A Pedro Sánchez le ha venido que ni pintado el circo que se ha formado con el grotesco desembarco de Greta Thunberg en Lisboa. Los medios de comunicación no han dudado en retransmitir en directo cada uno de los ridículos pasos de la perturbada exniña sueca, mientras hacían oídos sordos al dato económico de la semana: el del paro registrado de noviembre.
Con Greta y la Cumbre que celebran sus explotadores en Ifema acaparando toda la atención, el PSOE no ha tenido que dar demasiadas explicaciones sobre el funesto cariz que presenta el mercado laboral. El penúltimo mes del año ha terminado con el paro al alza, el empleo a la baja y un empeoramiento de los contratos, pero al cínico Sánchez parece no preocuparle en absoluto. Noviembre se ha saldado con 20.525 desempleados más que el mes anterior, y, aunque en términos interanuales el paro se reduzca, se trata del peor dato de ese mes desde 2012, cuando la crisis económica azotaba a una España arruinada. Si en el acumulado del año el desempleo baja ahora en 54.683 personas, en 2018 lo hizo en 221.414, diferencia sobrecogedora que invitaría a cualquier político a tomar medias. Pero ahí están los socialistas, pendientes de las coletas de Greta.
España ya destruye empleo, con 53.114 cotizantes menos en el peor noviembre desde 2013. Respecto a los últimos 12 meses, la creación de empleo pisa el freno y sólo logra 431.254 afiliados más, el peor ritmo de afiliación desde 2014. Así las cosas, noviembre cierra con un total de 19.378.878 afiliados, muy lejos de los 20 millones de cotizantes que se propuso crear Mariano Rajoy para 2020.
Por otro lado, resulta que la precariedad, contra la que tanto se ha jactado de luchar la izquierda, se dispara con ella en el poder. En efecto, la calidad de los contratos también se está deteriorando. En noviembre no sólo hay menos contratos, sino que caen los de tipo indefinido, claro síntoma de inestabilidad empresarial. Si cuando Sánchez sacó a Rajoy del poder de la manera más vil, con la moción de censura de los golpistas y los proetarras, la contratación indefinida subía un 19%, ahora se desploma un 13%.
En este desolador panorama, hay dos economías que evolucionan a contracorriente: Madrid y Andalucía. Es en estas regiones, gobernadas por PP y Cs, donde más crece la afiliación, y además en Andalucía es donde más se reduce el paro. Este renacer andaluz, tras más de 40 años de corrupta cleptocracia socialista, se plasma tanto en los datos de empleo como en los del número de autónomos, que vuelve a liderar la región gobernada por Juan Manuel Moreno Bonilla. Andalucía ha pasando de ser una de las zonas más deprimidas de España a ser la autonomía que más crecerá este año, de nuevo junto con Madrid, según los últimos datos del Centro de Predicción Económica (Ceprede).
Las rebajas de impuestos que han llevado a cabo, su apuesta por la libertad económica y la estabilidad presupuestaria, está permitiendo a Madrid y a Andalucía salvarse de las garras socialistas. Lo que está por ver es por cuánto tiempo, porque Sánchez y Podemos no dejarán de tratar de someterlas a su yugo. Si lo consiguen, será letal para todos, no sólo para los andaluces y los madrileños.