciudadanos el despilfarro de las más manirrotas... como la Andalucía de la incompetente Montero.
Montero tuvo incluso el cuajo de proclamar que respetar los objetivos de déficit sería "demoledor para el Estado del Bienestar". Incluso arremetió contra el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) por estar al servicio de la "usura". Verdaderamente, es de no creer. Qué desfachatez. Qué manera de castigar a una autonomía que, ahora que no está sometida al socialismo monteresco, ha sido la primera en aprobar los Presupuestos de 2020, en los que contempla un déficit cero por primera vez en su historia.
Con su incalificable intervención, Montero pretende imponer un castigo colectivo a los andaluces. Obligar a Andalucía a financiarse a través del FLA, en lugar de permitirle buscar financiación en los mercados con libertad, es un atropello que pone la región de nuevo bajo el control de quienes no hicieron otra cosa que expoliarla durante cuarenta años.
Andalucía es una pieza de caza mayor. Pero Montero y su amo Sánchez no se pararán en Despeñaperros. Su objetivo final es Madrid, la región más próspera y dinámica, y por extensión todas las comunidades gobernadas por el centro-derecha. Como buenos socialistas, lo que quieren es imponer un mismo molde a toda la Nación y someter la ciudadanía a sus políticas liberticidas; hacerla depender de su asistencialismo caciquil y corruptor, tan perjudicial para la economía y las libertades.