Aunque los debates políticos y mediáticos de la última década han estado marcados por continuos llamados a "acabar con la austeridad" y "apostar por una política fiscal expansiva", basta con repasar la evolución del endeudamiento público del Reino de España para comprobar que este relato es rotundamente falso.
Las obligaciones del Tesoro han subido de 383.800 a 1.173.300 millones de euros entre 2007 y 2018, lo que equivale a gastar 780.000 millones más de lo que permitían los ingresos fiscales. En términos per cápita, tales compromisos han saltado de 8.400 a 25.000 euros, mientras que en el ratio deuda/PIB se ha producido un salto del 36% al 98%.
Si atendemos al déficit anual, podemos ver que todos los años comprendidos entre 2008 y 2018 se han cerrado en números rojos. La diferencia negativa entre ingresos y gastos fue de 50.731 millones en 2008; 120.576 millones en 2009;102.193 millones en 2010; 103.606 millones en 2011; 110.696 millones en 2012; 71.791 millones en 2013; 61.056 millones en 2014; 55.786 millones en 2015; 55.786 millones en 2016; 47.953 millones en 2016; 35.138 millones en 2017 y 30.495 millones en 2018.
La evidencia, por tanto, es meridianamente clara. Desde que estalló la Gran Recesión, España no ha tenido "austeridad" ni nada que se le parezca. De hecho, la política fiscal ha sido tan expansiva que ha estirado al límite la capacidad de aumentar el gasto, inflando año tras año los presupuestos a golpe de endeudamiento público.
El "subsidio implícito" del BCE
Si los mercados estuviesen operando bajo un régimen monetario convencional, el espectacular aumento del endeudamiento público y la timidez de buena parte de las medidas correctivas harían que el coste de refinanciar la deuda pública fuese mucho más elevado. Sin embargo, las inyecciones de liquidez del Banco Central Europeo han "maquillado" la situación, congelando el gasto anual en intereses de la deuda en niveles ligeramente superiores a los 30.000 millones de euros.
Con los tipos de interés bajo mínimos y el programa de compra de activos en marcha, el BCE ha logrado que el Tesoro español se financie al menor tipo de toda su historia. Poco importa que la deuda se haya disparado: si el interés medio de la deuda era del 4% en 2007, hoy vemos que ese mismo indicador ronda el 2%.
Cambio a peor con Sánchez
Bajo el Gobierno de Rodríguez Zapatero, el descuadre entre ingresos y gastos creció de forma sistemática. Aunque el popular José María Aznar le dejó en herencia el superávit fiscal del 1,2% del PIB alcanzado en 2004, su paso por La Moncloa se cerró con un descuadre del 10% del PIB que, además, escondía diversas "deuda ocultas" reveladas en años posteriores.
Rajoy logró reducir el diferencial negativo del 10,7% del PIB alcanzado en 2012 al 3% registrado en 2017. En términos monetarios, tal esfuerzo supuso recortar el déficit de 110.696 a 35.138 millones. Sin embargo, la llegada al poder de Pedro Sánchez ha hecho que tales magnitudes se deterioren con mucha fuerza, hasta el punto de el déficit de 2018 apenas se redujo al 2,5% del PIB (una reducción de apenas 5.000 millones, tres veces menos del promedio de corrección anual del déficit de la era Rajoy, situado en los 15.000 millones) y de que el descuadre esperado para 2019 se situará en niveles muy similares a los del pasado año.
Para este año, el Gobierno socialista se había comprometido con Bruselas a reducir el déficit al 2%, pero ayer martes, la ministra de Economía en funciones, Nadia Calviño, rehusó confirmar si España llegará a cumplir ese objetivo. Calviño aseguró que su Ejecutivo hará "todo lo posible" para reducir el déficit al objetivo del 2% del PIB, si bien precisó que la ejecución fiscal depende "en gran medida" del contexto de prórroga presupuestaria.